
Un paseo entre colores: El florecer urbano de Guayaquil
Ciudadanos piden más árboles florales en Guayaquil. Expertos recomiendan priorizar a las especies nativas sobre las exóticas
Si los árboles frondosos del paisaje urbano ya generan una sensación de bienestar en quienes los contemplan, cuando estos exhiben flores de colores llamativos despiertan aún más la atención y emoción de los guayaquileños.
Wilson Núñez, residente de la ciudadela Los Ceibos, asegura que “esto es hermoso”. Dice que la floración le evoca su niñez en el campo. “He recordado cómo corría entre la hierba; los árboles tenían flores y el aire se sentía más puro”, comenta con nostalgia.
Le encanta recorrer, junto a su esposa, las zonas donde abundan las flores amarillas de los guayacanes: la ciudadela Urdesa, la avenida de Las Aguas, la Espol, el parque Samanes, la avenida Barcelona y la avenida de Las Américas. “¡Eso es hermoso!”, repite.
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Edwin Jiménez
Provoca sensaciones
Rocío Paguay, por su parte, disfruta caminar por el sendero que conduce al Hospital del IESS Los Ceibos. “Ahora se ve bonito. Lo que más me gusta es escuchar el trinar de los pájaros que se acercan a los árboles”, comenta. A ella le encantaría que todas las zonas peatonales tuvieran árboles florales, porque disfrutaría de los pétalos de colores que cubren el suelo. “Al mirarlos me generan paz”, asegura.
Esa paz, dice Leonor Mármol, incluso la anima a transitar por barrios a los que antes no se acercaba por temor a la delincuencia. “Hace unos días, mi mamá me pidió que la lleve a ver las lluvias de oro (caña fístula). Es un deleite pasar en el auto, la sombra del árbol te cubre y esos racimos de flores amarillas cautivan la vista. Es un espectáculo”, cuenta.
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Natalia Molina
Mármol considera que los árboles dan vida a los sectores. “Sin ellos, el sitio se siente desolado. Pero cuando florecen, todo cambia; ni parece Guayaquil”, dice.
En la avenida Isidro Ayora, en el norte, Rebeca Torres disfruta observar las acacias enanas que crecen frente a su casa. “Tienen flores naranjas y amarillas. Me encantaría que fueran más tupidas, como las acacias rojas del centro. De joven me gustaba pasar por Boyacá y 10 de Agosto (ahora República de Guayaquil) y ver esos frondosos árboles cubiertos de flores rojas. Al verlos, uno se siente muy guayaquileño; te llenan el alma”, comenta.
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Brick Reyes
Esa misma emoción experimenta Carla Álvarez, quien vive cerca del mercado de Sauces IX. Espera con ansias que florezca el ceibo del redondel. “Ese árbol casi no se ve aquí y es hermoso cuando se cubre de blanco. Me alegra el día”, expresa.
¿Qué opinan los expertos?
Los especialistas coinciden en que el arbolado urbano no solo embellece la ciudad, sino que también aporta beneficios ambientales. Edwin Jiménez, ingeniero forestal y docente de la Espol, destaca que el cambio de tonalidad -del verde a los colores de floración- genera una reacción positiva en las personas.
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Brick Reyes, arquitecto y docente de la Universidad de Guayaquil, añade que los árboles ayudan a regular la temperatura. “Gracias a su sombra, enfrían el aire y reducen la temperatura entre 2 y 4 grados centígrados, lo que es bastante para una ciudad como la nuestra”, explica. A su criterio, Guayaquil necesita más árboles que brinden sombra para ser una urbe verdaderamente confortable.
Recomendaciones urbanísticas
Reyes señala que, aunque en algunos sectores hay buen arbolado, el centro, el oeste y el sur son deficitarios. “En zonas densamente pobladas, como Sauces y Alborada, debería haber más árboles”, advierte.
A criterio de Natalia Molina, bióloga y docente de la Universidad Espíritu Santo, la Alcaldía debe colocar arbustos y árboles pequeños del bosque seco nativo del país. Entre ellos, el membrillo, el muyuyo de montaña, el roble y el fernán sánchez.
Jiménez sugiere, además, incorporar árboles frutales en parques y redondeles, como la guaba o el mango, que también florecen y atraen vida.
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