Soledad en navidad
Expertos destacan que jóvenes que viven lejos de sus familias enfrentan mayor vulnerabilidad emocional en estas fechas.Canva

¿Por qué tantos sienten tristeza en Navidad? La academia responde

Psicólogos universitarios señalan que diciembre es el mes con mayor carga afectiva y mayor incidencia de cuadros depresivos

La temporada navideña, tradicionalmente asociada con unión, familia y celebración, se ha convertido en una de las épocas más sensibles del año para la salud mental en Ecuador. Diciembre —un mes cargado de significados, balances y rituales sociales— suele detonar un aumento preocupante de ansiedad, estrés y depresión, especialmente en jóvenes universitarios y trabajadores. Desde las aulas y desde las empresas, especialistas advierten que esta combinación emocional y social exige un abordaje urgente, humano y profesional.

En el país, las cifras ya reflejan un panorama alarmante. Solo en 2024, el Ministerio de Salud Pública registró 226.871 consultas por ansiedad y 128.880 por depresión, mientras que entre enero y septiembre de 2025 el ECU 911 atendió 989 emergencias relacionadas con suicidios o intentos de suicidio. Y aunque estas cifras se distribuyen a lo largo del año, diciembre marca un repunte. La psicóloga clínica y docente de la Universidad Católica de Santiago de Guayaquil, Ginger Ruiz, lo explica claramente: “Diciembre es un mes paradójico. Evoca unión, afecto y esperanza, pero también es la fecha con mayor tasa de suicidios y con mayor presencia de cuadros depresivos”.

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Desde la academia, se observa que los estudiantes viven este periodo con una profunda carga emocional. Ruiz explica que a muchos jóvenes les pesan los duelos no resueltos, la ausencia de familiares, la soledad de quienes estudian lejos, la presión económica por los regalos y la exigencia social de “sentirse felices”. Todo ello genera un choque entre la realidad personal y los ideales que impone la cultura.

“Vivimos sometidos al ‘hay que’: hay que estar juntos, hay que comprar regalos, hay que estar felices. ¿Y qué pasa cuando eso no es alcanzable?”, cuestiona la docente. La industria audiovisual y las redes sociales intensifican esta presión con historias navideñas perfectas, dejando fuera las experiencias reales de miles de jóvenes que cierran el año con estrés académico, incertidumbre laboral o problemas familiares.

La mirada empresarial: hábitos, prevención y límites

Desde el sector institucional, la preocupación es similar. El psicólogo educativo y especialista en gestión académica, Luiggi Sáenz de Viteri señala que, en diciembre, trabajadores y colaboradores enfrentan picos de estrés debido al cierre de metas, la carga administrativa, las reuniones sociales y los excesos propios de la temporada.

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Su recomendación es clara y directa: “La palabra clave es priorizar. Priorizar límites saludables, priorizar conexiones reales, priorizar lo que te recarga y no lo que te desgasta”. Advierte que muchas actividades decembrinas —cenas, compromisos, intercambios— no generan bienestar sino agotamiento, y que la verdadera higiene mental comienza por saber decir no.

Además, enfatiza en el autocuidado básico: descanso adecuado, alimentación equilibrada, reducción del consumo de alcohol y búsqueda de apoyo profesional, especialmente en personas con antecedentes de ansiedad o depresión. “Nunca es buena idea afrontar diciembre sin una red o sin acompañamiento”, sostiene.

Cuando diciembre obliga a detenerse: la terapia como herramienta

Ruiz coincide en que este mes es un punto de inflexión emocional. “Uno no va a terapia únicamente en crisis. Va cuando decide atravesar su propio mundo”, afirma. El espacio terapéutico —explica— permite “desanudar” emociones, ordenar pensamientos y comprender por qué ciertas fechas o situaciones activan recuerdos o sensaciones difíciles.

En universidades y empresas, se vuelve esencial promover entornos donde pedir ayuda no sea visto como un signo de debilidad. La doctora Carla Cevallos, jefa de Seguridad, Salud y Ambiente en una empresa de salud, recuerda que la vulnerabilidad debe asumirse como un acto de valentía: “Diciembre exige ser empáticos y estar vigilantes. La salud mental es un pilar integral y buscar apoyo profesional es la decisión más responsable que podemos tomar por nosotros y por nuestros seres queridos”.

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El desafío compartido para diciembre

Tanto la academia como las organizaciones coinciden en que la salud mental en Navidad no es solo un tema personal, sino una responsabilidad colectiva. Requiere instituciones preparadas, docentes sensibilizados, empresas con políticas de bienestar y comunidades capaces de sostener emocionalmente a sus miembros.

La temporada navideña puede ser luminosa, sí, pero también profundamente vulnerable. Por ello, especialistas insisten: no se trata de eliminar la celebración, sino de aligerar la presión, romper expectativas irreales y recordar que la salud emocional no entiende de calendarios.

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