Plásticos en el mar
Provincias como Guayas, Manabí, Esmeraldas y El Oro concentran hotspots críticos donde el plástico amenaza especies, pesca artesanal y economías locales.Canva

La huella invisible del plástico: una amenaza para la biodiversidad del Ecuador

Estudio de la WWF Ecuador revela que la contaminación plástica afecta a más de 96 especies en varios ecosistemas

Ecuador, uno de los países más biodiversos del planeta, enfrenta una crisis ambiental que avanza de forma constante y, muchas veces, imperceptible: la contaminación plástica. Lejos de ser un problema aislado de playas o grandes ciudades, el plástico ha logrado infiltrarse en todos los ecosistemas del país, desde manglares y arrecifes marinos hasta ríos urbanos, suelos agrícolas y zonas amazónicas. Así lo confirma el primer estudio nacional “La contaminación plástica en la biodiversidad del Ecuador”, presentado por WWF Ecuador (Fondo Mundial para la Naturaleza-Ecuador) y la Plataforma Nacional de Acción por los Plásticos (NPAP-Ecuador).

La investigación documenta impactos directos en más de 96 especies, evidenciando que la contaminación plástica ya no es solo una amenaza ambiental, sino también un riesgo para la seguridad alimentaria, los medios de vida y la salud de las comunidades. Aves, mamíferos, peces y reptiles figuran entre los grupos más afectados, lo que demuestra que la crisis atraviesa toda la red de vida del país.

Ecosistemas bajo presión constante

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Ningún ecosistema ecuatoriano está libre de esta presión. En zonas costeras y marinas, los residuos plásticos se acumulan principalmente por actividades turísticas, pesca y escorrentía urbana. Aparejos de pesca abandonados, botellas, fundas y microplásticos afectan directamente a tortugas, aves y mamíferos marinos, provocando enredos, ingestión de residuos y degradación de hábitats esenciales.

En las ciudades, los ríos y drenajes urbanos funcionan como verdaderos corredores de contaminación. El estudio detectó microplásticos en el 100 % de las muestras de agua analizadas en Quito y Guayaquil, una señal alarmante de la mala gestión de residuos y de los desbordes pluviales que arrastran plásticos hacia estuarios y manglares.

La problemática se extiende también a la Sierra y la Amazonía. En provincias como Cotopaxi, se encontraron microplásticos en más del 75 % del contenido digestivo del ganado, lo que evidencia riesgos para la fertilidad del suelo, la retención de agua y la seguridad alimentaria. Estos residuos alteran comunidades microbianas y se integran a suelos agrícolas y canales de riego, afectando la producción y la salud de los ecosistemas terrestres.

Hotspots críticos y territorios vulnerables

El estudio identifica puntos críticos de contaminación en provincias como Guayas, Manabí, Esmeraldas y El Oro, así como en ciudades andinas y amazónicas con infraestructura limitada para la gestión de residuos. Al cruzar estos hotspots con zonas de alta importancia biológica, se evidencian afectaciones severas en manglares, estuarios, playas, ríos de cabecera y corredores marinos sensibles.

Estos territorios no solo albergan una alta biodiversidad, sino que también sostienen actividades productivas clave como la pesca artesanal, el turismo y la recolección de recursos del manglar, lo que amplifica el impacto social y económico de la contaminación plástica.

La voz experta: prevenir antes que limpiar

Para Andrés Silva, Oficial de Programa de Economía Circular de WWF Ecuador, el principal desafío no está únicamente en recoger residuos, sino en evitar que estos lleguen al ambiente. “La vía más efectiva es priorizar la prevención: minimizar los plásticos desechables desde el origen y reducir el plástico en la fuente”, señala a EXPRESO.

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Silva enfatiza que, aunque Ecuador cuenta con un marco normativo avanzado —como la Ley de Plásticos de un Solo Uso y la Ley de Economía Circular Inclusiva—, persisten brechas entre la regulación y su implementación. “Es clave fortalecer la fiscalización, intervenir los hotspots prioritarios e implementar un sistema nacional de monitoreo que combine ciencia y ciencia ciudadana”, añade.

Un problema ambiental con impacto social

La contaminación plástica no solo amenaza a la fauna y los ecosistemas; también debilita servicios ecosistémicos esenciales como el acceso a agua limpia, la pesca y la fertilidad del suelo. Esto repercute directamente en comunidades costeras, rurales y urbanas, cuyos medios de vida dependen de la salud de los ecosistemas.

Desde los manglares hasta los mercados de pescado, el plástico termina afectando la cadena alimentaria y la economía local. La pérdida de biodiversidad se traduce, a largo plazo, en menor resiliencia frente al cambio climático y en mayores costos sociales y económicos para el país.

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Hacia una respuesta integral y ciudadana

El estudio plantea cinco líneas de acción prioritarias: reducir el plástico en la fuente, fortalecer el marco regulatorio y su cumplimiento, intervenir los hotspots identificados, implementar un sistema nacional de monitoreo e impulsar alianzas público-privadas-comunitarias para escalar soluciones de economía circular.

Más allá de las políticas públicas, la investigación subraya el rol de la ciudadanía. Cambiar hábitos de consumo, reducir el uso de plásticos desechables y participar en iniciativas de monitoreo y educación ambiental son pasos clave para frenar una crisis que ya no puede considerarse invisible.

La contaminación plástica en Ecuador es un problema ambiental, sí, pero también un desafío social urgente. Reconocer su alcance y actuar de forma colectiva será determinante para proteger la biodiversidad y garantizar un futuro sostenible para las próximas generaciones.

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