Ocio

FRANCISCO SANTANA
Francisco Santana es periodista y escritor. Ha colaborado para diversos diarios y revistas. Ha publicado Historia sucia de Guayaquil, Pequeñas historias cochinas y La piel es un veneno.Cortesía

Francisco Santana: "Esa metáfora de la 'Perla del Pacífico' ha hecho mucho daño"

El autor publica Saxofón, su cuarta obra de ficción. En ella regresa a Guayami, urbe donde el horror y la alegría se abrazan

En julio de 2020, cuando el país apenas despertaba de la pesadilla del confinamiento y se asomaba al abismo del desempleo y el encarecimiento de la vida cotidiana, coincidí con el escritor Francisco Santana en Quito para conversar sobre La piel es un veneno, su entonces reciente publicación. Por azares paralelos, ambos habíamos dejado de forma repentina la ciudad puerto para instalarnos en la capital, y aún lidiábamos con los considerables desafíos de adaptarnos a una urbe que parecía estar en el extremo opuesto de nuestro lugar de origen.

Cinco años después volvemos a encontrarnos, esta vez para hablar de Saxofón, su cuarto libro de ficción, en el que Santana retorna a Guayaquil, o a su versión ficcionada, ‘Guayami’: a sus contradicciones, sus sonidos, sus vericuetos y esas historias donde el amor y el espanto conviven como viejos conocidos. La conversación ocurre nuevamente lejos otra vez del Puerto Principal: él desde las playas de Salinas, donde se ha refugiado para escribir su próxima novela, y yo desde Quito. Y arrancamos con un reconocimiento tácito: somos ahora exiliados voluntarios de una ciudad a la que no buscamos regresar.

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Saxofón arranca con un hombre que narra su vida a un periodista. Entre el desempleo y la marginalidad, sobrevive; mal vive. Mientras su pareja le reclama por la falta de trabajo y él se las arregla para “parar la olla”, reaparece en su vida un antiguo amigo con una oscura propuesta, de esas que, de salir bien, podrían significar el fin de la escasez, al menos por un tiempo; todo marcado por una banda sonora que podría animar una fiesta interminable.

La música aparece en todos los relatos, es muy palpable, pero ese eje y el nombre lo propuso (el editor) Andrés Cadena cuando trabajamos en el libro. Él decidió llevarlo hacia ese eje musical. Y tenía razón”, explica el autor. 

—¿Cómo fue surgiendo este libro de cuentos?

Saxofón tiene varios años. No me senté a escribirlo como un libro concebido desde el inicio, sino que había cuentos sueltos, de esos que fueron quedando guardados cuando escribí Historia sucia de Guayaquil. Encontrar una idea que los aglutine fue lo más difícil. Si te fijas, hay pequeños nexos entre algunos relatos, no en todos, pero los suficientes para que dialoguen.

—¿Cómo fue volver a estos relatos después de un tiempo? Releerlos…

—Yo siempre releo. Escribir para mí es escribir y corregir. Es un proceso largo. Yo no me considero especialmente talentoso, sino alguien que trabaja mucho.

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—¿Cómo dialogan la violencia y la música en Saxofón?

— Guayaquil no aparece de manera frontal, pero está ahí. Sientes que es una ciudad parecida, aunque no estás del todo seguro de que sea Guayaquil. La idea era que apareciera de forma subrepticia, ya sabes, Guayami. Pero es un libro para una ciudad como Guayaquil porque habla de la violencia, pero también de su ritmo. Guayaquil es una ciudad muy musical, tiene su propio pulso. Por eso la música atraviesa todo el libro: como atmósfera y como identidad.

—Ya no vives en Guayaquil, pero aun así es central en tu obra. ¿La distancia permite ver las grietas?

—Sí. Cuando estás muy cerca no ves la totalidad. Guayaquil necesita ser contada sin inocencia. El amor por la ciudad a veces no te deja decir ciertas cosas y se desperdicia en fantasías. Esa metáfora de la “Perla del Pacífico”, por ejemplo, le ha hecho mucho daño. También la idea de Guayaquil como un país aparte. De alguna manera es una isla dentro del Ecuador y hay que mirarla con distancia.

Guayaquil siempre ha sido una ciudad violenta. No es algo nuevo. Lo que no hemos hecho es verla completamente, desde todas sus formas.

FRANCISCO SANTANA 02
Entre sus obras de no ficción, el autor ha publicado Ecuador escondido Crónicas, Ecuador escondido Retratos y la crónica del libro: Nacido y criado Tentativas para entrar al Barrio Cuba.Cortesía

—Tu identidad, sin embargo, es clara.

—No sé bien qué significa ser ecuatoriano, pero sé perfectamente que soy guayaquileño. Eso no se me va a quitar nunca. Es un sello permanente.

—Y sin embargo no piensas volver…

—Hay otra dinámica en Quito. El silencio me ayudó a concentrarme, a escribir más. En Guayaquil cualquiera podía llegar a mi casa a cualquier hora, con unas bielas, a conversar, y se me cortaba el ritmo. En Quito eso no pasa. Y también puedes ver la dinámica de la ciudad con más honestidad. Cinco años sirven para tomar pausa.

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—Salvo el primer cuento, las mujeres son el eje de las historias.

—Me alegra que lo hayas notado. No es algo que yo ande diciendo todo el tiempo. Para mí el tema sexual es importante y la mujer es central en mi obra. Son personajes fundamentales. No están de adorno ni como fondo emocional. Tienen pensamiento, carácter y una forma de actuar en la ciudad. Por ejemplo, en “Sinfonía en negro”, el cuento no existiría sin esa presencia femenina.

—¿Desde dónde nace esa centralidad femenina?

—Para mí las ciudades son mujeres. No lo digo explícitamente, pero cuando pienso una ciudad, pienso en una mujer. No concibo construir un mundo literario sin la voz de las mujeres. Y no ha sido fácil. Yo no soy mujer, no pienso ni siento como mujer. Por eso, para escribir, necesito escuchar, preguntar, investigar.

No se puede construir un mundo literario —ni una sociedad mejor— sin las voces de las mujeres. Muchos hombres imaginan el mundo femenino sin contar con ellas, y eso me parece terrible. No hay que inventar lo que se puede preguntar de primera fuente.

—¿Eso dialoga con tu lectura de Guayaquil?

—Sí. Aunque se cree que los hombres gobiernan o ejercen la violencia, Guayaquil es una ciudad donde los hombres se someten mucho a las mujeres. Es más conservadora de lo que se cree, y quería mostrar eso.

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—Estás escribiendo tu próxima novela en la Costa. ¿Qué te llevó a refugiarte en Salinas?

—Me vine porque la novela transcurre en la Costa y necesitaba estar aquí para no mentir en ciertos detalles. No quiero inventar cosas. Es una novela más ambiciosa que las anteriores y, como no ocurre en Guayaquil, no tengo todas las referencias. Entonces estoy investigando: observando, preguntando, caminando los lugares.

—¿La novela ya tiene título y un universo definido?

—Se llama Montañita, de manera un poco pretenciosa, porque pasa entre Olón y Montañita. Los personajes viven por Valdivia, por esos sectores. La mayoría de los personajes son mujeres, incluso más que en Saxofón: mujeres potentes, con mundos propios, que funcionan independientemente de los hombres.

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