
Juan José Hoyos plasma una verdad literaria sobre la policía
‘El cielo que perdimos’ reaparece para devolvernos el reflejo de la realidad del narcotráfico y el paramilitarismo
La muerte de El Viejo marca el inicio de la novela ‘El Cielo que perdimos’. Su autor, Juan José Hoyos, lo trazó así en 1990: entre la bruma del ocaso de un padre, despega el largo vuelo de la historia de un periodista desvelado, que persigue los rastros de una muchacha de vestido rojo asesinada.
El sello colombiano Angosta editores –fundado por el escritor Héctor Abad Faciolince– volvió a publicar esa novela en 2021, en la colección Delta. El tono, de frases cortas y escenas en las que los diálogos ilustran como piezas una postal de época, hace familiar y cercana a la ciudad montañosa que es escenario de lo narrado.
“Dentro de unos años, los hijos de nuestros hijos querrán saber el origen de su sombría herencia, la historia de sus pecados recibidos, su negra carga de obstáculos y remordimientos –reseñó el escritor y cineasta Víctor Gaviria–. Entonces sabrán, a través de estas páginas, de esos días de miedo y confusión en los que el antiguo pavor de las noches del campo llegó hasta las ciudades, y la muerte sin móviles conocidos se extendió por los barrios creando calvarios y crucifixiones.”
‘El cielo que perdimos’ es una develación abundante. En la que resuena la incidencia de una verdad: los peores sicarios suelen ser reclutados entre las filas de la policía. O dragoneantes del ejército. Como El Dragón, personaje real a quien Hoyos conoció y llevó a su novela. Al verlo en la cárcel, Juan Fernando –el narrador– recuerda una historia que le habían contado sobre los pájaros del suroeste: “La gente los llamaba sangre de toro. Cuando los cazadores los apresaban y lograban meterlos a una jaula, los animales se enloquecían, se ahorcaban, se estrangulaban mutuamente”.
De sus interminables lecturas de periodistas que escriben literatura –antologó sus crónicas en ‘Sentir que es un soplo la vida’– Hoyos ha sostenido: “Las historias están ahí; uno cree que la literatura es inventarlas, pero están ahí. Hay que tener ojos para verlas y si no se cierra la boca, si no se sabe escuchar, no se podrá narrar”.
Y hay más, también ha dicho que el periodismo busca la exactitud y la literatura busca la verdad. Esas reflexiones se decantan en la mirada sobre un asesino a sueldo: “Un hombre herido, lleno de miedo de que lo matarán, metido entre rejas y sin una pistola (...) Un muchacho descarriado que estaba arrinconado y trataba de escapar. Que no encontraba una salida. Alguien que imaginaba que por fin poseería la libertad en el asesinato, en el acto violento, como tantos otros muchachos de su edad que ahora trabajaban de sicarios...”

Un sobreviviente insomne
Esta honda perspectiva sobre la violencia indiscriminada de la Medellín de los noventa, sin afanes autobiográficos, es lo que a Juan José Hoyos le hace sentirse afortunado de que la publicaran en Bogotá y sólo fueran dos ediciones en esos años, lo cual permitió que siguiera vivo luego de las develaciones que hizo en las páginas de ‘El cielo que perdimos’, sin perder el lirismo y la musicalidad que conforman su estilo.
En un entorno donde los muertos son párrafos de boletines policiales, los uniformados se baten por purgar lo que los contamina. Aunque no se cuente todo, la verdad siempre se conocerá. Incluso la verdad sobre “muertos sin nombre (...) Niños arrancados a la vida. Muchachas caídas en desgracia. Sicarios y víctimas. En el mismo vientre. Todos bajo la misma tierra arcaica donde también estaban enterrados nuestros padres. Muertos que pertenecen a un mundo compartido. Al mismo cielo. A las mismas montañas”.
¿Quién es Juan José Hoyos?
Juan José Hoyos (Medellín, 1953) es escritor y periodista. Dirigió y editó la Revista Universidad de Antioquia. Participó en el International Writing Program de la Universidad de Iowa. Hasta marzo de 2015 fue columnista del periódico El Colombiano. Ha sido profesor titular de periodismo durante más de 25 años.
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