
Gabriela Halac materializa la errancia en los libros
La editora y escritora argentina charla en Quito sobre la edición como práctica artística
La artista del libro y editora Gabriela Halac puso un libro en blanco sobre la balanza. El título sobre el que quiso saber su peso tenía el gramaje de ‘El Periférico de objetos: un testimonio’, del artista interdisciplinario Emilio García Wehbi. La editora también pesó el tomo con sus páginas sobre el grupo de teatro que “significó un parteaguas en la escena experimental e independiente argentina”; lo que quería saber es qué lo distinguía de una edición sin la tinta impresa, sin la muñeca desmembrada de la tapa, para resolver a la pregunta cuál es el alma de los libros.
Su sorpresa fue enterarse de que el tomo en blanco pesaba más que el libro impreso.
El sello es Ediciones DocumentA/Escénicas (A/E) y “el alma de los libros –concluye la escritora argentina– es su ambiente: cambia a través del tiempo”. Se lo contó a los asistentes del Laboratorio ‘Escarbar la bolsa de la ficción’, en el marco de la Fiesta Escénica de Quito. “Editar es un camino muy extenso: el libro se busca, lo hace una comunidad, se lo acompaña a través de narrativas y puestas en escena que permitan su latencia”.
Entonces surge otra de las reflexiones que aparecen como pesadillas en torno a su trabajo editorial: “¿Podemos matar las artes vivas en un libro?”.
A este festival de teatro también han llegado el artista interdisciplinario argentino García Webhi –con otros títulos editados por A/E– y la dramaturga y directora española María Velasco. Fue ella –que acaba de presentar la obra ‘Vendrán los Alienígenas y tendrán tus ojos’– quien le había planteado a Halac, durante otro de sus encuentros en un bar, que “los libros pueden ser la tumba de la obra”.
Lo recordaron ambas durante una charla en el Teatro Variedades. “Hay poemas, flecos, descartes que no están en la obra, la dramaturgia los purgó, expulsó”, dijo Velasco sobre el libro que lleva el título de su obra sobre el amor y que “viaja en una botella: el lector es un coproductor de sentido porque el libro te permite imaginar, escribir entre líneas; mientras que las obras contienen el placer de ver y escuchar, el derecho de reunirnos”.
Ensayos sobre lo que no desaparece
En el libro ‘Visitas a La Perla’ (A/E, 2016), Gabriela Halac expone la experiencia de 10 encuentros con artistas en el espacio donde funcionó un centro clandestino de detención y tortura en Córdoba, Argentina. Esa residencia de “visitas no guiadas” se realizó en 2011, en el Espacio para la memoria La Perla.
El 21 de junio de ese año, a las 21:21, la artista Estela Capdevila “recogió plumas de paloma durante su visita y luego las incrustó en las grietas del tronco de un árbol que está al lado de la playa donde se estacionan los autos” en la acción que llamó ‘Conjuro para atrapar los miedos’. La fotografía de ese conjuro está en el libro y parece mutar en otra frase sobre los riesgos en la puesta en escena que Halac le soltó a María Velasco unos años después: “Al miedo hay que abrazarlo”.

En otro de los fragmentos del libro, Lucas Di Pascuale escribió que “una residencia se parece a un territorio, más o menos circular (...) Ese territorio se conforma en el cruce de biografías y contexto. Un contexto que lo aporta el espacio-tiempo de la residencia y los contextos de los cuales provienen los residentes. A veces un grupo de personas es de por sí un contexto interesante y potenciador”.
Y a veces el libro puede “traer en sí mismo Instrucciones en movimiento, son caminos que se pueden habitar”. Cada proyecto editable requiere recorrer un camino, forjar su ambiente-alma, para convertirse en un repositorio de prácticas artísticas.
El lunes 23 de junio Halac dará la conferencia ‘Del proceso creativo al libro’, con la dramaturga y actriz Lorena Vega, en el Teatro Nacional Sucre a las 18:00.