
Las islas de abandono que La Puntilla oculta en Samborondón
Lujo, colegios y plazas de un lado; calles de tierra y baches del otro. Así conviven dos realidades en la misma zona urbana
El escenario es surrealista. En la parroquia urbana La Puntilla, en Samborondón, aún hay familias que viven entre carencias que contrastan radicalmente con la imagen de modernidad que se impone a lo largo de los 10 kilómetros de su avenida principal. Esa misma vía, donde se levantan urbanizaciones cerradas, plazas comerciales y colegios privados, también conecta con Ciudad Celeste, el epicentro de lo que se promociona como el “Nuevo Samborondón”.
Calles de tierra a metros del progreso
Pero a pocos metros de ese prometido progreso, los recintos San Nicolás y Sabanilla siguen atrapados en el abandono. Sus habitantes viven entre calles de tierra y huecos, sin agua suficiente, sin alumbrado público, sin transporte regular, sin veredas ni aceras, sin áreas verdes.
Es desafiante rodar aquí. Comes polvo, no ves el camino. Te tambaleas entre tantos cráteres.
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“¿Cómo puede hablarse de desarrollo cuando tantas familias siguen excluidas de lo más básico? No tiene sentido”, cuestiona Alejandra Cabello, residente de Entre Ríos, quien suele trotar por esta zona los fines de semana por ser menos transitada.
“A veces vengo solo por la tranquilidad, pero no puedo dejar de ver lo que hay alrededor. Es como correr entre dos realidades opuestas: de un lado, todo está urbanizado, ordenado, lleno de vida; y del otro, todo es tierra y abandono. Y eso, en pleno Samborondón”.
La doble cara de La Puntilla
La historia se repite. Ya ocurrió antes en el Buijo Histórico, que solo tras años de reclamos logró un cambio parcial en su imagen urbana. “Mejoró, sí, pero no del todo”, coinciden sus residentes. San Nicolás y Sabanilla aún esperan ese primer paso.
“Estamos a menos de un kilómetro de Ciudad Celeste, donde todo es hermoso, porque realmente lo es. Pero a nosotros nos falta todo. Somos el patito feo de esta parroquia urbana. Solo vienen cuando hay elecciones. Nos prometen que ahora sí seremos parte del desarrollo, pero luego se van y no regresan. Aquí no ha venido ni el alcalde ni los concejales. A estos últimos ni los conocemos. Y mire cómo vivimos: horrendos huecos dan la bienvenida a nuestra comunidad”, denuncia Adela Medina, vecina de San Nicolás.
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Y no exagera. Para llegar a su barrio, ubicado a no más de 300 metros de la avenida León Febres-Cordero (la de ingreso y salida a Ciudad Celeste), los conductores deben sortear baches tan profundos que hacen tambalear incluso a los vehículos pesados. Ciclistas y motociclistas no han tenido tanta suerte: varios se han caído. Los adolescentes, en cambio, deben caminar entre el polvo hasta la arteria principal para, recién ahí, tomar un trolleybus que los lleve a la avenida Samborondón y, desde allí, llegar a sus colegios, ya sea en la cabecera cantonal o en Guayaquil.
“Aquí comemos y dormimos con polvo. Estamos completamente desconectados de la realidad. La situación raya en lo absurdo”, lamenta otra residente que pidió no revelar su nombre. Lo dice mientras señala lo que hay al otro lado de su calle: pavimento, áreas verdes, cafeterías, colegios de renombre, hospitales privados y proyectos inmobiliarios.
“Me alegro por ellos y por lo bonito que va a quedar todo. Pero sí le pido al alcalde que cuando venga a ver cómo avanza todo eso, también mire hacia los lados. Que vea que al fondo hay ciudadanos que votan, que pagan impuestos, que merecen una vida digna. San Nicolás merece tener un malecón, un parque pequeño, aunque sea una plaza mínima. El Buijo Histórico se desarrolló porque la Alcaldía no tuvo más remedio que atenderlo: las zonas de al lado iban creciendo. Aquí pedimos lo mismo. Si toda esta zona se proyecta como el Nuevo Samborondón, ¿cuándo empieza ese cambio para nosotros? Somos una isla flotando sobre el cemento de la parroquia urbana”, agrega la ciudadana.
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Los residentes aseguran a EXPRESO que los baches de la ruta hacia su comunidad han sido tan grandes que han tenido que cubrirlos hasta con piedras: la profundidad llegaba hasta las rodillas, denuncian.
“En la primera administración del alcalde Juan José Yúnez, él nos pavimentó las vías internas e hizo un coliseo. Pero aseguró que las vías externas mejorarían, precisamente por todo el crecimiento que se proyectaba. De eso han pasado ya unos cuatro años y todo sigue igual… o peor”, señala Matilda Vargas, residente.
Sin embargo, estos problemas no los vive únicamente esta comuna. Unos metros más adelante, Sabanilla comparte inconvenientes similares.

“Aquí no hay agua, pero sí promesas”
Vivimos sin agua ni suficiente luz ni sombra. Acá no llegan las obras, solo las promesas.
Allí, donde hay carteles que anuncian que se construirán las vías del Nuevo Samborondón y la ciudad de los 15 minutos, y donde actualmente se construye un hospital privado, la residente Linda Mora solicita no vivir más entre piedras, penumbras y sin agua.
“Acá, como en Durán, tampoco tenemos agua. Por eso compramos pomas, botellones, lo que se pueda. Una vez a la semana, la Alcaldía nos manda tanqueros, pero resulta imposible vivir siete días con lo que nos dan. Vivimos limitados, realmente”, reconoce la residente, quien solicita a las autoridades pertinentes (“cualquiera o la que quiera ayudar”) que iluminen la vía que conduce hacia su hogar.
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La Puntilla rural también vota, también exige
Para Xiomara Mora, otra habitante, hay días en los que resulta doloroso ver cómo han pasado décadas y ellos han quedado estancados. “Y es que termina siendo gracioso, ¿sabe? Aquí no hay agua, no hay áreas verdes, nos abastecemos en minitiendas, vemos vacas y caballos, patos nadando... Y apenas unos metros más adelante, hay progreso evidente. Somos el campo de La Puntilla. Y ojo, que me gusta la paz y la naturaleza. El problema es que en 30 o 40 años las carencias siguen siendo las mismas”, sentencia.
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Frente a esta situación, el alcalde Juan José Yúnez aseveró que las obras están previstas y que llegarán, y alegó que ambos recintos han sido atendidos.

Coliseos y tanqueros: lo que sí se ha hecho
Que hizo coliseos, brigadas médicas; que en San Nicolás el agua ya llega por tuberías de Amagua; y que en Sabanilla, explicó, se están haciendo estudios para conectarse a la red.
“Sobre las obras de vialidad, todo eso está presente. En San Nicolás, la próxima semana se adjudica ya la pavimentación de la entrada al recinto, con aceras y bordillos. Y en Sabanilla estamos realizando los estudios para la readecuación vial, que va a permitir que el desarrollo privado llegue”, dijo a EXPRESO Yúnez, quien añadió que sectores como La Barranca y San José también están en la lista de intervención.
“El mejor ejemplo de lo que va a pasar es el Buijo Histórico, que estuvo alejado de todo por años, hasta que el desarrollo llegó y permitió potenciarlo. Lo mismo pasará acá. El desarrollo va a llegar”, insistió Yúnez, quien defendió que la ayuda también ha llegado a las escuelas de los recintos mencionados, cuyas aulas “ya no se inundan en invierno, gracias a las intervenciones realizadas”.
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Tras este pronunciamiento, la ciudadanía solo espera que las promesas se cumplan lo antes posible. “Puede que todo esté en proyecto, pero eso no es lo que queremos. Queremos que las ideas se cristalicen, que empiecen a verse los cambios para sentir que sí somos parte de La Puntilla, y no una localidad ajena”, comenta Rosa Moreno, residente del sector.
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