
‘Ruido Blanco’: Un cortometraje que visibiliza el cáncer infantil
El cortometraje ‘Ruido Blanco’, llega a salas de cine de Ecuador. Un retrato del cáncer desde los ojos de un niño
Diana tiene seis años y una sonrisa que esconde una batalla silenciosa. Ella es la protagonista de Ruido Blanco, el cortometraje que busca mostrar al mundo lo que sienten los niños durante las sesiones de radioterapia.
La producción, impulsada por la Fundación Casa Ronald McDonald Ecuador y realizada por Oruga Cine, surgió como una idea de Paradais DDB y se fue amplificando por la agencia Granidea, con un estreno oficial el 2 de octubre en salas ecuatorianas.
“Este cortometraje es un instrumento de comunicación que transmite la lucha contra el cáncer en los niños”, afirma Roxana Muñoz, directora ejecutiva de la Fundación. “Queremos sensibilizar desde la retrospectiva: lo que viven, lo que sienten y todas las emociones de los pequeños. Es una obra magistral, relata sin sonido”.
La ciencia detrás del cortometraje
La historia está contada desde la perspectiva de Diana, quien se hospeda junto a su madre Rudy en la Casa Ronald McDonald, un espacio al que llaman “el hogar lejos del hogar”. Allí, familias que llegan como desconocidos terminan convirtiéndose en un círculo de apoyo mutuo.
El guionista y director creativo Sergio Moraga, explica que la idea nació casi de manera esporádica. También habla del por qué de esta puesta en escena.
“Queríamos transmitir sensaciones, estar dentro de Diana, escucharla y prestar atención a lo que siente", afirma.
Y continúa: "Nuestro reto era materializar lo que antes no se podía: la experiencia emocional de un niño frente a la radioterapia”.
El cortometraje combina escenas reales con metáforas creadas mediante inteligencia artificial, logrando que lo invisible se vuelva imagen.
Y la música tampoco se queda atrás: todos los sonidos fueron extraídos de equipos médicos y hospitalarios, luego transformados en melodías por el estudio Fletcher & Munson. “En medio del ruido encontramos una nota, esa nota se convirtió en escala, luego en armonía, hasta transformarse en una canción completa”, recuerda Gabriel Andrade, director del estudio.

¿La producción sirve como herramienta contra el abandono?
"En Ecuador se diagnostican alrededor de 1.200 casos de cáncer infantil al año, y el 40% de los pacientes abandona el tratamiento, en gran parte por miedo, desconocimiento o desgaste emocional", señala Sergio Moraga.
Frente a esta realidad, Ruido Blanco no se concibe solo como cine, sino como una herramienta para motivar a niños y padres a continuar con su lucha.
“Queremos que esta obra sensibilice a la sociedad y ayude a que más niños completen su tratamiento”. Por ello, el cortometraje también será entregado a diez hospitales pediátricos del país, como un recurso de apoyo para pacientes y familias.
¿Cuál es el propósito?
El estreno de Ruido Blanco busca llegar a más de dos millones de espectadores y participar en festivales internacionales, ampliando su mensaje más allá de Ecuador.
“Poder materializar algo que antes no se podía explicar es un paso gigante. Este no es cine cualquiera, es cine con propósito”, afirma Paola Granja, productora ejecutiva de Oruga Cine.
Para Rudy, madre de Diana, el cortometraje refleja lo que su hija y tantos otros niños viven día a día. Su testimonio refuerza el propósito de la obra: hacer visible lo invisible, abrir una ventana a las emociones que los niños no pueden expresar con palabras.
"Ruido Blanco es mucho más que un corto, es un puente de empatía, un llamado a escuchar el silencio y a transformar el ruido en esperanza", aseguran los miembros de la producción.
Una audiencia que interviene
Durante la proyección previa al estreno, la audiencia participó en un conversatorio junto a los miembros de la producción. En este espacio se abordaron temas como el cáncer infantil, la importancia del apoyo psicológico y la ayuda que la Fundación Casa Ronald McDonald brinda a las familias en situación de vulnerabilidad.
Entre el público surgieron preguntas relacionadas con la creación del cortometraje, así como inquietudes sobre el proceso de traducir las emociones y sensaciones de un niño en imágenes. También se sumaron voluntarios para apoyar a la causa, generando un diálogo que reflejó el impacto y alcance de la obra.
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