Coche bomba Guayaquil
Este 15 de octubre, en la zona afectada hubo locales cerrados, calles vacías, temor generalizado y afectación a turismo y circulaciónCARLOS KLINGER

Entre escombros y miedo, Guayaquil denuncia ser víctima del "abandono estatal"

Tras la explosión del coche bomba, la ciudad enfrenta pánico de vivir bajo amenazas. Muchos acusan al Estado de indolente

Un día después del atentado registrado la noche del martes 14 de octubre en la avenida Joaquín Orrantia González, frente al Mall del Sol, Guayaquil seguía atrapada por el miedo. La explosión de una camioneta cargada con explosivos dejó como saldo un fallecido, al menos 30 heridos y daños materiales en edificios y vehículos, según datos preliminares. Pero el temor se percibía mucho más allá del epicentro: la ciudad reconoció vivir bajo la sombra de la violencia.

Guayaquil paralizado por el terror

Lo que vivimos los guayaquileños fue un acto terrorista. Ahora siento pánico al pensar que los coches bomba pueden explotar en cualquier rincón de la ciudad. La casi nula paz que teníamos se esfumó. Esta guerra recién empieza, no sé qué nos depara y eso me asusta”, reconoció ante EXPRESO Lorena Bazurto, residente de La Garzota, quien la noche del atentado creyó, por el estruendo de la bomba, que un temblor había sacudido la urbe.

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“Mi casa tembló, fue por segundos. Luego todo se calmó y empezaron a sonar las alarmas. A lo lejos vi una luz que parecía quemar. Entonces me dije: ‘No, esto no es un sismo. Es algo peor’”, manifestó, señalando que, por la angustia que sintió, decidió ayer no abrir su consultorio médico ni trabajar. “Temo que todos los centros comerciales, clínicas, colegios y sitios de alta afluencia pueden ser hoy un blanco. Siento terror. Terror de vivir en este país”, sentenció.

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Pero esa sensación de pavor se mezcló con indignación ante lo que muchos denominaron “abandono estatal”.

Críticas y denuncias de abandono estatal

“Murió una persona, están heridas un montón, hay carros y edificios dañados. Testigos que están conmocionados por lo que vieron, que aún tienen en sus retinas grabada la imagen de la explosión. Calles, oficinas y centros comerciales cerrados. ¿Es esta la nueva realidad del Puerto Principal? ¿Hasta cuándo debemos lidiar con las amenazas y los atentados? No es el primero y, por lo visto, no será el último. Presidente Noboa, ¿acaso no quiere a su ciudad? La está dejando morir, caer a pedazos. En este ataque murió ya un ser inocente. ¿Con el peso de cuántas muertes más quiere cargar? Esto es terrorismo puro. Un reflejo del abandono estatal”, criticó la guayaquileña Belén Molineros, quien labora a dos cuadras del sitio donde se registró el ataque, y al que de a poco (y a prisa, como evitando ver el rastro de lo que pasó) en el transcurso de este 15 de octubre empezaron a llegar los trabajadores de hoteles y consultorios que se levantan en el entorno.

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Desde junio, Guayaquil ha registrado al menos cuatro explosiones, sin que hasta el momento existan responsables detenidos, lo que alimenta la indignación y la sensación de abandono entre los ciudadanos.

“Aún hay vidrios” o “El ambiente es de una zona de guerra”, decían en voz baja; mientras fotografiaban los trozos de cemento aún esparcidos sobre el piso y lamentaban la muerte de Wellington Benítez, conocido como Gigo, el taxista guayaquileño de 55 años que se encontraba junto al vehículo con el que trabajaba cuando ocurrió la detonación.

Coche bomba Guayaquil
La explosión de una camioneta cargada con explosivos dejó un muerto y al menos 30 heridos, además de edificios y vehículos -como el de la imagen- afectados.ALEX LIMA

Víctimas y daños materiales

“Pudo ser cualquiera de nosotros. A esta situación estamos expuestos. Nadie nos protege”, repetía una y otra vez Andrea Vacacela, administradora de un restaurante que, como la mayoría de negocios de la zona, no registró visitas ni ventas.

En el lugar, donde se percibía aún el olor a dinamita y los edificios permanecen con fachadas destrozadas, daños en ventanas y techos, y puertas pulverizadas, hubo quienes se retiraron temprano para trabajar desde casa. “Lo están haciendo por precaución. Todos estamos con miedo. Dicen que esto lo provocó una banda criminal, y ellos son capaces de todo. Todos estos edificios pudieron desaparecer. Hubo bombas que no detonaron. Nos salvamos de morir. Esto es una pesadilla”, expresó una ingeniera en sistemas de 27 años, que labora en la zona desde hace tres.

Vecinos y testigos describieron la escena como una zona de caos, con humo, escombros, vidrios rotos y la sensación de que la ciudad vivía en un estado de guerra, mientras las autoridades iniciaban las investigaciones.
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La sensación de vulnerabilidad también alcanzó a Nathalia Lemos, quien debía celebrar su aniversario de bodas en un hotel cercano este fin de semana. Sus suegros habían llegado desde Noruega hace apenas dos días para ser parte del momento. Ahora se vio obligada a cambiar de planes. “Ni mi familia ni mis amigos se sienten seguros. Suspendí todo. Ahora sí, y con justa razón, el mundo le tendrá miedo a Guayaquil, a Ecuador. Estamos abandonados a nuestra suerte”, señaló.

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Mientras la población trataba de asimilar el horror, las investigaciones empezaban a arrojar detalles del recorrido criminal que condujo al atentado, en el que se utilizaron dos vehículos, explotando solo uno de ellos. Los peritajes a las cámaras de seguridad revelaron que los responsables tardaron cerca de 40 minutos en trasladar los vehículos desde la cooperativa San Francisco, cerca de la Penitenciaría del Litoral, hasta la zona donde ocurrió la detonación.

De acuerdo con los reportes policiales, los delincuentes estacionaron los vehículos uno junto al otro, luego prendieron fuego a la camioneta (la que estalló), mientras el otro automotor, también cargado con explosivos, no llegó a detonar. Las autoridades explicaron que esto se debió a que se movió unos metros del sitio inicial, lo que impidió que las llamas alcanzaran e auto.

Coche bomba Guayaquil
La detonación provocó daños materiales en edificios, vehículos y vidrios; las calles cercanas permanecieron parcialmente cerradas.CARLOS KLINGER

El hallazgo de este segundo vehículo reforzó el mensaje de terror y reavivó las críticas hacia las autoridades locales y nacionales, que volvieron a cruzarse acusaciones.

"Estamos hartos de las condolencias, hartos de los tuits que se los lleva el viento"

El alcalde de Guayaquil, Aquiles Álvarez, calificó el ataque como obra de un grupo terrorista organizado y apuntó directamente a la Fiscalía por la liberación de sospechosos. Recordó que tras la explosión registrada en la Bahía en junio pasado, el Municipio entregó videos y evidencias del presunto autor, pero el caso fue archivado. “Hay un grupo terrorista con roles específicos: unos ponen las bombas y otros los sacan de la cárcel si los capturan”, afirmó.

Estamos hartos de las condolencias, hartos de los tuits, que se los lleva el viento. Estamos hartos de los discursos de personas hechas las bravas”, expresó el alcalde al referirse al gobernador del Guayas, Humberto Plaza, quien tras el atentado declaró que buscarían a los responsables “hasta debajo de las piedras”. Álvarez le recordó que tras el atentado de la Bahía, el Municipio entregó videos y evidencias del presunto autor a la Policía y las Fuerzas Armadas, pero la Fiscalía se abstuvo de acusarlo y el caso fue archivado. “Es fácil salir bravito y hablar, pero cuando se les entregan pruebas, no hacen nada”, sostuvo.

Según Álvarez, desde ese ataque han ocurrido cuatro explosiones (incluida la del 14 de octubre), sin que existan responsables detenidos o identificados.

Criminales. Tardaron cerca de 40 minutos en trasladar los vehículos desde la cooperativa San Francisco hasta la zona de detonación.

Investigación y búsqueda de responsables

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Desde el Gobierno central, el ministro del Interior, John Reimberg, señaló directamente a Los Lobos como responsables del atentado y vinculó el ataque con los operativos recientes contra la minería ilegal en Buenos Aires (Imbabura), como represalia de este grupo organizado.

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Entre los ciudadanos, sin embargo, esas explicaciones no alcanzan. “El problema es la inseguridad y el abandono al que estamos sometidos. Esto pasa porque los delincuentes ganaron terreno, porque no hay jueces ni fiscales que actúen, porque tenemos gobernantes indolentes y una Asamblea muda. Esto sucede porque esperan que nos defendamos solos o que nos maten”, lamentó Braulio Romero, habitante de Guayaquil.

Panorama actual luego del atentado con coche bomba en Guayaquil.
Panorama actual luego del atentado con coche bomba en Guayaquil.Christian Vinueza

Negocios a media llave tras el estallido

Tras la explosión registrada la tarde de este martes, en la avenida Joaquín Orrantia, del norte de Guayaquil, el centro comercial Mall del Sol anunció la evacuación de clientes y trabajadores y un cierre temporal. Su actividad, según informó en un comunicado, se reanudará cuando las autoridades lo consideren pertinente.

El hecho no solo dejó un fallecido y una treintena de heridos, sino pérdidas materiales y la interrupción temporal de actividades económicas de una arteria importante de la ciudad en donde confluyen además varios edificios corporativos, hoteles y restaurantes.

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Cerrar un día el Mall del Sol significa cortar las visitas de cientos de personas por día y con ello la afectación de más de 300 locales e islas comerciales, que el año pasado hicieron que el centro comercial genere más de $ 26 millones en ingresos.

“El horario será informado por los canales oficiales de Mall del Sol. Nos mantenemos en coordinación permanente con las autoridades competentes y equipo de seguridad para retomar las operaciones de forma segura”, indicó el mayor centro comercial de la ciudad. Hasta las 14:00 de este 15 de octubre estuvo cerrado.

Tras el ataque, algunos edificios permanecieron cerrados, y trabajadores prefirieron laborar desde casa por precaución.
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Cerca del lugar donde se dio la explosión también operan dos hoteles importantes. El más cercano es el Sheraton, el cual, no obstante, informó que tras activarse todos los protocolos de seguridad, el funcionamiento era normal.

“En el sector hotelero de la zona, los protocolos aplicados permitieron que la gente llegue a sus trabajos como cada día, pues se habilitaron los ingresos que hay para estas emergencias”, se mencionó ayer.

Hugo Rivera, gerente del Tryp By Wyndham, reconoció que lo ocurrido la noche del martes fue “una situación sin precedentes, impactante a todo nivel, sobre todo desde la perspectiva emocional”, dijo. No obstante, al no estar ellos en la zona de la onda expansiva, generada por la explosión, el hotel no registró daños materiales.

La noche del ataque, un segundo vehículo con explosivos fue localizado en la escena, pero no llegó a detonar, lo que evitó una tragedia mayor; ambos automóviles habían sido trasladados desde la cooperativa San Francisco en aproximadamente 40 minutos.

“Al no tener ningún tipo de afectación física, todas las personas que estábamos adentro, al ser clientes, huéspedes o personal del hotel, no tenemos, afortunadamente, ninguna situación que reportar. No hemos tenido que cerrar las puertas, continuamos activos”, dijo. Sin embargo, Rivera admitió de los efectos que un hecho como este podría generar a los negocios.

“Bajas económicas, sin lugar a dudas se van a registrar, lo que podría ocurrir es que algunas personas cancelen sus viajes, sus reservas o eventos, pero aún es pronto para evaluarlo”, sostuvo Rivera.

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