
Claudio Rama: “Los trabajos ya no aceptan profesionales sin competencias digitales”
Para el experto, la educación 5.0 exige que cada profesión se articule con la inteligencia artificial
Claudio Rama es asesor y canciller de la Universidad Nacional Abierta y a Distancia (UNAD) de Colombia para América Latina. Con una larga trayectoria como ensayista, investigador y consultor en políticas educativas, ha escrito libros y artículos en los que analiza las transformaciones que viven las universidades en el marco de la globalización, la virtualidad y, más recientemente, la inteligencia artificial. El experto habló con EXPRESO en la segunda jornada de Innovatec 2025, que se desarrolló en el campus Samborondón, de la Universidad Tecnológica Ecotec.
¿Cómo ha sido la evolución de la educación hacia la llamada educación 5.0?
La educación nunca ha sido ajena a la tecnología. Desde los orígenes, el ser humano inventó herramientas que revolucionaron la forma de transmitir conocimiento: primero el alfabeto, luego la imprenta y los libros, más tarde los medios visuales y auditivos, y ya en los años setenta, la virtualización y las primeras computadoras. Cada etapa marcó un cambio profundo en los modos de enseñar y aprender.
Hoy hablamos de la educación 5.0 porque entramos en una fase distinta: la inteligencia artificial. A diferencia de las tecnologías anteriores, que solo servían para transferir o almacenar información, la IA investiga, aprende y se retroalimenta. Un libro, por ejemplo, puede ser actualizado por su autor, pero no “mejora” por sí mismo. En cambio, un sistema de IA sí lo hace: procesa datos, genera hipótesis y ofrece respuestas que evolucionan con el tiempo. Esa es la diferencia crucial que la convierte en una revolución dentro del sistema educativo.
¿Qué impacto específico trae la inteligencia artificial en el proceso educativo?
La IA introduce algo inédito: una “máquina de investigar”. La historia de la ciencia nos muestra momentos de quiebre: el método cartesiano en el siglo XVII, el cálculo matemático, la informática en los setenta. Cada uno de estos hitos permitió que el conocimiento humano se expandiera. La IA va en esa misma línea, pero con un salto cualitativo mayor: no solo procesa información, sino que interactúa con ella y genera nuevas conexiones.
Esto impacta en todos los niveles. En la investigación académica, acelera los procesos de revisión bibliográfica, análisis de datos y generación de hipótesis. En la enseñanza, transforma la dinámica de las aulas: ya no se trata únicamente de memorizar, sino de saber formular preguntas y trabajar con herramientas que aprenden junto a los estudiantes. Y en la vida cotidiana, cambia la manera en que buscamos información: de las bibliotecas pasamos a Google, y de Google pasamos ahora a sistemas generativos que producen contenido en tiempo real.
¿Están preparadas las universidades de América Latina para este salto tecnoeducativo?
En términos generales, no del todo. América Latina tiene rezagos estructurales importantes. Mientras que en los países desarrollados el sector de telecomunicaciones alcanza el 5 % del PIB, en nuestra región apenas llega al 2,5 %. Esto significa que la infraestructura es limitada: tenemos pocos centros de datos, retrasos en la implementación de tecnologías como el 5G y una baja inserción en redes globales de información.
A nivel institucional, la situación es desigual. Algunas universidades siguen trabajando con métodos muy tradicionales: el profesor dicta, el estudiante toma apuntes, y la evaluación se centra en memorizar lo escrito. Otras han avanzado hacia modelos virtuales, pero la transición es lenta. Incluso en carreras técnicas todavía encontramos procesos manuales, como dibujar planos a mano en arquitectura, cuando ya no basta con usar programas como AutoCAD: ahora se diseñan edificios basados en modelos de IA que calculan flujos de circulación y optimización energética.
Esto muestra que el reto no es solo incorporar tecnología, sino cambiar mentalidades, metodologías y estructuras institucionales.

¿Qué papel deben jugar las políticas educativas en este contexto?
El sistema universitario latinoamericano es muy diverso, y esa diversidad es positiva porque permite adaptarse a diferentes realidades. Sin embargo, muchas veces las políticas públicas buscan imponer homogeneidad, y ese es un error. América Latina es un continente profundamente heterogéneo: no es lo mismo formar un contador para una microempresa que para una multinacional, ni diseñar currículos en zonas rurales que en grandes ciudades conectadas a redes digitales.
Las políticas deberían centrarse en dar mayor autonomía y flexibilidad a las universidades, incentivando la innovación y la investigación. Hoy tenemos tasas de matrícula muy altas, pero tasas de egreso muy bajas por problemas de abandono y deserción. Además, la producción de patentes, proyectos de investigación aplicada y artículos indexados sigue siendo escasa. La clave está en pasar de un modelo que solo forma profesionales a uno que también genere conocimiento y soluciones para la sociedad.
¿Qué tan preparados están los estudiantes y profesionales para esta transformación digital?
En el ciclo digital previo, la informática se convirtió en el lenguaje universal: toda profesión debía complementarse con conocimientos informáticos. En esta nueva etapa, lo mismo sucede con la inteligencia artificial. Medicina más IA, arquitectura más IA, derecho más IA, contabilidad más IA. Quien no entienda este cruce interdisciplinario quedará rezagado en el mercado laboral.
Por eso, el consejo para los estudiantes es claro: no se trata solo de dominar la disciplina elegida, sino de aprender a integrar herramientas de IA en sus procesos de trabajo. El profesional del futuro deberá ser capaz de articular datos, automatizar tareas, interpretar información generada por sistemas inteligentes y, sobre todo, mantener una mirada crítica y ética frente a estas nuevas tecnologías.