
Cecilia Paredes: "La ciencia y la tecnología deben estar al servicio de las personas"
La rectora Cecilia Paredes destaca el giro humano y comunitario que consolida a la Espol como una universidad de excelencia
A propósito del aniversario 67 de la Escuela Superior Politécnica del Litoral (Espol), su rectora Cecilia Paredes reflexiona con EXPRESO sobre el camino recorrido por la institución, su compromiso con las comunidades, la innovación educativa y los retos hacia los 70 años de vida institucional.
—¿Cómo evalúa el avance de la Espol en estos 67 años de historia?
Yo creo que siempre hemos sido reconocidos como una universidad de excelencia técnica, pero el verdadero avance ha sido volvernos una universidad que pone a las personas en el centro. Antes éramos vistos principalmente por nuestros logros científicos y tecnológicos; hoy, además de eso, entendemos que la ciencia y la tecnología deben estar al servicio de las personas y de la sociedad.
En estos 67 años hemos aprendido que detrás de cada innovación hay una historia humana, y que cada investigación o proyecto tiene sentido cuando mejora vidas. La Espol ha avanzado al conectar con la comunidad, acompañarla y tenerla presente en todas sus acciones. Hemos logrado un equilibrio entre el rigor académico y la empatía social.
Una universidad con rostro humano
—¿Qué es lo que más la llena de orgullo en este aniversario?
Lo que más me alegra es ver las historias que se han tejido dentro de nuestra comunidad. Personas que, con esfuerzo, perseverancia y sueños, han logrado ingresar a la Espol y hoy son profesionales que aportan al país. Detrás de cada estudiante hay una historia de superación, y nuestro deber como universidad es brindarles las herramientas y la red de apoyo necesarias para que puedan crecer.
La educación, para muchos de ellos, es la llave que abre la puerta al ascenso social. Por eso digo que la Espol es una universidad humana: porque no solo forma ingenieros o científicos, sino personas conscientes, solidarias y comprometidas. Me siento profundamente orgullosa de ser rectora de una universidad así, donde el talento y la sensibilidad van de la mano.
La academia que sale al encuentro del país
—La academia se ha vinculado con el sector público, privado y con la sociedad civil. ¿Cómo se han fortalecido esos lazos?
Cuando asumí la rectoría en 2017, sabía que la Espol tenía un potencial inmenso, pero también entendí que debíamos fortalecer nuestras conexiones con otros sectores. Las alianzas no se construyen de la noche a la mañana; requieren confianza, diálogo y apertura. Hemos salido de nuestra zona de confort, de nuestros campus, y hemos ido hacia los lugares donde están los problemas, las necesidades y las urgencias.
La universidad pública debe tener un compromiso con el entorno. No basta con generar conocimiento o publicar artículos; ese conocimiento debe servir para resolver problemas reales. Hemos aprendido a trabajar con empresas, con gobiernos locales y con comunidades, demostrando que la investigación universitaria puede traducirse en bienestar. La cooperación y la co-creación son hoy pilares de nuestra gestión.
Proyectos que cambian vidas
—¿Qué proyectos destacaría en este aniversario?
Hay muchos proyectos que reflejan nuestro espíritu transformador. Uno de ellos es el programa de acción comunitaria, donde nuestros estudiantes van a comunidades rurales a desarrollar habilidades técnicas y sociales. Allí aprenden a empatizar, a escuchar y a comprender que su profesión puede cambiar vidas.
Un ejemplo concreto es el programa de cosecha de agua en Manglaralto, donde comunidades enteras que antes carecían de este recurso ahora cuentan con un sistema que abastece a más de 20.000 personas. Estudiantes de ingeniería civil, geología y minas lograron recuperar pozos, y al mismo tiempo enseñaron a la comunidad a cuidar ese recurso.
Otro proyecto significativo se desarrolla en el Golfo de Guayaquil, donde, a través de la Facultad de Ingeniería Eléctrica, llevamos soluciones de energía solar y acceso al agua a comunidades que antes no tenían servicios básicos. Son logros que demuestran que la ciencia aplicada puede ser una herramienta de justicia social.
Y no puedo dejar de mencionar el programa Dona Futuro, que me toca profundamente. Empresarios y graduados politécnicos aportan para que jóvenes de escasos recursos puedan continuar sus estudios. Muchos de ellos llegan a clases sin haber comido, pero lo hacen porque saben que esta educación transformará sus vidas y las de sus familias. Esa determinación es, para mí, la esencia del espíritu politécnico.

Innovación desde el corazón de Guayaquil
—El campus de Las Peñas ha despertado gran expectativa. ¿Qué se proyecta con el Distrito 100?
Con el apoyo del Banco Interamericano de Desarrollo, estamos impulsando la iniciativa Distrito 100, un espacio donde convergen emprendedores tecnológicos, empresas innovadoras y proyectos de desarrollo urbano. Nuestro objetivo es conectar la oferta académica con las necesidades reales del mercado y la sociedad.
Queremos que los jóvenes no tengan que irse a otros países, como Chile o México, para emprender o desarrollar tecnología; queremos que puedan hacerlo desde Guayaquil. Además, creemos que no hay suburbios sin centro: es necesario revitalizar el corazón de la ciudad.
Por eso, el campus de Las Peñas no será un espacio cerrado. Queremos un campus abierto, integrado con la comunidad, donde los vecinos se sientan parte y donde surjan nuevas oportunidades para niños, jóvenes y adultos. La ESPOL nació en Las Peñas, y regresar allí tiene un sentido simbólico: es volver a las raíces para impulsar el futuro.
El futuro: expansión, inclusión y compromiso
—De cara al aniversario 70, ¿cuál es la proyección de la Espol?
Miramos hacia el futuro con una visión clara: llegar a más territorios del país. Estamos trabajando en un proyecto en Galápagos, que busca extender nuestra oferta educativa y de investigación hacia regiones que históricamente han estado alejadas de la educación superior. Queremos que los jóvenes puedan estudiar y transformar sus comunidades sin tener que abandonar sus hogares.
También proyectamos fortalecer la presencia internacional de la ESPOL, ampliando redes de colaboración académica y científica. La idea es seguir demostrando que la inversión en la educación pública vale la pena.
La Espol ha sido, es y seguirá siendo un motor de desarrollo para Ecuador. Cada etapa ha tenido sus líderes y desafíos, y vendrán otros rectores o rectoras que pondrán su sello, su estilo y su visión. Pero hay algo que no cambiará: el ADN politécnico, que combina innovación y compromiso con el país.