
Más de 158.000 jóvenes abandonan la universidad cada año en Ecuador: ¿Cómo cambiarlo?
La orientación vocacional busca revertir la tendencia de deserción universitaria
En Ecuador, cerca del 20,46 % de los universitarios abandona sus estudios, lo que equivale a más de 158.700 jóvenes que cada año dejan las aulas por falta de conexión con sus verdaderas pasiones. Frente a esta problemática, revelada por la Universidad de las Américas (UDLA) la apuesta académica está dirigida a una educación que parte del autoconocimiento y la orientación vocacional como pilares del éxito académico y personal. Otras instituciones como la Universidad Católica de Santiago de Guayaquil (UCSG) también buscan que cada estudiante elija una carrera alineada con sus intereses, lo que disminuya la deserción y potencie la satisfacción profesional.
El fortalecimiento de una red que de orientación vocacional
El psicólogo y orientador vocacional de la UDLA Francisco Rosero explica que “cuando una persona elige una carrera o profesión alineada a sus intereses, la tasa de deserción disminuye en la medida en que existe un motor emocional que impulsa el desarrollo de las habilidades y aptitudes”, asegura.
Rosero enfatiza que la orientación vocacional no predice el futuro, sino que “acompaña a los jóvenes y a sus familias en un proceso de toma de decisiones responsables que reduce los riesgos de deserción o cambios de carrera”. El especialista destaca la importancia de identificar habilidades, intereses y aptitudes desde la educación secundaria, para fomentar elecciones autónomas y coherentes con la realidad económica y emocional de cada persona.
El proyecto educativo también pone el foco en el desarrollo de las habilidades blandas, competencias cada vez más valoradas por el mercado laboral. “El trabajo en equipo, el liderazgo o la toma de decisiones son transversales a todas las profesiones”, señala Rosero. Estas se potencian a través de metodologías activas, juegos y simulaciones que preparan a los estudiantes para los desafíos de un entorno laboral cambiante. Según el docente, el propósito no es solo formar profesionales competentes, sino personas capaces de adaptarse, comunicarse y liderar con empatía.
El colegio una etapa de desarrollo y toma de decisiones
Para el psicólogo y educador Luiggi Sáenz de Viteri, las universidades deben acompañar a los jóvenes en la construcción de su propósito de vida. “Los estudiantes se encuentran en una etapa de desarrollo emocional que cuestiona sus elecciones; por eso, contar con procesos estructurados que fomenten el descubrimiento de sus intereses mediante estrategias institucionales o convenios intercolegiales es fundamental”.
Sáenz subraya que las habilidades blandas han cobrado más valor que las certificaciones técnicas, porque permiten conectar con las personas, empatizar y generar bienestar en contextos laborales marcados por la incertidumbre y el estrés.
Ambos especialistas coinciden en que educar desde la vocación no es un lujo, sino una necesidad social. En un país donde la deserción universitaria implica la pérdida de talento humano y oportunidades, promover una formación que integre autoconocimiento, acompañamiento y habilidades humanas representa una inversión en el futuro.
Jóvenes que deben conectar con sus pasiones
La psicológa y docente de la UCSG, Ginger Ruiz, también alude, que hoy en día las universidades buscan no solo reducir la deserción universitaria, sino construir una educación que conecte con las pasiones, las emociones y los sueños de los estudiantes, fortaleciendo así la relación entre la universidad, el trabajo y la vida. "Queremos que los jóvenes vivan su vocación antes de tomar una decisión definitiva. Porque se debe pensar de forma integral", asegura.