
Condensador social en Durán se propone para sustituir el abandono con arte y economía
Dos arquitectas diseñaron un espacio para actividades culturales, educativas y gastronómicas junto al río Guayas
Basura regada por doquier. La poca vegetación está seca, sin vida, y aun así sobresale en medio de la tierra. Una decena de árboles son el único toque natural que tiene el terreno.
Podría ser la descripción de un desierto o una zona abandonada, pero es un terreno ubicado en pleno centro de Durán, a pocos metros del Municipio.
En el espacio, de unos 5.000 metros cuadrados, suelen instalarse circos, pero generalmente pasa botado y sucio. Lo revela Leonardo Rugel, quien reside al frente del terreno, que está junto al río Guayas.
Rodeado por las calles Manabí, Cuenca y Quito, el solar puede ser aprovechado para dar oportunidades a las mujeres, niños y jóvenes del cantón, tan golpeado por la inseguridad y el abandono estatal.
Esto incluso porque al lado, hacia la avenida Loja, está otro terreno, de 3.700 metros cuadrados, que es utilizado como estacionamiento de autos y motos.
Estos son los dos terrenos donde se propone la construcción del condensador social
María Fernanda Cárdenas
Ahí, donde el panorama es de abandono, María Fernanda Cárdenas Delgado y Magdiel Abigaíl Escobar Espejo vieron la oportunidad de crear un espacio que fomente la cultura, la gastronomía, el aprendizaje e incluso el comercio local.
Su propuesta fue publicada este año como tesis para obtener el título de arquitectas, en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo (FAU) de la Universidad de Guayaquil.
Un condensador social como equipamiento comunitario, al que denominaron Eloy Alfaro, fue el planteamiento que hicieron para la parroquia del mismo nombre. Es una de las tres urbanas que tiene el cantón, además de El Recreo y Divino Niño.

Cárdenas, quien siempre ha vivido en Durán, califica a su ciudad como “creativa”, pero carente de lugares para fomentar el potencial humano e incluso su historia con el ferrocarril.
Ella menciona que la Biblioteca Municipal Rosa Pazmiño y la antigua estación del tren son dos de los pocos espacios referenciales que tiene la ciudad. Por eso, incluyeron algo que considera una necesidad ciudadana sin respuesta: un museo.
Impulsar la cultura y la economía en Durán
Magdiel Escobar
El diseño incluye salas para galerías y exposiciones, así como para enseñanza de actividades técnicas, artesanales, artísticas, tecnológicas y de emprendimiento, que sería otra utilidad del condensador. Se darían talleres de cocina, repostería, panadería, costura, carpintería, electrónica, pintura y cerámica.
La cercanía al río es otra de las ventajas que proponen aprovechar, con la implementación de un muelle y jardines, en los que incluso se podría realizar teatro al aire libre.
Para impulsar la economía local y a quienes participen de los talleres, se levantaría una plaza con locales gastronómicos, para disfrutar de deliciosos platos al pie del río.
Cárdenas resalta que con el muelle se ayudaría también a quienes practican canotaje en Durán y que no cuentan con espacios adecuados.
“Brindar a los jóvenes y a la comunidad en general un espacio que sea aprovechado era importante para nosotras, pues hay esta sensación de que el centro es un lugar que puede ser apropiado por la comunidad para que la gente recupere la identidad local y también su sentido de pertenencia de estos espacios”, plantea Cárdenas.
David Hidalgo, quien fue tutor de la tesis, sostiene que las actividades que se proponen en el condensador para la ciudadanía “pueden mejorar su calidad de vida y tienen un efecto muy positivo para la juventud en su formación integral”.
Él resalta que el diseño del condensador busca que se convierta en un “hito y nodo para la ciudad”, debido a su cercanía con centros educativos y espacios públicos como parques.
“Podría convertirse en un centro o un núcleo que reúna a instituciones y espacios cercanos”, resume Escobar.
Escuchar a la ciudadanía para combatir la inseguridad
Ella asegura que con el movimiento que atraería un lugar así, la tan anhelada seguridad en Durán podría garantizarse con las personas asistiendo a aprender alguna actividad, participando en exposiciones o acudiendo a contemplar el río.
“Al momento de planificar todo este tipo de espacios, creo que es muy importante la voz de la comunidad, porque si uno no escucha a la gente, es donde empieza una planificación desorganizada”, advierte Escobar.
Y eso es precisamente lo que los habitantes de Durán les piden a las autoridades: ser escuchados. No solo para que el terreno donde se plantea el condensador deje de tener basura, sino para que el agua potable y la iluminación de calles lleguen pronto a un cantón olvidado.
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