
La conexión entre clima y salud mental: enfoque en el bienestar de los guayaquileños
Expertos y moradores revelan cómo el clima influye en el comportamiento, la energía y las emociones de la gente
Bufandas y buen ánimo: Guayaquil se refresca… y también sus emociones. Los suéteres y las chaquetas se han vuelto parte del paisaje urbano de Guayaquil en julio de este año. Con temperaturas mínimas que han descendido hasta los 20 °C, algo inusual para la época seca, la ciudad vive una sensación térmica un poco más baja que en años anteriores. Esto, según los expertos, no solo ha modificado la rutina de los ciudadanos, sino que también ha influido en su salud mental y estado emocional.
“Yo soy feliz de julio a noviembre en Guayaquil. Entre más frío, me siento mejor. Camino más, salgo a trotar, ahorro electricidad y estoy de mejor humor”, dice Julio García, guayaquileño de 38 años. Su testimonio es uno de tantos que refleja el efecto positivo que puede tener el clima en el ánimo de las personas.
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El clima y la mente: una relación científicamente comprobada
El psicólogo clínico José Salinas explica que las condiciones climáticas no son neutras para el bienestar emocional. “El ser humano es una interacción entre lo físico, mental y social. Un día oscuro puede apagar más a alguien con ansiedad o depresión. Mientras que una mañana soleada puede animar a otros, especialmente a quienes trabajan en la calle”.
Salinas enfatiza que “el clima es un factor externo que impacta nuestro sistema neurobiológico, activando o inhibiendo ciertas emociones. Cuando hay frío o días nublados, algunas personas se sienten más introspectivas, lo que puede ser un reto si ya tienen trastornos de ánimo. En cambio, la luz solar, al estimular la serotonina, tiene un efecto regulador que puede mejorar el humor y la energía”. Sin embargo, advierte que “la reacción al clima es muy personal y depende también de la red social y el entorno en que cada persona se desenvuelve”.
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Te amo frío de Guayaquil pero me provocas una alergia de LPTM🤧
— Sƚҽρԋα 🕸️🎀 (@StephanespinoV) July 16, 2025
Según Salinas, hay evidencia de que la exposición al sol eleva los niveles de serotonina, neurotransmisor vinculado a la sensación de bienestar. Pero también advierte que no hay una regla universal: hay quienes se sienten más activos con el frío y otros que experimentan decaimiento. “Todo depende del estado emocional previo y la percepción individual”, aclara.
Carolina Acevedo, residente de la ciudadela Kennedy, no puede estar más de acuerdo. “Podría jurar que el frío me tiene de un ánimo súper chévere. Me levanto temprano, hago ejercicio, veo películas en el balcón. He leído que el frío entristece, pero en mi caso es todo lo contrario”.
Más frescura, más bienestar... ¿o más enfermedades?
El bienestar emocional que muchos experimentan por el clima fresco convive con un repunte de enfermedades respiratorias en la ciudad. Según el Ministerio de Salud Pública, hasta finales de junio Guayas registraba 435 casos graves de infecciones respiratorias, mientras que el Municipio contabiliza más de 60.000 atenciones médicas por afecciones respiratorias hasta mediados de julio.
El Hospital Los Ceibos del IESS atiende unos 60 casos semanales, y médicos como el neumólogo Daniel Larriva y el pediatra Robert León confirman un aumento de cuadros respiratorios, incluso en niños sin antecedentes. “Los virus son más agresivos y la población está menos protegida, ya no usamos mascarilla ni ventilamos bien los espacios cerrados”, alerta Iván Chérrez, director médico del Centro Respiralab.
El papel del entorno urbano
Desde otro ángulo, el especialista en agroecología y desarrollo sostenible Xavier Salgado destaca cómo el entorno urbano puede amplificar los efectos del clima sobre la salud mental. “Este es un buen momento para salir a caminar, ejercitarse, respirar; el viento y la baja presión térmica lo permiten. Pero no siempre es así. En los meses calurosos, sin árboles ni sombra, el malestar ciudadano se eleva”.

Salgado añade que “la ciudad construida sin suficiente vegetación genera ‘islas de calor’ que afectan la calidad de vida y el bienestar mental. Los árboles no solo refrescan físicamente, sino que también tienen un impacto positivo en la salud emocional, pues conectan a las personas con la naturaleza y reducen los niveles de estrés. Por eso, apostar por corredores verdes en Guayaquil no es solo una cuestión estética o ambiental, sino una necesidad urgente para el bienestar integral”.
Para Salgado, el bienestar climático actual es una oportunidad para repensar la ciudad. “Necesitamos con urgencia corredores verdes, más árboles que generen microclimas. No podemos esperar a que vuelva el calor extremo para lamentar su ausencia”.
Entre el alivio y el estornudo
Aunque la ciudadanía disfruta del “respiro” climático, no todo son buenas noticias. La baja temperatura también ha sido terreno fértil para la gripe, el asma y otras afecciones. Sin embargo, muchos parecen estar dispuestos a pagar ese precio por dormir mejor, salir más y dejar de usar el aire acondicionado.
“Estornudo más…, sí; pero ya no tengo calor. El mal humor se me ha quitado. Esta ciudad hierve normalmente, y ahora al menos puedo respirar con tranquilidad”, expresa Bruno Briones, vecino del centro.
No me voy a quejar del frío, porque al menos con un suéter pasa, PEROOO cuando mi Guayaquil es un horno, es más insoportable que ex arrepentido.
— yujanvillavicencio 💜🤍💚 (@yujisvs) July 15, 2025

¿Hasta cuándo durará este clima?
Según el Inamhi, este patrón climático continuará al menos hasta finales de julio. La combinación de nubosidad densa, humedad alta y vientos fríos ha hecho que incluso cuando el termómetro marca 22 °C, la sensación térmica sea de 20 °C o menos. A esto se suma una reducción en las temperaturas máximas, que no han superado los 29 °C, muy por debajo de los 32 o 33 °C habituales.
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Este contraste entre mañanas frías y tardes cálidas crea una percepción más llevadera del clima, lo que ha generado un impacto notable tanto en la rutina como en la salud emocional de los guayaquileños.
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