Sueños
Estudios realizados en España y Reino Unido revelan que el uso nocturno del celular deteriora el sueño y aumenta la ansiedad.Cortesía

Appstinence: el método de Harvard para dejar la adicción al móvil paso a paso

El método Appstinence propone un proceso gradual para reducir la dependencia del teléfono y promover un uso más consciente

El uso excesivo del móvil se ha convertido en un fenómeno global que afecta especialmente a los jóvenes. Ansiedad, estrés, depresión, falta de concentración y problemas de sueño son algunas de las consecuencias que han identificado investigaciones recientes realizadas en España y Reino Unido. Según la docente e investigadora Vanessa Caba Machado, de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR), este comportamiento problemático no solo merma la salud mental y física, sino también la calidad de las relaciones personales y el rendimiento académico de quienes no logran establecer límites con la tecnología.

Appstinence: el método creado en Harvard

Frente a este panorama surge Appstinence, un método diseñado en Harvard que propone un proceso gradual para desengancharse de las aplicaciones móviles más problemáticas. Su estrategia contempla cinco pasos: reducir el acceso a las aplicaciones, desactivar cuentas, eliminar programas del dispositivo, usar un teléfono más simple e, incluso, llegar a dejar el móvil por completo. “Lo importante no es desconectarse de forma abrupta, sino lograr un aprendizaje transformador que nos permita usar la tecnología de manera saludable y equilibrada”, explica Caba a EXPRESO.

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El movimiento también pone énfasis en que no todas las personas viven el impacto digital de la misma manera. Factores como la edad, el entorno laboral, la educación o la personalidad influyen en la relación con el móvil, por lo que la estrategia debe adaptarse a la realidad de cada individuo. Por ello, más allá de un manual rígido, Appstinence se presenta como una herramienta flexible de autoconocimiento y control.

Más allá de apagar el teléfono: encender la vida real

Para reducir el tiempo de pantalla, la investigadora recomienda acciones concretas como registrar el uso diario del móvil, practicar actividades presenciales sin pantallas, evitar el dispositivo antes de dormir y trabajar en competencias emocionales y sociales. En el caso de niños y adolescentes, la supervisión de los padres y la educación digital son esenciales para establecer límites claros y promover un uso consciente. “La clave no está en la prohibición, sino en enseñarles a usar la tecnología de forma crítica y responsable”, subraya Caba.

En este escenario, las instituciones educativas y las familias se convierten en aliados indispensables. Desde fijar normas claras hasta crear espacios sin pantallas o enseñar sobre riesgos como el ciberacoso y el sexting, el objetivo es formar a las nuevas generaciones en valores, pensamiento crítico y autorregulación. Porque al final, más que apagar el teléfono, se trata de encender la vida real.

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