Niños superdotados
Identificar a tiempo a un niño talentoso puede marcar la diferencia entre un futuro frustrado y uno lleno de oportunidades.Gabriel Cornejo

Altas capacidades: un reto pendiente para la educación y la psicología en Ecuador

Las altas capacidades no son un privilegio, sino una necesidad educativa específica que merece atención diferenciada.

En Ecuador, el debate sobre las altas capacidades intelectuales empieza a abrirse paso entre la comunidad académica y educativa. Aunque se trata de un tema todavía poco visibilizado en el país, los profesionales coinciden en que el desconocimiento y los mitos sociales han impedido que muchos niños y jóvenes desarrollen plenamente su potencial. Reconocer y atender a tiempo estas características puede marcar la diferencia entre un estudiante motivado que logra transformar su entorno y otro que se ve atrapado por la frustración o el desinterés.

Brenda Buccelli, psicóloga clínica, docente de la Universidad de Especialidades Espíritu Santo (UEES) y directora del Centro Ecuatoriano para el Desarrollo y el Alto Potencial (CEDAP), explica que las altas capacidades no son un trastorno ni una enfermedad, sino un modo distinto de configuración cerebral. “Estas personas suelen ver el mundo de manera diferente, aprenden más rápido y son muy eficientes, pero también tienden al perfeccionismo y pueden tener niveles altos de frustración si no reciben la atención adecuada”.

Según Buccelli, el concepto incluye tres dimensiones: inteligencia por encima del promedio, rasgos de personalidad y características emocionales. En el país, se distinguen dos categorías principales: la superdotación, presente en aproximadamente el 2% de la población, y el talento, que alcanza al 14%. “Esto quiere decir que de cada 100 personas, al menos 10 podrían tener altas capacidades, pero muchas veces no lo percibimos porque no tenemos las herramientas para verlo”, señala la especialista.

Entre la confusión y la doble excepcionalidad

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Uno de los problemas más frecuentes es la confusión con diagnósticos como el autismo. Buccelli aclara que mientras el autismo es un trastorno del neurodesarrollo, las altas capacidades responden a una configuración distinta del cerebro. No obstante, existe lo que se denomina doble excepcionalidad, cuando una persona puede presentar altas capacidades junto con un diagnóstico como el autismo, lo que complica aún más la identificación y el acompañamiento.

En Ecuador, el proceso de atención se articula a través de las Unidades Distritales de Apoyo a la Inclusión (UDAI), que realizan evaluaciones y determinan las medidas necesarias en el ámbito educativo. Sin embargo, el sistema público suele estar saturado, por lo que muchos padres recurren a centros externos como el CEDAP, que desde 2018 brinda acompañamiento en Guayaquil. Allí no solo se atiende a las familias, sino que se desarrollan programas de investigación y proyectos pilotos con instituciones educativas.

La psicóloga enfatiza que la identificación temprana es clave. “No hablamos de un problema que se cura, sino de un potencial que se potencia. Estas personas vivirán toda su vida con altas capacidades, y lo que podemos hacer es darles las herramientas para que crezcan con seguridad y equilibrio emocional”, comenta.

Congreso de Humanidades
El reciente Congreso de Humanidades de la UEES reunió a académicos, investigadores y artistas para dialogar sobre educación y psicología, y la intervención a las altas capacidades.Cortesía

El papel de la educación

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Desde el ámbito pedagógico, el desafío es igualmente complejo. Gladys Lindao, directora de la carrera de Educación de la UEES, recalca que la clave está en la flexibilidad docente y el conocimiento cercano de cada grupo. “No existe una sola metodología que funcione para todos. El constructivismo, por ejemplo, es valioso, pero debe combinarse con límites, valores y estrategias dinámicas que permitan adaptar la enseñanza a cada estudiante”.

Para Lindao, las tecnologías cumplen un rol fundamental en las aulas del siglo XXI, siempre que no reemplacen la esencia del docente como mediador. “El profesor tiene que estar preparado para identificar las necesidades, diferenciar el ritmo de aprendizaje y crear estrategias sobre la marcha. A veces, una metodología que funcionó ayer no sirve hoy, porque cada estudiante cambia según su realidad personal y social”, explica.

El constructivismo sigue siendo la corriente pedagógica más difundida, pero la especialista insiste en que no es la única. “El estudiante debe construir conocimiento, sí, pero bajo la guía de un docente que también forme en valores, en respeto y en ética. No se trata de dar libertad absoluta, sino de acompañar con responsabilidad para que ese talento no se pierda”.

Riesgos y oportunidades

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Ambas profesionales coinciden en que los riesgos de no atender adecuadamente a los estudiantes con altas capacidades son reales. La frustración, la falta de retos académicos y el aislamiento social pueden desencadenar problemas de ansiedad o depresión. Por eso, la atención diferenciada, los programas extracurriculares y las adaptaciones curriculares no son un lujo, sino una necesidad.

“Hay chicos que van una vez al año a consulta, cuando lo requieren. No se trata de que deban estar siempre en terapia, sino de tener espacios donde recurrir cuando enfrentan un cambio o un reto emocional”, aclara Buccelli. Por su parte, Lindao insiste en que el acompañamiento docente debe ir más allá del aula y generar un vínculo humano. “Un niño con altas capacidades puede ser brillante en lógica, pero quizá necesita apoyo en su desarrollo emocional. El reto es verlos de manera integral”.

Un camino por recorrer

En un país donde aún se confunden las altas capacidades con diagnósticos clínicos o se relegan al terreno de la “exigencia académica”, la tarea pendiente es visibilizar, sensibilizar y crear políticas públicas sólidas. El instructivo actual del Ministerio de Educación establece medidas ordinarias —como la compactación curricular y el enriquecimiento de contenidos— y extraordinarias —como la aceleración académica—, pero en la práctica, pocos colegios logran aplicarlas plenamente.

El desafío, tanto para la psicología como para la educación, es consolidar una red que permita identificar y acompañar a los estudiantes desde temprana edad, evitando que su potencial quede oculto o malinterpretado. Como resume Buccelli: “Las altas capacidades no tienen límite, viven con la persona. Nuestro trabajo es asegurarnos de que ese potencial no se convierta en frustración, sino en oportunidad para transformar vidas”.

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