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El fracaso del hombre racionalFREEPIK

La psicología y su evolución: por qué seguimos luchando con nuestra naturaleza

De Wundt a las superinteligencias, la psicología revela que el mayor desafío humano sigue estando dentro de nosotros

La psicología como ciencia nació con el trabajo de Wilhelm Wundt, psicólogo alemán cuya meta era medir objetivamente la conducta. Antes de él, el estudio del comportamiento humano pertenecía a los filósofos o a la Iglesia, dos instituciones que no siempre convivieron en paz. David Hume, pensador escocés del siglo XVIII, propuso que los seres humanos aprenden todo a partir de las sensaciones.

Los estímulos del entorno generan respuestas en nuestro sistema nervioso y, con el tiempo, se consolidan emociones, hábitos y conductas. Fue una idea revolucionaria: permitía pensar al ser humano sin dividirlo entre ángel y demonio, una vía para comprendernos sin recurrir a explicaciones religiosas. Al dejar atrás la dualidad bien/mal, el ser humano pasó a ser la respuesta razonada a su entorno.

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Cuando el progreso no basta

Esta propuesta surgió en pleno auge de la Ilustración, cuando la razón se alzaba como ideal supremo. Los avances del conocimiento lograron que el mundo se volviera un espacio controlable, ordenable, al servicio del bienestar humano.

Sin embargo, una vez conquistadas el hambre, las enfermedades y las guerras constantes, el hombre se vio amenazado ya no por peligros externos, sino por fuerzas internas, provenientes de su misma naturaleza. 

Para gran decepción de Hume, el ideal de un hombre adaptado plácidamente a un entorno bien calibrado resultó ser nada más que eso: un ideal.

Hoy, en pleno siglo XXI, con las necesidades básicas cubiertas en amplias regiones del planeta, la violencia sigue siendo un fenómeno profundamente humano y difícil de comprender. Personas que jamás han carecido de techo ni alimento cometen actos que incluso en la Edad Media habrían sido considerados brutales.

Esto revela que la dualidad en el ser humano no desaparece simplemente mejorando sus condiciones materiales. En este momento histórico -el de las superinteligencias- nos enfrentamos a un nuevo desafío: aceptar que la adaptación perfecta no existe, y que el ser humano conserva una dimensión irracional, una parte que no se acomoda completamente a la realidad, ni siquiera cuando esta le es favorable.

Ese es, quizás, el mayor reto contemporáneo: colocar al sujeto, su vida psíquica, su relación con los otros y consigo mismo, en el centro de la reflexión. Así como aprendimos a no temerle a la naturaleza gracias al desarrollo técnico, necesitamos ahora las competencias sociales, políticas y psicológicas que nos permitan vivir con mayor claridad y armonía, tanto con nosotros mismos como con quienes nos rodean.

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