
Entre guitarras, voces y memoria: el pasillo toma los escenarios de Quito
De los clásicos a las nuevas interpretaciones, un festival celebra al emblemático género musical ecuatoriano
En Quito, el pasillo vuelve a resonar en calles y auditorios, pero no como un simple eco del pasado: sus acordes tradicionales se entrelazan con interpretaciones renovadas que dialogan con lo contemporáneo. Con la llegada de octubre, se inaugura también el Festival del Pasillo Ecuatoriano, un espacio que busca revitalizar este género musical emblemático del país y acercarlo a nuevas audiencias.
Tatiana Carrillo, coordinadora del Centro Cultural Mamacuchara, sede de los elencos de la Fundación Teatro Nacional Sucre, explica que la edición de este año amplía la experiencia más allá de los conciertos, incorporando recitales didácticos que fomentan la participación y el diálogo entre artistas y público.
“El pasillo es un género con una historia profunda dentro de la música nacional. Nuestro objetivo es presentarlo en toda su dimensión y demostrar que sigue siendo un puente que conecta generaciones”, dice Carrillo.
Una de las novedades de esta edición será la incorporación de tertulias, una propuesta que busca acercar a los asistentes a la dimensión humana de los artistas. “Queremos mostrar cómo viven, cómo piensan y cómo se relacionan con la música en su día a día. No se trata solo de interpretar, sino de compartir historias”, explica.
Los invitados de las tertulias son Gerson Eguiguren, quien se presentará el 15 de octubre; Alex Alvear, el 22 de octubre; y Marisabel Albuja, el 29 de octubre. Todas las sesiones se llevarán a cabo en el Auditorio Raúl Garzón del Centro Cultural Mamacuchara.
Despejando los mitos
El pasillo es un género musical que surgió a finales del siglo XIX y se consolidó en el siglo XX como uno de los símbolos de la identidad nacional. Sus raíces provienen de la fusión de ritmos europeos, como el vals, con elementos autóctonos y afrodescendientes, dando lugar a un patrón rítmico único que lo distingue.
Según Carrillo, no obstante, existen varios mitos sobre la percepción del género, especialmente respecto a sus orígenes. “Los primeros pasillos tenían carácter de protesta y abordaban cuestiones de la vida cotidiana y social; no eran románticos”, explica.
Con el paso del tiempo, especialmente durante la llamada “época de oro” de la música ecuatoriana en los años 50, el pasillo fue adquiriendo un perfil más emocional. Los poetas de la época comenzaron a musicalizar sus versos, dando lugar a composiciones centradas en el amor, el desamor y la nostalgia. Carrillo señala que “en la época en que escribían esta poesía romántica, sus versos eran musicalizados, y así el pasillo se fue asociando con el amor y las rupturas”.
Por ello, la edición 2025 del Festival del Pasillo apuesta también por la puesta en escena de interpretaciones que se alejan del amor romántico, pero que mantienen intacto su patrón rítmico. Esto comenzó este año con la presentación del libro Pasillos para Guaguas y ahora se traslada a los conciertos didácticos con el coro infantil, donde los niños no solo escuchan, sino que participan activamente. “Los niños interpretan pasillos con temáticas infantiles, y los adultos los escuchan. Así demostramos que el género sigue vivo, flexible y conectado con nuevas generaciones”, afirma.

Un homenaje a los ídolos
El Festival del Pasillo también rendirá homenaje a tres pilares fundamentales de la música ecuatoriana: el Dúo Benítez-Valencia y las cantantes Carlota Jaramillo y Olga Gutiérrez. Estos artistas no solo definieron el pasillo como género, sino que lo enriquecieron con sus interpretaciones y composiciones, dejando un legado que perdura hasta hoy.
El Dúo Benítez-Valencia, conformado por Gonzalo Benítez y Luis Alberto ”Potolo” Valencia, fue una de las agrupaciones más influyentes en la historia del pasillo ecuatoriano. Activo desde 1942 hasta 1970, el dúo se destacó por su capacidad para fusionar el pasillo con otros géneros como el albazo y el yaraví. Entre sus composiciones más emblemáticas se encuentran ”Vasija de barro”, una pieza que se ha convertido en un himno del folclore ecuatoriano, y su interpretación de ”El aguacate”, un pasillo compuesto por César Guerrero Tamayo, considerado uno de los más representativos del género. La Orquesta de Instrumentos Andinos, junto a Edwin Gutiérrez y Luis Tituaña, ofrecerá dos conciertos tributo los días 18 y 24 de octubre, en el Teatro Capitol y en la Iglesia de la Compañía de Jesús, respectivamente.
Carlota Jaramillo, fue una de las voces más destacadas del Ecuador en el siglo XX. Su carrera se consolidó gracias a interpretaciones de pasillos que se mantienen vigentes, como ”Sendas distintas” y ”Para mi tus recuerdos”, que siguen emocionando a nuevas generaciones de oyentes.
Por su parte, Olga Gutiérrez, apodada la ”Reina del Pasillo Ecuatoriano”, dejó una huella imborrable en la música nacional con un estilo único y una voz potente. Entre sus interpretaciones más recordadas se encuentran ”Adiós mi vida” y ”Al oído”, pasillos que continúan siendo referencia de la tradición y riqueza del género.
La Banda Sinfónica Metropolitana de Quito, junto a la soprano Marisabel Albuja, rendirá homenaje a las cantantes el viernes 31 de octubre en el Teatro México, a las 19:00.

Las nuevas voces
Pero además de lo clásico, el encuentro también se conectará con lo contemporáneo a través de propuestas como Amor Peregrino, del reconocido cantautor ecuatoriano Álex Alvear. Este concierto propone un recorrido por las diversas tradiciones de la música ecuatoriana, reinterpretadas a través de un enfoque personal que integra sonoridades acústicas y electrónicas, instrumentaciones variadas y recursos armónicos y melódicos que evocan la tradición al mismo tiempo que invitan a una escucha renovada.
La propuesta reúne un cuarteto de cuerdas, una sección rítmica conformada por piano, teclados, batería, percusión, guitarras y bajos, instrumentos tradicionales de viento, cuerda y percusión, además de la participación especial de destacados artistas invitados.
El concierto se desarrollará en distintos formatos: desde Alvear en solitario y pequeños ensambles, hasta la gran puesta en escena con todos los invitados. La cita será el 25 de octubre en el Teatro Nacional Sucre.
Mientras tanto, el 30 de octubre, el Grupo Yavirac, con su fuerza vocal y riqueza instrumental, se encontrará con la voz sensible y luminosa de Sandra Argudo, así como con el talento interpretativo de Gerson Eguiguren, quien aporta frescura y emoción a cada melodía.
La velada propone un viaje por la versatilidad del pasillo: desde la intimidad de la guitarra, el requinto y la voz, hasta la potencia de un formato ampliado. Tradición e innovación se abrazan en un repertorio que honra las canciones que nos han dado sentido de pertenencia, al mismo tiempo que abre nuevas posibilidades para el futuro.
La agenda completa se puede consultar e la página web https://teatrosucre.com.
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