
¿Ya renunció el asambleísta Matrioshka?
Análisis | El excorreísta rabioso y ahora noboísta fiel, Ferdinan Álvarez usa la fiscalización para borrar su rabo de paja
Más que en “un proceso de fiscalización en contra del sistema de salud pública del país” (así dijo él: “en contra”), Ferdinan Álvarez parece embarcado en una carrera por su vida. Desde el jueves 17 de julio, cuando montó el fiasco de la comparecencia del delincuente convicto Daniel Salcedo en la Comisión que preside, la de Fiscalización, el excorreísta devenido en noboísta fiel no ha dejado de patalear.
Su última movida desesperada ocurrió el jueves, cuando fue interceptado por la prensa en la entrada de la sesión especial que celebró la Asamblea en homenaje a Guayaquil. Rodeado de micrófonos y cámaras, Álvarez habló nerviosamente y sin pensar: como siempre. De un lado, tomó (o fingió tomar) distancia de Salcedo, poniéndole un ultimátum para que entregara hasta el día siguiente la documentación que respalde sus denuncias so pena de desestimarlas todas; al mismo tiempo, anunció triunfalmente grandes revelaciones para el lunes próximo (es decir, para mañana): “Sí -dijo-, van ustedes a conocer pruebas fehacientes, con datos, compañías, personas que fueron parte de esta crisis que hoy vivimos nosotros en el sistema de salud pública”. ¿Qué “pruebas fehacientes” pueden ser esas? ¿Las que prepara el propio Salcedo, según confirmó su abogado recién al día siguiente, y que Álvarez finge no conocer, acaso para no poner en evidencia que el delincuente y él están juntos en esto? ¿Otras que se sacó de la manga y que siempre estuvieron a su alcance?
El fiasco de la comparecencia de Salcedo, al que siguió el escándalo de las reacciones de Xavier Jordán, tetón de la narcopiscina y prófugo de la justicia, es parte de un fiasco aún mayor: la supuesta fiscalización al sistema de salud que Ferdinan Álvarez tuvo que inventar para justificar el primero.
Según la versión oficial, Salcedo había pedido, por carta del 16 de julio, ser recibido por la Comisión para explicar el funcionamiento de la mafia de las medicinas que opera en los hospitales públicos y de la que él formaba parte. Álvarez no tardó 24 horas en montar el show y lo presentó soltando el tema sobre la mesa de buenas a primeras, sin consultar a nadie: “la Comisión -dijo- ha iniciado un proceso de fiscalización en contra del sistema de salud pública del país”.
“No teníamos conocimiento de ese proceso”, se extrañó la correísta Ana Herrera, integrante de la Comisión, a nombre de todos sus colegas. Mal podía ella o cualquier otro tener conocimiento alguno porque ese proceso se lo acababa de inventar Álvarez para recibir a Salcedo: era un fiasco dentro de otro.
Ferdinan Álvarez ha creado una matrioshka de mentiras
Y ahora, un tercero: las tales “pruebas fehacientes” que el presidente de la Comisión pretende mostrar mañana. Como si el recién inventado “proceso de fiscalización” hubiera avanzando tanto como para llegar a resultados concluyentes, cuando a todo el mundo consta que las únicas diligencias de este proceso han tenido lugar en dos sesiones: la del 17 de julio, en la que Salcedo dijo cuanto quiso y Álvarez impidió que se le hicieran preguntas; y la del 21 de julio, en la que Álvarez se la pasó media hora justificándose y defendiéndose de las acusaciones planteadas en su contra por Xavier Jordán en un escrito que ni siquiera leyó ni dio tiempo a que lo leyeran otros. Eso es todo. ¿De dónde saca entonces “pruebas fehacientes”, datos, compañías, nombres de personas? Fiasco dentro de un fiasco dentro de un fiasco… La manera como Ferdinan Álvarez ha manejado este asunto se parecer a una matrioshka de mentiras.
¿De verdad se encuentra la Comisión empeñada en fiscalizar el sistema público de salud? Si es así, lo que tiene hasta el momento es dos conjuntos de pistas por seguir: las que planteó Salcedo y las que planteó Jordán.
El primero habló sobre la complicidad de las unidades requirentes de insumos médicos al interior de los hospitales; dijo que el dinero de las ganancias se usaba (vía Jordán) para financiar campañas electorales del correísmo; mencionó a un puñado de compañías involucradas, entre ellas la de Roberto Bunces, con la que dijo tenía relación Aquiles Álvarez.
Álvarez y su explicación autoexculpatoria
Jordán dio listas aún más exhaustivas de hasta 31 empresas, 14 hospitales y una veintena de personas (incluidas autoridades) que según él participaban del negocio sucio (dos de los aludidos, los ex presidentes del Consejo Directivo del IESS Jorge Wated y Alfredo Ortega, ya salieron a desmentirlo en las páginas de este Diario); y entre todos los nombres, uno en el que Jordán se detuvo con escrupuloso ensañamiento: Ferdinan Álvarez, cuya supuesta vinculación con tramas corruptas va mucho más allá de los límites de la mafia de los hospitales, a quien Jordán vincula con el escabroso caso de la desaparición de Ronny Camba, director administrativo del hospital Teodoro Maldonado, y de quien podemos ya saber con un cierto grado de certeza (porque lo confirmó él mismo en la torpe y bochornosa sesión autoexculpatoria que montó el 21 de julio) que estuvo involucrado en los tratos inconfesables entre el propio Jordán y Rafael Correa a propósito de cierta información que pretendían comprar en Estados Unidos para golpear a Guillermo Lasso.
Si de verdad la Comisión de Fiscalización está empeñada en fiscalizar el sistema público de la salud, lo que corresponde es seguir todas esas pistas: llamar a rendir declaración a las autoridades que han sido mencionadas; requerir la información contractual de las compañías comercializadoras de medicinas que constan en las listas; investigar a las unidades requirentes de los hospitales públicos; recibir, entre otros, a Roberto Bunces, que se ha ofrecido a presentarse y dice tener archivos de audio y video relevantes para el caso, a pesar de lo cual Ferdinan Álvarez no se decide a convocarlo; revisar la información del CNE sobre los orígenes de los fondos de campaña del correísmo, incluidos los del propio Álvarez, que llegó a la Asamblea en 2021 y 2023 en representación de esa tienda política.
En fin, corresponde hacer algunas cosas que el presidente de la Comisión directamente se ha negado a hacer: interrogar a Daniel Salcedo sobre bases firmes; escuchar la comparecencia de Xavier Jordán por vía telemática (sistema completamente legítimo que no se le ha negado a nadie) y recibir los documentos que él ofrece entregar cuando se le permita asistir. Porque no hay razón alguna para escuchar a un delincuente sí y a otro no según las preferencias del presidente de la Comisión.
Todas estas cosas que la Comisión de Fiscalización debiera hacer si de verdad le interesara fiscalizar el sistema público de salud requieren de un primer paso ineludible: Ferdinan Álvarez debe renunciar. Y si se niega a renunciar, como evidentemente es su intención, porque arrancarle la renuncia a un funcionario manchado es una misión imposible en este país, debe ser removido, depuesto, desautorizado. Por la sencilla razón de que él ha sido involucrado en el tema que se investiga, lo cual implica un conflicto de intereses simplemente intolerable. Más aún: todas las actuaciones de Ferdinan Álvarez, desde el día uno, pero especialmente la vergonzosa sesión del 21 de julio y seguramente también el sorpresivo anuncio de pruebas concluyentes para el lunes, todo lo que él diga, todo lo que él haga, sólo puede ser entendido como parte de una estrategia para defenderse y disimular el gigantesco rabo de paja que lo adorna. Porque él mismo es una matrioshka, un muñeco escondido en el de Jordán, escondido a su vez en el de Salcedo.
Problema: irreductible al honor, Ferdinan Álvarez no renunciará nunca por iniciativa propia. Ciega, sorda y muda, no más honorable que él, su bancada ha decidido jugarse por mantenerlo a flote “ante los ataques de sectores políticos claramente identificados con organizaciones criminales” (y se refieren precisamente al sector político al que pertenecía Álvarez cuando presuntamente cometió todos los actos que se le imputan). Todos los esfuerzos del adolescente Niels Olsen, empeñado en subir un punto en las encuestas de aprobación de la Asamblea, como si en eso consistiera su trabajo (sinceramente él cree que en eso consiste), amenazan con irse por un caño.
El propio Ejecutivo ha decidido seguir el juego del presidente de la Comisión de Fiscalización. En el fondo, a nadie le interesa esclarecer lo que ocurre con el funcionamiento de las mafias de la comercialización de medicinas en el sector público de la salud. Y a Ferdinan Álvarez, es obvio, menos que a nadie.
ASAMBLEA
- La comparecencia de Daniel Salcedo fue interrupida de forma abrupta. Según Ferdinan Álvarez, se debe a que el sentenciado no estaba mostrando ninguna prueba.
SALPICADO
- Tras la comparecencia de Salcedo, Xavier Jordán reaccionó involucrando a Ferdinan Álvarez en una supuesta red de corrupción en los hospitales públicos del país.
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