Bono emprende
Economistas advierten que el Bono Incentivo Emprende requiere controles para evitar el uso político.Canva.

Análisis del impacto económico del Bono Incentivo Emprende en Ecuador

El programa inyecta liquidez a los microemprendedores, pero preocupa su sostenibilidad fiscal

El Bono Incentivo Emprende nació como una apuesta del Gobierno para reactivar los pequeños negocios y mitigar los efectos de la crisis productiva provocada por el invierno y la desaceleración. Con una transferencia única de 1.000 dólares, el programa busca sostener el capital de trabajo de microemprendedores, agricultores y comerciantes populares.

Sin embargo, su implementación ha desatado un debate sobre la sostenibilidad fiscal y la eficacia real de los subsidios en la economía ecuatoriana.

El portal de registro oficial, gestionado por el Ministerio de Producción, registró una alta demanda desde su lanzamiento, al punto de colapsar temporalmente. Según datos gubernamentales, más de 100.000 postulaciones se presentaron en la primera semana, evidenciando la magnitud de la necesidad, pero también los desafíos de gestión tecnológica y control de beneficiarios.

Juan Manuel García: “Los subsidios deben ser temporales y medibles”

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El economista Juan Manuel García sostiene que no está en contra de los subsidios “en tanto y en cuanto sean temporales y exijan demostrar que sirvieron para algo”.

En diálogo con este medio, García advierte que el principal riesgo del Incentivo Emprende radica en la falta de un mecanismo de verificación del impacto: “No veo ninguna parte que establezca que quienes recibieron el subsidio deben demostrar que tuvo un efecto positivo en sus ventas o en su operación”.

El economista lamenta que, sin controles, estas transferencias “terminan siendo recursos a fondo perdido”, y propone incluir una cláusula que impida a los beneficiarios recibir nuevas ayudas si no prueban haber mejorado su condición económica. “De lo contrario, se reproduce un esquema clientelar similar al que ya se vivió en gobiernos anteriores”, señala.

Hernán Cevallos: “Debe vincularse con la formalización y la banca pública”

Por su parte, el economista Hernán Cevallos considera que el bono puede generar un impacto positivo en la microeconomía si se acompaña de políticas de formalización y crédito productivo.

“El problema no es el monto, sino la falta de seguimiento. Si el incentivo se combina con acceso al microcrédito y asistencia técnica, se puede multiplicar su efecto y evitar que se convierta en gasto corriente”, explica.

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Cevallos enfatiza la necesidad de articular el programa con el Régimen Simplificado para Emprendedores (RIMPE) y el Registro Nacional de Emprendedores (RNE), para fortalecer la trazabilidad y permitir que los beneficiarios ingresen al circuito formal de la economía.

Un alivio inmediato, pero con cuentas pendientes

De acuerdo con estimaciones de economistas consultados, el Bono Incentivo Emprende inyectará alrededor de 100 millones de dólares en los sectores populares, lo que podría dinamizar el consumo interno y las ventas minoristas.

No obstante, el impacto fiscal preocupa: la medida se suma a otros bonos sociales en un contexto de déficit público y limitada capacidad de financiamiento externo.

García y Cevallos coinciden en que el programa debe acompañarse de una evaluación técnica y transparente, con indicadores de empleo, ventas y formalización. Solo así podrá saberse si la ayuda realmente reactivó la economía o si fue, como advierte García, “un recurso sin retorno con fines políticos”.

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