
Siniestros viales dejan un saldo mortal en Quito: 83 fallecidos en tres meses
Solo entre agosto y octubre se registró un fallecido diario en promedio
A solo dos meses de que concluya el año, Quito enfrenta cifras alarmantes en cuanto a fallecidos por siniestros de tránsito con un total de 210 hasta octubre, superando los registros de 2019, cuando se registraron 208.
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El caso más reciente, en la Panamericana Norte, dejó cuatro víctimas mortales, entre ellas un bebé, y refleja una combinación trágica: exceso de velocidad, alcohol y falta de control.
En una entrevista, el director de la Agencia Metropolitana de Tránsito (AMT), Washington Martínez, mencionó que las imágenes del siniestro que circularon en redes sociales muestran que dentro del vehículo se veían botellas de cerveza, tanto vacías como llenas. Este hallazgo reforzaría la hipótesis de que el conductor habría ingerido alcohol previo al siniestro.
De acuerdo con el informe preliminar de la AMT, el automóvil circulaba a una velocidad excesiva al momento del impacto. La fuerza del choque fue tal, que el costado derecho y el techo del vehículo se desprendieron por completo, dejando en evidencia la magnitud de la colisión y la fragilidad de los ocupantes frente al impacto.
Según cifras del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), los siniestros viales son la quinta causa de muerte en Ecuador. En el caso de infantes menores de un año, ocupan el cuarto lugar, y para niños y adolescentes entre 5 y 17 años, son la segunda causa de muerte.
Alcohol y exceso de velocidad, combinación fatal
Andrea Flores, coordinadora local de la iniciativa Bloomberg para la Seguridad Vial, advierte que las cifras evidencian un problema de fondo. “Los datos muestran con claridad que el alcohol y la velocidad están detrás de muchas de las muertes en siniestros viales”, señaló.
La Panamericana Norte conecta con Calderón, la parroquia más poblada de Quito. El diseño de la vía, rectas extensas, límites poco visibles, favorece que los conductores circulen por encima del límite permitido, que es de 90 km/h. Solo en esta arteria, en lo que va de año, ocho personas han perdido la vida.
“El diseño mismo de la vía es parte del problema. Si no se reconfigura para obligar a la reducción de velocidad, seguiremos contando muertos”, advierte Flores.
El problema se agrava por la suspensión de los radares de velocidad en todo el país, lo que dejó sin herramientas de control preventivo a las autoridades locales.
Otro dato preocupante que menciona Flores es que entre agosto y octubre se registró el pico más alto con 83 fallecidos, es decir, un promedio de una muerte diaria. En la mayoría de los casos, se repiten los mismos factores: exceso de velocidad, consumo de alcohol y la falta de respeto a las señales de tránsito.
Urgen reformas al COIP
Mario Muñoz, experto en movilidad, considera que este patrón demuestra un fallo sistémico. Por ello, una de las prioridades es revisar el Código Orgánico Integral Penal (COIP), que actualmente contempla rangos moderados para el exceso de velocidad y ciertos márgenes de tolerancia para la conducción bajo los efectos del alcohol.
Muñoz menciona que la OMS, a través de su iniciativa “Safer”, recomienda que los países establezcan límites máximos de concentración de alcohol en sangre de 0,05 g/dL para conductores en general, y de 0,02 g/dL para conductores noveles o profesionales.
En ese marco, si la normativa ecuatoriana aún no se alinea con estos estándares internacionales, surge la necesidad urgente de revisar y actualizar el COIP, agrega Muñoz.
La actual propuesta de la sociedad civil a la Asamblea apunta a reemplazar los actuales márgenes de tolerancia por un enfoque de cero alcohol al volante, respaldado por mecanismos de control más rigurosos: pruebas de alcoholemia sistemáticas, puntos de control frecuentes y sanciones claras, tanto administrativas como penales.
Otro aspecto que señala el especialista es la falta de normativa sobre los vehículos que circulan en Ecuador. De acuerdo con Muñoz, la mayor parte de los autos en el país no cumplen con estándares internacionales mínimos de seguridad. “No hay una política nacional clara sobre certificaciones o requisitos de seguridad vehicular”, sostiene.
Tanto Flores como Muñoz coinciden en que la salida para reducir las fatalidades en siniestros de tránsito pasa por tres pilares. El primero es una reforma urgente al COIP, con tolerancia cero al alcohol y límites estrictos a la velocidad, alineados a estándares internacionales.
El segundo, controles permanentes y sistemáticos, especialmente en puntos críticos como la Panamericana Norte, la Ruta Viva o la Simón Bolívar. Y el tercero, campañas de concienciación sostenidas, no solo reactivas, que formen conductores responsables desde la educación vial.
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