Ocio

Mozart en Egipto
La obra se estrenó el año pasado en Quito y Cuenca, y ahora retorna a los escenarios en el marco del Día Internacional de la Danza.Angelo Chamba

Mozart en Egipto: el encuentro de dos mundos

La obra reúne a sesenta bailarines sobre el escenario y se presenta el sábado 29 de abril en el Teatro San Gabriel

Leyla es la hija de una sultana recientemente viuda, cuyo reino se enfrenta a la oscura sombra de la guerra. Con el fin de evitar la aniquilación de su pueblo, decide aliarse con el sultán Iskander Abd el Mayyid ofreciendo como parte del pacto a Leyla en matrimonio.

Pero el destino interviene y antes de llegar a los brazos del sultán, Leyla se enamora de su visir, Amir.

Esta es la historia que cuenta Mozart en Egipto, una obra de Damiana Levy y Susana Guevara que llega a las tablas capitalinas el próximo sábado 29 de abril, en el Teatro San Gabriel, a las 20:30.

La pieza surgió a raíz de la obra musical del compositor francés Hughes de Courson, que reinterpretó las melodías de Mozart con los instrumentos milenarios del Cairo.

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“La música nos inspiró profundamente, y de a poco fuimos creando este guión original, cuyo eje narrativo es un tema que nos atañe profundamente, el amor, y que sucede en el Egipto de los califas”, señala Levy.

Detrás de la creación no solo hay ficción. Hay también una extensa investigación que la artista llevó a cabo durante sus múltiples viajes a Egipto a lo largo de los últimos veinte años.

La obra se estrenó el año pasado en Quito y Cuenca, y ahora retorna a los escenarios en el marco del Día Internacional de la Danza.

En la producción intervienen 60 bailarines, la muestra más grande de danza árabe que se ha llevado a cabo en el país.

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Dar visibilidad a este arte al que ambas han dedicado su vida es otro de los objetivos de las artistas. “Las danzas árabes tienen en su contra que, en el país, siempre se han visto como danzas de entretenimiento, relegadas a presentarse en restaurantes o en bodas. La gente no concibe que con las danzas árabes se puede recrear una narrativa como la de un ballet clásico, con un altísimo nivel técnico y donde se encuentra una historia visualmente muy atractiva”, establece Guevara.

Este reto también se traslada al montaje de la obra, en el que participan sesenta bailarines de distintos cuerpos de danza de Quito y Cuenca.

“Ha sido complejo porque, debido a cómo se ha presentado históricamente la danza árabe en el país, los bailarines no estaban acostumbrados a la rigurosidad que una producción de esta magnitud implica, pero sentimos que lo hemos logrado”, agrega.

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UNA PIEZA MULTIDISCIPLINARIA

A la par de la música y la historia, otros elementos convergen en la producción. Entre ellas, la proyección multimedia que combina la escenografía con la simbología masónica de Mozart, y un extenso uso del vestuario.

Ciento cuarenta y cinco piezas traídas de Egipto ayudan a trasladar a la audiencia a la época de Las mil y una noches.

“Es una producción que ha tomado su tiempo. Todo el vestuario es traído de Egipto, tenemos alfombras afganas, sables... entonces visualmente es muy cautivadora, realmente logra enganchar al público”, señala Levy.

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Las primeras puestas en escena recibieron una entusiasta respuesta por parte de la audiencia. Las creadoras esperan que esta nueva función sirva para expandir el interés en la danza árabe.

“Otro de nuestros objetivos es ampliar el público para incluir a personas que nunca han visto danza árabe, para que se abran a esta experiencia. En un mercado que está muy acostumbrado al ballet o a la danza contemporánea y nosotros creemos que hay espacio para ingresar con grandes producciones que gusten”, sostiene Guevara.

HUGHES DE COURSON, EL COMPOSITOR QUE REINTERPRETÓ A MOZART

Wolfang Amadeus Mozart falleció en 1791 sin haber salido de Europa. Durante su corta vida (murió a los 35 años), el compositor austríaco se vio plagado por la pobreza. Pese a ser un prodigio, conseguir un empleo bien pagado se le dificultó, y dio tumbos por su Salzburgo natal, París y Viena, siempre en busca de una posición más estable o de un mecenas adinerado.

Algunas de sus melodías más conocidas, como es el caso de La flauta mágica, fueron hechas bajo pedido.

Lo que el afamado compositor nunca imaginó es que siglos después, en 1997, el compositor francés Hughes de Courson hallaría en temas emblemáticos como la Sinfonía 40 o las arias de la ópera Cosí fan tutte, una conexión con el Egipto de los faraones.

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¿Cómo pasó? Pues a mediados de los años noventa, el músico se encontró con las melodías masónicas de Mozart, y vio en ellas sonidos que podían fusionarse con las de Medio Oriente. Para hacerlo contó con la ayuda del compositor egipcio Ahmaed Al Maghrabi, que halló en ellas la misma apertura a la fusión.

Estos recurrieron a un ejército de músicos occidentales y orientales, repartidos en una orquesta sinfónica, y con instrumentos occidentales. A ellos se sumó un ensamble de músicos árabes, con instrumentos tradicionales, milenarios, que le dan a las tradicionales melodías de Mozart un giro inesperado. Finalmente, en 1997, 150 músicos pusieron en escena Mozart l´Egyptien, que se consagró como un éxito.

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Tras definir el concepto con el que querían trabajar, Damiana y Susana plantearon la obra a las bailarinas de la Compañía Ecuatoriana de Danzas Árabes Harim y a los elencos de danzas árabes de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador

A ellos se sumaron bailarines y actores de gran trayectoria como Sebastián Díaz Garrido, director del ballet Humanizarte; Andrés Barzola, intérprete del etno contemporáneo: y los ganadores del primer premio en Egipto festival Ahlan wa Sahlan 2022, Nicole Reina, Ricardo Mena, Paola Flores y Bruno Ulloa.

Sin embargo, tras las primeras funciones de 2022, también incorporaron a bailarines cuencanos que se habían enamorado de la puesta en escena.

“Fue muy especial, porque no lo esperábamos. Hemos idos perfeccionando todos los aspectos de la obra”, asegura Susana Guevara.

Mozart en Egipto
La idea es trasladar a la audiencia a la histora de Las Mil y Una noches.Angelo Chamba