Menecmo y Sósicles son dos gemelos que fueron separados cuando eran niños durante un viaje. El primero se pierde y es adoptado por una familia acaudalada, mientras que su hermano es rebautizado con ese mismo nombre por su apenado abuelo.

La comedia inicia cuando, ya siendo adultos, uno de los gemelos viaja a Epidamno, sitio donde se perdió su hermano, a ver si lo encuentra, y ahí el parecido entre los jóvenes causa una cómica serie de confusiones.

La obra, escrita originalmente en el siglo 254 a.C. por el comediógrafo romano Plauto, vuele a las tablas de la mano de Juan Pablo Acosta, director del Teatro Victoria.

“Se hicieron muy pocas adaptaciones. Hemos mantenido el texto igual, reemplazando solo algunas palabras que han caído en desuso y modificando el atuendo. Es decir, los actores no salen en togas, pero más allá de esos cambios, la obra se mantiene tal y como fue escrita por Plauto”, asegura.

Pero, ¿es relevante retomar el teatro romano en pleno 2023? El dramaturgo asegura que sí, pues señala que, pese a los siglos de distancia, las comedias del escritor de la antigüedad se han mantenido relevantes.

“La universalidad de los temas que abordaba Plauto aún nos entretienen y nos inspiran”, señala.

UN TEATRO INESPERADO

Ubicado entre los barrios de la González Suárez y La Floresta, al norte de Quito, el Teatro Victoria nació de manera inesperada. A fines de 2019, Juan Pablo Acosta y sus socios alquilaron la antigua casona, que hasta entonces funcionó como un bar, para establecer la Escuela Integral de Formación de Artistas-EIFA, donde dictaban talleres y cursos dirigidos a jóvenes actores.

El teatro surgió como una necesidad, un escenario para que los alumnos tuvieran dónde montar sus obras. El espacio fue creciendo conforme el grupo se expandía.

“El escenario lo montamos en la sala de la casa, conseguimos las butacas por donaciones. Hacer un teatro nunca estuvo planificado, fue algo que sucedió y que, de a poco, ha ido creciendo”, indica.

Desde fines de 2020, cuando se levantaron de manera parcial las restricciones sobre los teatros, el sitio retomó la agenda presencial y, desde entonces, ha mantenido una agenda mensual con obras adaptadas de grandes textos teatrales de la historia y de piezas propias de los docentes de la escuelas.

SOBREVIVIR COMO SE PUEDA

No obstante, como varios de los espacios independientes de la capital, sobrevivir a la pandemia fue un reto. Acosta indica que durante la época de cuarentena, los docentes de la escuela grabaron radionovelas que vendían por internet y transmitían funciones en vivo por sus redes sociales.

“Fue una época muy dura. Hubo un momento en el que consideramos cerrar definitivamente, pero hemos hecho hasta lo imposible por mantenernos en pie. Aunque aún no hemos logrado recuperarnos al 100 %, nuestro público nos ha recompensado apoyando nuestras propuestas”, dice.

El teatro también se ha convertido en la sede del coro de adultos mayores de los barrios aledaños, quienes se dan cita en las instalaciones para practicar y dar sus presentaciones.

El director considera que en la capital, los teatros aún no se han recuperado, y que para ello tampoco se han dado las condiciones necesarias. “Había problemas de fondo que no se han superado y que solo se agrandaron y visibilizaron con la pandemia. Se necesitan políticas de apoyo, propuestas para la construcción de nuevos públicos, solo entonces lograremos levantarnos”, estableció.

VOLVER A LO CLÁSICO

Los Menecmos es una curiosa propuesta en medio de la programación habitual capitalina, donde destacan comedias de creación propia y monólogos.

El espacio para el teatro clásico es escaso o virtualmente inexistente. Sin embargo, en La Victoria, lo clásico es eje de creación, como señala su director.

“Hay textos bellísimos que merecen ser interpretados y que no deben desaparecer. Hay novelas geniales que muchas veces son ignoradas porque este no es un país de lectores. Nosotros hemos elegido trabajar con piezas del teatro universal y clásicos y darles el espacio que creemos que le corresponde”, establece.

Entre las obras que han puesto en escena está Como agua para chocolate, de Laura Esquivel, que logró salas llenas en cada una de sus funciones, además El fantasma de Canterville y Un dios salvaje.

Tras la temporada de Los Menecmos, alistan otras obras que llegarán a las tablas el próximo trimestre del año, entre ellas Orgullo y prejuicio, de Jane Austen; Arsénico por compasión, basada en un filme de los años 40 del siglo pasado: y Tomates verdes fritos, de la norteamericana Fannie Flagg.