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JUAN FERNANDO VELASCO
Julio Eterno nació en 2023 como un diálogo intergeneracional con artistas contemporáneos. Velasco, quien fue el primer músico invitadoCortesía

Juan Fernando Velasco y una orquesta de 33 niños reviven a Julio Jaramillo

La Fundación Faces celebra sus 21 años con un tributo único que une tecnología, música e Inteligencia artificial

A veces, una voz que parecía estar perdida en el tiempo vuelve a sentirse como si nunca se hubiera ido. En el Teatro San Gabriel, esa sensación se prepara para convertirse en una experiencia tangible: Julio Jaramillo regresará al escenario, caminando, cantando y dialogando con el presente gracias a la inteligencia artificial. Frente a él, más de cien niños y jóvenes que integran la sinfónica de la Fundación Faces afinarán sus instrumentos para rendirle un tributo que mezcla tradición, tecnología y esperanza.

Fundación Faces inició con un propósito sencillo y a la vez ambicioso: cambiar vidas a través del arte y la cultura. “Entender cómo el arte puede encender una pequeña gran llama en los chicos ha sido nuestra guía desde el inicio”, explica María José Troya, su vocera. En este tiempo, más de 1.500 niños han pasado por sus programas musicales, teatrales y deportivos. Aunque algunos terminan dedicándose profesionalmente a estas áreas, para todos, sin excepción, la experiencia deja herramientas cognitivas y emocionales que se traducen en nuevas posibilidades.

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En ese marco, el aniversario 21 representa un punto de inflexión. Para celebrarlo, la fundación presentará Julio Eterno, un espectáculo que une a sus jóvenes músicos con Juan Fernando Velasco en un proyecto que él mismo ha definido como un acto de amor a la música ecuatoriana. Las canciones del Ruiseñor de América fueron rescatadas de grabaciones históricas, aisladas con inteligencia artificial y reorganizadas para crear duetos imposibles: Ódiame, Nuestro juramento, No me toquen ese vals, Rondando tu esquina y Cinco centavitos renacen junto a la voz cálida del cantautor quiteño.

Julio Eterno se presentará este miércoles 19 de noviembre a las 20:00 en el Teatro San Gabriel de la capital. Las entradas tienen un costo de $30, $50 y $70, según la localidad.

Mucho más que un tributo

Julio Eterno nació en 2023 como un experimento técnico y emocional: rescatar la voz de Julio Jaramillo y construir, alrededor de ella, un diálogo intergeneracional con artistas contemporáneos. Velasco, quien fue el primer músico invitado a sumarse a la iniciativa, ha dicho que la idea lo conmovió desde el principio. “Julio Jaramillo es parte de nuestra memoria afectiva. Revisitar su voz, empatarla con la mía y ponerla en un contexto sinfónico es un acto de amor a la música ecuatoriana”, señaló en la presentación original del álbum.

El proyecto tomó forma durante meses de investigación, para luego reconstruir los temas en armonía con la calidez vocal de Velasco. “No queríamos remasterizar por remasterizar”, ha explicado el cantautor. “La pregunta era cómo hacer que Julio esté realmente presente, que la gente sienta que está cantando aquí, ahora”.

FUNDACIÓN FACES
Fundación Faces busca cambiar vidas a través del arte y la cultura. Los miembros de su orquesta sinfónica se presentarán junto al cantante ecuatoriano.Cortesía

La fundación adapta ahora ese álbum al lenguaje sinfónico de sus jóvenes músicos. Los arreglos fueron desarrollados por Gerson y Luis Eguiguren especialmente para una orquesta infantil, un proceso que requirió traducciones técnicas, ensayo sostenido y un nivel de precisión poco habitual en músicos de esa edad.

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Para los chicos, compartir escenario con Velasco supone un reto profesional mayor, pero también una experiencia formativa profunda. “Juan Fernando se ha encontrado con esta genialidad de los niños, con su disciplina, con este trabajo tan detallado. Solo el artista sabe cómo lograr que todo se conecte con esa esencia especial”, explicó Troya.

El espectáculo suma además un componente visual que ha generado enorme expectativa: la presencia digital de Jaramillo en escena. Con técnicas de IA y rotoscopía se crearon secuencias en las que el cantante aparece caminando por Quito, Guayaquil y Cuenca, comiendo un encebollado con Velasco o compartiendo el escenario como si el tiempo no hubiera pasado. Para la familia del intérprete, que autorizó el uso de su imagen y voz, el resultado es profundamente emotivo y devuelve al país una figura que forma parte de su imaginario colectivo.

Las expectativas para este estreno son altas, no solo por la complejidad técnica sino por el propósito que lo impulsa: todos los fondos recaudados se destinarán a sostener y ampliar los programas de formación musical de la fundación. “No es filantropía. Es una ayuda concreta, con efectos medibles en la vida de los niños y en su entorno. Cada concierto demuestra que sí se puede cambiar vidas a través del arte”, manifestó Troya. 

Un camino lleno de desafíos

A lo largo de dos décadas, uno de los mayores desafíos para la fundación ha sido demostrar que el arte no es un lujo ni un complemento, sino una herramienta social con efectos medibles. Como explica María José Troya, todavía persiste la idea de que la música, el teatro o la danza pertenecen únicamente al terreno de lo sensible o lo emotivo, y no al de los procesos cognitivos, educativos y comunitarios. Convencer a la sociedad ecuatoriana (en particular, a empresas y aliados) de que el arte transforma vidas de manera concreta y profunda ha sido un trabajo sostenido, especialmente en un país donde la recuperación del sector cultural tras la pandemia ha sido lenta y desigual.

“Siempre entendemos el arte desde la parte más lúdica, la más bonita, la más sentimental, y eso es fácil”, señala Troya, “pero lo más complejo es hacer entender a la gente su impacto real: el social, el cognitivo, el científico”.

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No obstante, ese impacto se ha hecho visible en los múltiples espectáculos que la fundación ha producido a lo largo de los años. Conciertos como los tributos a Michael Jackson, Billy Joel o Queen han demostrado que los jóvenes músicos pueden enfrentarse a repertorios complejos con una calidad escénica que sorprende incluso a artistas consagrados.

“Los pequeñitos dejan de tener edad”, dice Troya. “Tú ves a músicos determinados, enfocados en el resultado, y la gente sale diciendo: ‘No podemos creerlo’”.

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