
El Festival Internacional de Cine de Quito celebra 10 años con una nueva edición
Más de una veintena de cortometrajes y largometrajes son parte de la agenda del encuentro. Conoce la programación
A principios del milenio, en un suburbio de Buenos Aires, el calor sofocante del verano se mezcla con la tensión social tras el estallido de violencia de 2001. En este escenario de crisis y desesperanza colectiva, Natalia, Mariela y Josefina, tres amigas inseparables que acaban de terminar la secundaria comparten una obsesión: Diego, un amigo de la infancia convertido en objeto de su deseo adolescente.
La dinámica del grupo cambia cuando Diego conoce a Silvia, una treintañera atractiva y viajada, a través de un chat en internet. Su irrupción desestabiliza el equilibrio entre las amigas, especialmente para Natalia, quien ve esfumarse sus esperanzas con Diego. En un intento por recuperar el control, la joven recurre a un conjuro con la ayuda de su abuela Rita, inspirado en prácticas de macumba vernácula. Pero el hechizo no tiene los resultados esperados, sino otros, mucho más perturbadores.
La Virgen de la Tosquera, dirigida por Laura Casabé, es uno de los largometrajes que forman parte de la programación del Festival Internacional de Cine de Quito (FICQ), que celebra su décima edición hasta el 4 de octubre en la capital. El cine Ocho y Media, Sala Sur de Flacso y el auditorio de UDLA Park acogerán una selección de largometrajes y cortometrajes para quienes buscan nuevas voces y miradas en el cine contemporáneo.
Así lo explica María del Rocío Arregui, programadora del festival: “La selección final fue un proceso arduo y muy cuidadoso, realizado a partir de una convocatoria abierta. Recibimos 700 postulaciones y durante varios meses trabajamos en elegir una muestra que reflejara diversidad de géneros, paridad entre directores y una gran calidad”.
Arregui añade que la décima edición marca un hito en la historia del encuentro, al reunir la mayor cantidad de postulaciones nacionales seleccionadas. “Ha sido una gran alegría recibir tantas propuestas de cineastas ecuatorianos”, afirma.
Un mundo, diversas miradas
El FICQ fue fundado en 2016 por Cine Udla, la escuela de cine de la Universidad de Las Américas. Nació con la intención de promover el cine de autor entre una nueva generación y de ser un laboratorio de descubrimiento de talentos emergentes. Una de sus características más singulares es que está organizado principalmente por estudiantes, graduados y docentes de la escuela, lo que le ha dado un sello de frescura y cercanía.
La edición de este año contará con tres secciones principales: Competencia Internacional, con doce largometrajes de distintas partes del mundo; Competencia Nacional, que reúne trece cortometrajes ecuatorianos; y la sección En Foco, dedicada a seis películas internacionales invitadas.

Dentro de los largometrajes seleccionados, además de La Virgen de la Tosquera, se proyectará Rotacismo, del director ecuatoriano Ricardo Ruales Eguiguren. Esta obra, estrenada en 2005, es un ensayo documental en primera persona sobre la dificultad del cineasta para pronunciar la letra R, un impedimento que marcó su vida y lo llevó a reprimir su voz. El filme combina la búsqueda de identidad con reflexiones sobre la invisibilidad, la discapacidad y una sexualidad disidente, construyendo un relato íntimo en torno al lenguaje y al yo.
La programación también incluye September Says, ópera prima de Ariane Labed. La película, ambientada en la costa de Irlanda, retrata la relación de dos hermanas con personalidades opuestas, cuyo lazo afectivo entra en crisis durante un verano junto a su madre. El despertar sexual de una de ellas abre una grieta en la unión, explorando los límites de la cercanía y la toxicidad entre hermanas.
Otro de los títulos destacados es Romería, de Carla Simón, que se presentará en la sección de funciones especiales. La película sigue a Marina, una joven que viaja a Vigo para encontrarse con la familia de su padre biológico, fallecido a causa del sida, al igual que su madre. A través de los encuentros con sus tíos y abuelos, la protagonista intenta reconstruir la memoria de sus padres, aunque se topa con el peso del estigma que aún arrastran sus familiares respecto a los problemas de drogas de la pareja.

Narrarnos desde adentro
La Competencia Nacional del Festival Internacional de Cine de Quito reúne este año trece cortometrajes que ofrecen un panorama diverso de la producción audiovisual del país. Las propuestas abordan desde relatos íntimos hasta experimentaciones formales, mostrando la riqueza de voces y estilos que hoy configuran el cine ecuatoriano emergente. Para muchos realizadores, este espacio se convierte en la primera oportunidad de mostrar su trabajo en una sala de cine y en diálogo con un público amplio.
Los cortometrajes seleccionados fueron realizados por estudiantes, jóvenes cineastas y colectivos independientes. Sus temas recorren la memoria personal y colectiva, los vínculos familiares, las tensiones sociales y la exploración de identidades. La brevedad del formato se convierte en un laboratorio de ensayo y riesgo narrativo, donde las imágenes condensan emociones y preguntas sin necesidad de grandes presupuestos ni estructuras convencionales.
Además de su valor como vitrina hacia el quehacer en el cine nacional, la competencia nacional permite a los directores compartir procesos y reflexiones en encuentros con la audiencia.
“A diferencia de ediciones anteriores, contamos con una enorme variedad de géneros en las propuestas nacionales. Este año hay mucha animación, lo cual es una novedad y refleja los intereses de los realizadores más jóvenes. También se presentarán documentales muy bien logrados, que reafirman el interés y la larga trayectoria que tiene el país en ese género”, explica Arregui.
De corto en corto
El cortometraje ocupa un lugar central en el desarrollo de nuevos talentos cinematográficos. Su formato breve facilita la experimentación estética y narrativa, al tiempo que permite a los realizadores enfrentarse a los desafíos de la producción con recursos más limitados. Para muchos cineastas, este es el primer paso para consolidar un lenguaje propio y proyectar futuras obras de mayor duración.
En el contexto del FICQ, los cortometrajes no solo funcionan como una plataforma de exhibición, sino también como un espacio de visibilidad para historias que a menudo quedan fuera de los circuitos comerciales.
“Se ha desmerecido mucho al cortometraje; a veces se considera un género exclusivo para estudiantes. Sin embargo, es una herramienta fundamental para la exploración y el desarrollo de nuevas voces. Nuestra misión en el festival es destacarlo y premiarlo”, indica Yael Salgado, productora del encuentro.
La programación del festival y sus horarios se pueden consultar en https://link.me/ficquito.
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