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Medardo Mora Solórzano | Balance opaco para el país

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El Ecuador termina el año con muy pocas cosas que resaltar y muchas que lamentar

Hoy es 31 de diciembre y es inevitable hacer un balance de lo acontecido durante el año que termina y augurar los mejores logros para el que comienza. Por eso se brinda y festeja la Noche Vieja en muchos países, y las ciudades lucen alegres y sus mejores galas.

El Ecuador termina el año con muy pocas cosas que resaltar y muchas que lamentar, como el hecho de ser considerado uno de los países más violentos del mundo, lo que demuestra que la inseguridad lejos de estar controlada sigue creciendo. Sin dejar de reconocer la complejidad del problema y los esfuerzos que hace el Gobierno, no se alcanza la respuesta que la ciudadanía espera.

En materia fiscal la deuda pública sigue aumentando, el déficit presupuestario del Estado se mantiene elevado, no obstante que tanto para el combate a la inseguridad como para paliar el desequilibrio presupuestario, los ecuatorianos han colaborado con la subida del IVA y la eliminación del subsidio a los combustibles, aunque ambas medidas afectan el costo de vida de las personas de bajos ingresos.

Nada se ha hecho por frenar la creciente crisis de la seguridad social que amenaza la situación de los jubilados y pone en riesgo la atención de la salud de los afiliados; tampoco se ha podido superarse el mal servicio y la corrupción que imperan en el área de salud. No se conocen de planes consistentes que ayuden al sector productivo primario, fundamental para la subsistencia de los ecuatorianos. El mantenimiento de carreteras es deficitario y sigue sin ser confiable el servicio eléctrico a futuro. Tampoco se observan planes esperanzadores en exploración petrolera y minera.

No se puede dejar de señalar como hechos negativos actos de corrupción escandalosos, como las adquisiciones de generadores a Progen, ni la manipulación de la justicia que se pretende efectuar desde el Consejo de la Judicatura. Estos reprochables actos a los que se suman otras denuncias, oscurecen la gestión del Gobierno, que demuestra improvisación e impericia en los manejos de asuntos del Estado, lo que está debilitando la democracia.

Lo mejor para el 2026, estimados lectores.