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Andrés Isch | Tres deseos

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Tres deseos que no requieren de un milagro sino de arremangarnos y empujar hacia el mismo norte

En el último día del año, tres deseos para el Ecuador en el 2026:

Primero, mayor libertad económica. Sufrimos desde siempre de una combinación de problemas estructurales que nos mantienen con bajos índices de desarrollo y alta pobreza. Por donde se lo analice, aterrizaremos siempre en la misma conclusión y es que la capacidad de producir está limitada por malas decisiones de la política, que ha priorizado el discurso fácil antes que las decisiones responsables. Para generar empleo hay que generar riqueza y esto se consigue con innovación, inversión, toma de riesgos y constancia; es decir, haciendo empresa. Sin embargo, como país nos empeñamos en ponerle trabas a la actividad empresarial, llegando al absurdo de elevar a rango constitucional la exclusión privada de los más importantes sectores, los pomposamente llamados ‘estratégicos’. Simplificación normativa, racionalidad tributaria, relaciones laborales justas y previsibilidad es lo que se necesita para liberar la creatividad y, en consecuencia, oportunidades.

Segundo, que todos puedan encontrar un espacio al cual pertenecer. Desde el núcleo más cercano hasta la gran comunidad, ser parte de algo más grande que uno es tan importante como tener cubiertas las necesidades básicas. Esa identidad permitirá que se formen ciudadanos con valores en común y preocupados por el prójimo. Es también fundamental para cerrarle el paso a la delincuencia organizada, que aprovecha la falta de identidad para ofrecer una perversa forma de reivindicación individual a través de la promesa de respeto logrado desde la violencia. Por eso se vuelve urgente consolidar la prioridad de familia y respaldarla para que siempre sea un espacio seguro desde donde se construyan seres humanos dignos.

Finalmente, orgullo, del pasado, del presente y del futuro. Orgullo del camino recorrido que, pese a todas las dificultades, nos ha permitido sostener el país en pie. Orgullo de lo que representa la diversidad cultural y la natural, que vuelven a este pedazo de tierra un lugar único en el mundo. Y orgullo de los sueños que podemos convertir en realidad.

Tres deseos que no requieren de un milagro sino de arremangarnos y empujar hacia el mismo norte. ¡Próspero 2026!