Cartas de lectores | Mi testamento, sin lágrimas

Al querido Diario EXPRESO, mi guía por convicción, le dejo un abrazo dulce

Bordeando los ochenta y cinco abriles… me atrevo hoy a testar; no pensé llegar a vieja, pero lo voy a aceptar.

Mis piernas flaquean un poco, con tacos ya no puedo, pero la vanidad me gana y es lento mi caminar; mi mente sí vuela con la sin par libertad para decir lo que siento, lo que pienso y tener paz.

A las familias les digo: amen cada día más, que la vida es de minutos pero su valor es monumental, tanto que ni todo el oro del mundo la compensará. Les dejo un corazón inmenso para que puedan amar.

A mis amigas y compañeras de la Confraternidad Yolanda Tamayo Ortega, las saludo y les dejo como legado el lema: Quien no espera vencer ya está vencido, del poeta José Joaquín de Olmedo, arenga que nos acompañó en la vida estudiantil y debe continuar ahora.

A los Amigos del Archivo Histórico del Guayas les dejo una pregunta que siempre me ha atormentado: ¿por qué la juventud de hoy no siente el patriotismo correr por sus venas? Creo que debe programarse una conferencia semanal sobre la historia de cada personaje público, y dedicar un día especial al estudiantado para que renazca el fervor patrio y los valores cívicos, morales y éticos se enraícen en ellos; solo así cambiaremos su pensamiento.

A los poetas, escritores y artistas de Sipea les dejo una misión: que cada miembro haga cada al mes un poema, un escrito o una canción, para recrear el alma y que siga brillando la cultura.

Al presidente de la República, Daniel Noboa, lo saludo con fervor y le dejo el recuerdo de un Nuevo Ecuador: saludable, próspero y trabajador. También, con gran amor, le dejo una brújula infalible para su paso certero; nada de cambios continuos, el ciudadano es primero, y que las leyes sean bien fundadas. Pastillas de Recorderis con agua de Mejorana son parte de mi herencia, para que recuerde siempre a los traidores que lo confunden y lo hacen caer en errores.

Al querido Diario EXPRESO, mi guía por convicción, le dejo un abrazo dulce rompiendo la tradición, y una coraza divina a Galito Martínez, para que no ceda ante la corrupción. Sus noticias bien fundadas, aunque duras, conmueven el corazón. Pido clemencia y que no me quemen: debo cambiar la historia, cubrir mi patria de gloria y que vuelva la razón; por eso les dejo como legado los Diez Mandamientos de la ley de Jesús, el Dios amado.

Myrna Jurado de Cobo