Actividad nocturna en Samborondón
Ambiente en Samborondón, en un sector donde hay dos discotecas.CARLOS KLINGER

Vida nocturna en Urdesa y Samborondón: juventud la vive entre fiesta e inseguridad

En la Zona 8, que comprende a Guayaquil, Durán y Samborondón, suma más de 1.600 muertes violentas en lo que va de 2025

Los jóvenes que caminan por la acera de Víctor Emilio Estrada y Laureles, en Urdesa, a la luz de la luna, combinan todas las posibilidades de blanco y negro en sus atuendos para salir de noche.

Blusas cortas de color blanco perlado, minifaldas de cuerina negra, camisas blancas, camisetas negras, jeans negros, blusas de lentejuelas blancas… así, sin proponérselo, un sinfín de prendas en la gama acromática desfilan rumbo a los centros de diversión nocturna.

Casi todos bordean los 18 y 23 años. Las mujeres, con maquillaje cargado, conversan entre ellas. Algunos hombres comparten un cigarrillo antes de ingresar al establecimiento.

Hablan de todo, pero ninguno menciona la inseguridad de la ciudad ni el temor a un hecho violento en ese mismo sector a esa hora. 

Guayaquil, que conforma la Zona 8 junto a Samborondón y Durán, acumulaba 1.675 muertes violentas desde el 1 de enero hasta el 21 de agosto pasado. 

En ese mismo período de 2024, en el Puerto Principal se registraron 643 hechos de sangre. Es decir, el incremento fue de 260 %.

“¿Inseguridad? ¿Qué es eso?”, pregunta uno de los jóvenes, de unos 20 años, mientras hace la fila para entrar a una discoteca de Urdesa. 

Se ríe y lo toma a broma. Incluso cuestiona al equipo de EXPRESO por encontrarse en la calle cerca de la medianoche de un sábado.

Pero una joven, licenciada en Administración con 27 años, interrumpe y muestra preocupación. “Perdón que me meta, pero yo sí tengo miedo cada vez que salgo de mi casa. Nunca sé qué me pueda suceder; pero confío en que, si salgo con mis amigos de siempre o con mi familia, como ahora con mi hermano, puedo estar tranquila”, asegura.

Aunque pueda bailar y divertirse un rato, sus padres, que se quedaron en casa, no están tan relajados. “Ellos sí se quedan con el ‘corazón en la boca’, pero ya después se duermen”, cuenta. Como padres, dice, se preocupan por su seguridad y le dan consejos sobre qué lugares visitar y cuáles evitar. “Yo sí los tomo en cuenta”, asegura.

En cambio, otra joven de 18 años confiesa sentir menos temor porque no se informa de la violencia. “Evito ver y escuchar noticias. Tal vez por eso no me he contagiado de la ‘maldad’”, comenta. 

Algunos de los asistentes permanecieron al menos diez minutos en la acera. Ninguno mostró miedo a un atentado o a ser víctima de un robo, solo esperaron con paciencia. “Siento que es un lugar seguro”, decía una joven.

Lugares de Guayaquil y Samborondón en los que se percibe seguridad

Para Ronny Tumbaco, de 33 años, y Génesis Navas, de 29, la percepción es distinta. Prefieren ir una vez al mes a restaurantes y locales de entretenimiento en la vía a Samborondón para disfrutar como pareja.

“No es que lo sentimos como una burbuja impenetrable, pero es mucho más seguro. Igual, aquí donde estoy (esperando en la entrada de una plaza comercial del kilómetro 1,5 de la avenida Samborondón) tengo un ojo mirando a mi alrededor y el otro mirándola a ella (Génesis, su pareja)”, admite Ronny.

Ellos analizan qué sector visitarán antes de salir, pues prefieren estar seguros aunque se aburran, a inseguros pero divertidos. “No hay cómo descuidarse. Siempre estamos atentos”, recalca.

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Génesis añade que sus padres siempre le recuerdan la inseguridad. “A diferencia de los más jóvenes, que ven esas advertencias como exageraciones, creo que cuando creces entiendes mejor cómo funciona todo. Ahora lo tomamos como un regalo: que los padres estén pendientes de nosotros”, afirma.

Así como Ronny y Génesis, al menos cien jóvenes acudieron esa noche al mismo sitio. A diferencia de Urdesa, en Samborondón caminaban de una discoteca a otra con mayor tranquilidad, reflejando la percepción de seguridad que destaca la pareja. 

“Residimos en el norte de Guayaquil y, definitivamente, es una buena decisión venir hasta acá. Preferimos demorarnos un poco más en llegar con tal de percibir tranquilidad un rato”, concluyen.

Con ese mismo anhelo de seguridad, los dueños de una discoteca involucrada en un doble asesinato el domingo 3 de agosto reabrieron el local a las dos semanas, a la espera de saber qué pasaría con la clientela.

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