Juan Carlos Díaz Granados | Más allá de la escasez
El futuro no se construye peleando por lo que existe, sino creando más de lo que requerimos
Durante décadas hemos repetido casi sin cuestionar una premisa: los recursos son escasos y, por tanto, la única forma de avanzar es quitarles a unos para darle a otros. Esa idea ha marcado buena parte del debate público en el Ecuador y nos ha llevado a creer que el progreso es un juego de suma cero. Que si alguien prospera, otro pierde. Que la riqueza es sospechosa y que la redistribución es el único camino posible.
Cerrar 2025 es una buena oportunidad para revisar esa narrativa. No porque la desigualdad no importe, sino porque la experiencia demuestra que administrar la escasez no genera bienestar sostenible. El verdadero desafío no es cómo repartir lo poco que hay, sino cómo crear más de aquello que nos falta: empleo formal, vivienda accesible, servicios públicos de calidad y oportunidades de movilidad social.
Las sociedades que lograron reducir la pobreza de manera sostenida no lo hicieron enfrentando a ciudadanos entre sí, sino apostando por la generación de riqueza. Invirtieron en productividad, innovación e infraestructura, pero también en algo decisivo: instituciones confiables y reglas claras. Entendieron que sin seguridad jurídica no hay inversión, y sin inversión no hay crecimiento ni inclusión posible.
En Ecuador, el discurso de la escasez ha servido muchas veces como excusa para frenar proyectos y desalentar la inversión. Nos acostumbramos a gestionar límites en lugar de ampliar posibilidades. Olvidamos que el país no carece de recursos ni de talento humano, sino de decisiones que liberen su potencial productivo bajo un marco legal predecible y estable, capaz de atraer inversión que hoy abunda en el mundo, pero evita entornos inciertos.
Mirar al 2026 con optimismo no es ingenuidad, es responsabilidad. Implica abandonar la lógica del enfrentamiento y asumir una visión donde el Estado facilite, la iniciativa privada invierta y la ciudadanía participe. Donde crecer no sea un pecado, sino el primer paso para compartir prosperidad.
El futuro no se construye peleando por lo que existe, sino creando más de lo que requerimos. Con esa convicción, les deseo un próspero 2026, marcado por crecimiento y oportunidades bien aprovechadas.