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Fausto Ortiz | De la incertidumbre a la oportunidad

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Tras los dos pagos de amortización del bono 2030, acercarse a 350 puntos es muy probable

Entre los aspectos positivos del actual gobierno, uno que puede marcar la diferencia en los 41 meses restantes de su mandato es la reducción del impacto de la incertidumbre sobre las decisiones económicas.

Hoy resulta menos complejo anticipar la evolución de variables clave como el crecimiento económico, la inflación y el costo de financiamiento. Las decisiones de inversión, consumo, el comportamiento del empleo y el establecimiento de políticas públicas se encuentran en la actualidad en una zona mucho más relajada al contar con mejor información o entendimiento del futuro de la economía.

La pandemia de 2020 generó el mayor período de incertidumbre reciente, con un enorme impacto en el comportamiento de los agentes económicos. Aunque el cambio de metodología para medir el PIB sugirió una rápida recuperación en 2021, el coletazo de la crisis se extendió hasta 2024, cuando la economía decreció 2 % debido, en gran parte, a un estiaje históricamente fuerte. Este evento climático pudo haberse mitigado con una adecuada complementación térmica de la matriz hidroeléctrica, responsabilidad que varios gobiernos anteriores omitieron y al actual se le ha venido complicando a pesar de las aparentes buenas intenciones.

De manera anecdótica, cabe señalar que las últimas crisis han coincidido con años bisiestos; tenemos dos años para prepararnos para una próxima.

La seguridad ya no es una incertidumbre, sino una realidad que debemos enfrentar. Tomará tiempo mejorar y adaptarnos a esta nueva normalidad. Al Gobierno le corresponde actuar sobre las causas: falta de empleo, deficiencias en salud y educación, permeabilidad de las fronteras y, sobre todo, una lucha frontal que proteja a la ciudadanía.

El mayor impacto de la incertidumbre es la parálisis: empresas que detienen proyectos, hogares que ahorran más y consumen menos, y gobiernos que sufren las consecuencias de esas decisiones. Posponer es una forma de protegerse; afortunadamente, hoy no estamos en ese escenario.

En mercados desarrollados, la incertidumbre se refleja de inmediato en la volatilidad de los activos y en la caída brusca de las acciones, mientras los inversionistas buscan refugio en activos más seguros.

En nuestra economía, el termómetro es el Riesgo País, que refleja no solo la capacidad de pago de los bonos de deuda externa, sino la voluntad de hacerlo.

Tras los dos pagos de amortización del bono 2030, acercarse a 350 puntos es muy probable. Sin embargo, bajar de ese nivel dependerá de factores externos poco controlables: un repunte del precio del petróleo -hoy improbable- y una caída en los rendimientos del bono del Tesoro estadounidense, aún más lejana.

Actualmente se ubica en 498 puntos, encaminándose hacia niveles históricamente bajos. En más de 20 años, su mejor momento se registró entre abril y octubre de 2014. Mejorar los 289 puntos alcanzados el 5 de septiembre de ese año será difícil.

Identificar oportunidades en medio de la incertidumbre será clave para las empresas en su búsqueda de mejorar resultados económicos, aislando el ruido de las proyecciones y fortaleciendo la toma de decisiones.