
Las fórmulas con las que otras ciudades de Latinoamérica operan sus radares
Para que el mecanismo funcione, otras urbes apostaron por tener rangos diferenciados para sanciones
Latinoamérica es como una vía donde los conductores comparten un sentimiento: no les gustan los radares. Por eso, el desafío de Guayaquil es enfocarlo como lo que es: una herramienta para salvar vidas.
EXPRESO recogió el mensaje de expertos: los radares deben volver, pero sin el manejo de manos privadas. El Instituto Ecuatoriano de Normalización (INEN) debe verificarlos.
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Consultamos también a especialistas sobre cómo ciudades de la región aprovecharon los dispositivos, pese a las críticas. Buenos Aires, Bogotá y Ciudad de México han enfrentado sus propios desafíos al momento de aplicar esta tecnología para reducir la velocidad en sus vías.
“Todos estamos sometidos a la misma polémica de si es una herramienta utilizada para prevenir o una herramienta utilizada para recaudar. Eso es implícito y pasa en todos lados. Pero lo importante acá es rescatar que la herramienta es la correcta”, asegura Pedro Scarpinelli, exdirector de la Agencia Nacional de Seguridad Vial, en Argentina.
“En Costa Rica digamos que dos veces se ha intentado y fundamentalmente se ha tenido el mismo problema que en la mayoría de los países de América Latina”, menciona Roy Rojas, gerente de proyectos del Consejo de Seguridad Vial (Cosevi) de ese país.
Como asesor de la Organización Mundial de Salud (OMS), Rojas participó en la implementación del que considera el mejor sistema de la región, el de Guadalajara, en México.
Radares: El conductor debe estar informado
La efectividad de un radar empieza desde antes de su instalación, en la planificación de los puntos críticos donde se registran más siniestros o exceso de velocidad, una de las principales causas de muerte en las vías.
Y el conductor debe estar informado. Eso es transparencia, remarca Rojas. Para esto, se debe colocar señalética que indique la cercanía de un control de velocidad. “Todo aquello que es en secreto, cámaras escondidas, todo eso no sirve. La evidencia demuestra que no funciona”.
Como parte de esa transparencia, el infractor debe ser inmediata y adecuadamente notificado, con un proceso de impugnación ágil y eficaz.
“El otro tema es que la población tiene que saber a dónde va a parar la plata que se recauda por esas infracciones”, advierte Rojas. Esto permitirá que la ciudadanía conozca si ese dinero se revierte en obras para la seguridad vial: infraestructura, campañas, fortalecimiento de las instituciones de movilidad, etc. “Porque si la plata entra a la caja única del Municipio, a la tesorería del Municipio, entonces eso es un impuesto. La gente lo va a tomar como un impuesto”.
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Radares: Propuestas de cambio de nombres
Pero, a veces, todo esto no suele ser suficiente. Comentarios como los que se leen en las redes de la Dirección de Movilidad y Transporte de Guadalajara muestran que la percepción no siempre cambia. “Solo con el ánimo RECAUDATORIO porque lo demás no les importa, solo es para robar”, escribió Alfredo Quiroz en Facebook.
“Si usted sabe que en Ecuador el nombre ‘radar’ o el tema ‘fotomultas’ está totalmente satanizado, hay que cambiarle el nombre”, aconseja Rojas.
Roy Rojas
Esto pasó en Bogotá. Allí pasaron de llamarse ‘cámaras de fotomulta’ a ‘cámaras salvavidas’, explica Miguel Forero, del colectivo SOS Motocultura.
Como activista promovió que la señalización sea visible, incluso con cintas reflectivas en la calzada, para distinguir la zona con una cámara salvavidas. Ante las quejas ciudadanas por supuestos cobros erróneos, como pasó en Ecuador, pidió que haya un lector de velocidad junto a la cámara.
Allá también se establecieron rangos de 10 kilómetros, que reciben multa pedagógica.
Radares en España: Aplicación por tramos
De España, Scarpinelli destaca la implementación de radares por tramos, algo que también aplican en Italia y otros países de Europa. La distancia del tramo puede ser de varios kilómetros, lo que aumenta la capacidad de control frente a uno fijo. Al entrar y salir, cámaras detectan las placas vehiculares y el tiempo. Un software se encarga de calcular, con esos datos, si superó los límites de velocidad.
“La evidencia no nos miente, es clara: donde hay control y fiscalización a través de radares, bajan los siniestros y, por ende, los fallecidos y los lesionados”, sostiene Álvaro Guzmán, de la Alianza Global por la Seguridad Vial.

Guayaquil aún espera sumarse a las ciudades que tienen salvavidas en sus vías, para enfrentar la inseguridad vial.
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