
UTPL identifica 47 especies de hongos y advierte sobre su conservación
El descubrimiento de especies fúngicas en la Reserva Ecológica Arenillas pone en evidencia el valor del bosque seco
En la provincia de El Oro, la Reserva Ecológica Arenillas (REAR) se ha convertido en el escenario de un hallazgo científico que podría cambiar la forma en que Ecuador mira su biodiversidad oculta. Un equipo multidisciplinario de la Universidad Técnica Particular de Loja (UTPL), junto con el Ministerio del Ambiente, Agua y Transición Ecológica (MAATE) y el Instituto Nacional de Biodiversidad (Inabio), identificó 47 especies de hongos tras la recolección de 162 especímenes.
La cifra, que representa apenas el 1,37 % de la diversidad potencial estimada para la zona, pone en evidencia la escasa investigación micológica en el país y el riesgo de perder un patrimonio natural antes de conocerlo.
El tamaño de la Reserva Ecológica Arenillas
La Reserva, que abarca más de 13.500 hectáreas, protege uno de los últimos remanentes del bosque seco tropical ecuatoriano, considerado un ecosistema de altísimo valor pero severamente amenazado. De acuerdo con cifras oficiales, entre 1990 y 2018 el país perdió más del 27 % de su cobertura de bosque seco, lo que ha dejado estas áreas cada vez más fragmentadas y vulnerables.
Las principales amenazas provienen de la expansión agrícola, la ganadería ilegal, la camaronicultura y el cambio climático, factores que han presionado a especies únicas adaptadas a condiciones áridas. En este contexto, los hongos representan una pieza clave en el equilibrio ecológico, aunque poco visibilizada.
Para muchos, los hongos suelen relacionarse únicamente con setas comestibles o patógenos, pero su función va mucho más allá. Estos organismos descomponen la materia orgánica, reciclan nutrientes, ayudan a las plantas a absorber agua y minerales a través de micorrizas, y mantienen el equilibrio de la red trófica.

“Los hongos no deben entenderse como simples descomponedores o patógenos. Son verdaderos arquitectos invisibles de los ecosistemas, con un papel clave en las redes ecológicas subterráneas y el funcionamiento de los sistemas naturales”, enfatizó Darío Cruz, docente de la carrera de Biología de la UTPL. Además, algunos tienen aplicaciones biotecnológicas prometedoras: desde la micorremediación de suelos contaminados hasta el desarrollo de nuevos fármacos y productos sostenibles.
De las 47 especies registradas, 37 fueron encontradas en el bosque seco y 29 en el salitral, con casos como Cerrena hydnoides y Pycnoporus sanguineus, presentes en ambos ecosistemas y creciendo sobre madera en descomposición.
Los investigadores destacan que esta diferencia es estadísticamente significativa y revela que el bosque seco tropical aún guarda un enorme potencial biológico por descubrir. La REAR podría albergar cientos de especies más, invisibles hasta ahora, pero con un rol crucial en la resiliencia del ecosistema.
El reto histórico de la micología en Ecuador
El estudio también subraya un reto histórico: la micología en Ecuador sigue siendo una disciplina rezagada. Según Cruz, aún existe una marcada falta de muestreos sistemáticos y de recursos para documentar la diversidad fúngica del país.
“Todavía hay amplias zonas donde la diversidad de hongos es un misterio. Sin una base sólida de datos, corremos el riesgo de perder especies que nunca llegaremos a conocer”, advierte el informe.
El equipo investigador recomienda acciones inmediatas para evitar una pérdida silenciosa: implementar monitoreos permanentes y muestreos micológicos sistemáticos, incorporar a los hongos en planes de restauración ecológica, reforzar la protección del bosque seco tropical mediante mayor control sobre la fragmentación y el uso del suelo, y fomentar la educación ambiental comunitaria, para que los habitantes comprendan el valor del bosque seco y sus especies. “La conservación del bosque seco tropical y de su diversidad fúngica no es solo un tema científico, es un asunto de supervivencia y futuro para el país”, resaltó el informe de la UTPL.