
Refugio Espíritu Santo: Una obra de fe que acoge a migrantes en Guayaquil
La Fundación Refugio Espíritu Santo (RESA) ha acogido a más de 3.000 personas en situación de calle.
La Fundación Refugio Espíritu Santo (RESA) nació del compromiso de un grupo de empresarios católicos de la Arquidiócesis de Guayaquil que, inspirados por el gesto del Papa Francisco de ofrecer un lugar donde dormir a las personas sin hogar en el Vaticano, decidieron replicar esa acción en la ciudad. Desde su constitución legal en 2019, RESA ha evolucionado de ser un simple refugio diurno para ecuatorianos en situación de calle, a convertirse en un albergue con servicios integrales, enfocado hoy en atender a familias migrantes.
“Esta obra comenzó como un acto de fe y hoy es un proyecto social estructurado que ha acogido a más de 3.000 personas”, asegura Daniel Quinde, coordinador general de RESA a EXPRESO.
Un albergue que creció con la emergencia sanitaria
La pandemia de COVID-19 fue un punto de inflexión. En 2020 y 2021, gracias a convenios con el Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES) y con el respaldo del Municipio de Guayaquil a través de la Dirección de Acción Social y Educación (DASE), RESA logró operar 24/7, convirtiéndose en un refugio permanente para decenas de personas vulnerables. La atención se amplió hacia servicios de salud física y mental, empleabilidad, emprendimiento y regularización migratoria.
El albergue se instaló inicialmente en la parroquia Santísimo Sacramento, ubicada en Pío Montufar y Manabí, y luego se trasladó a una segunda sede, en la calle 24 y Febres Cordero, donde actualmente continúa operando.
Un equipo comprometido y profesional
El equipo de RESA está compuesto por profesionales capacitados y voluntarios comprometidos. Aparte de Quinde como coordinador general, la fundación cuenta con gestores sociales, un psicólogo, una especialista en gestión de riesgos, trabajadores sociales y psicólogos infantiles. También hay personal de apoyo administrativo y de servicios generales, además de voluntarios ecuatorianos y extranjeros que fortalecen la labor diaria.
“Nuestro trabajo responde a estándares internacionales, por eso cuidamos cada aspecto de la atención”, recalca Quinde a este Diario.
Red de apoyo nacional e internacional
Actualmente, la Organización No Gubernamental (ONG) trabaja con importantes organismos como el Consejo de Derechos Humanos (CDH), el Programa Mundial de Alimentos (PMA), HIAS, World Vision y el Banco de Alimentos de Diakonia. Aunque algunos convenios han finalizado, como los mantenidos con universidades como la ESPOL o la Politécnica Salesiana, las alianzas han sido clave para mantener la operación y asegurar calidad en los servicios.
Desde el sector público, reciben apoyos indirectos de la DASE y de diversas empresas y organizaciones que aportan con donaciones.
Foco en familias migrantes
En los últimos años, la ONG ha reorientado sus esfuerzos. Si antes atendían a todo tipo de población, hombres solos, mujeres solas y grupos familiares diversos, ahora se concentran en familias migrantes, principalmente monoparentales o biparentales, que requieren atención urgente y estable.
El objetivo, según explica Quinde, es focalizar recursos y mejorar la calidad del servicio: “Atendemos a un promedio de más de 500 personas al año con alojamiento, alimentación y atención psicosocial”.
Un futuro con raíces en la solidaridad
El presidente de la fundación es el cardenal Luis Cabrera, quien lidera junto al directorio la visión institucional de la obra. La organización continúa en búsqueda de sostenibilidad, fortaleciendo la atención humanitaria y manteniendo las puertas abiertas para nuevos voluntarios y aliados.