
Escuela, alimentos, vivienda y salud: el trabajo incansable de Corporación Compartir
Cada mes, la fundación entrega 284 canastas alimenticias, mantiene becas escolares, realiza campañas médicas
En 1997, cuando las lluvias del fenómeno de El Niño desbordaban los esteros y las esperanzas en el noroeste de Guayaquil, un grupo de miembros del movimiento católico Schoenstatt decidió no quedarse de brazos cruzados. Unidos por un sentido cristiano de solidaridad y con el anhelo de aliviar el sufrimiento de las familias más golpeadas por la emergencia, nació lo que luego sería la Corporación Compartir, una organización que desde entonces ha sido faro de acompañamiento y transformación en sectores como Bastión Popular, El Fortín y Flor de Bastión.
“El dolor fue el punto de partida, pero también la compasión y la fe”, resumen desde la organización. Desde sus inicios, el objetivo ha sido claro: promover la dignidad humana, defender los derechos fundamentales y asistir a quienes viven en condiciones de pobreza extrema y vulnerabilidad.
La formalización de la corporación llegó en 1999, y con ella, una consolidación de su misión: ejecutar proyectos sociales sostenibles que mejoren la calidad de vida de las comunidades urbanas marginales de Guayaquil.
Educación, nutrición y salud: pilares del servicio
Uno de los proyectos más emblemáticos es la Escuela José Kentenich, que hoy acoge a 150 estudiantes de los niveles de inicial, segundo y tercero de básica. Allí, más allá de las clases, se garantiza un desayuno diario, pieza clave para combatir la desnutrición y mejorar la concentración escolar. Pero la meta es aún más ambiciosa: ampliar el número de aulas para ofrecer toda la educación básica.
Complementando esta labor, el programa de becas educativas otorga cada año 100 apoyos integrales a niños y adolescentes de escuelas fiscales del noroeste de Guayaquil. La beca cubre no solo uniformes y útiles escolares, sino también seguimiento escolar y asistencia médica.
“Sabemos que sin salud, sin alimento, sin acompañamiento, ningún niño puede aprender en condiciones justas. Por eso nuestra intervención es integral”, afirman desde la entidad.
Otro frente vital es el de la seguridad alimentaria: mensualmente, la Corporación entrega 284 canastas básicas a familias en situación crítica, muchas de ellas con miembros que enfrentan enfermedades graves o viven con alguna discapacidad.
Vivienda digna y apoyo familiar: sembrando esperanza
En el marco del programa Sembrando Esperanzas, 12 familias al año reciben un acompañamiento integral que incluye vivienda, acceso a salud, educación para sus hijos y asesoría para generación de ingresos. “No se trata solo de ayudar, sino de acompañar procesos de superación”, explican sus representantes.
Además, bajo la iniciativa Vivienda Digna, se ha logrado construir y mejorar hogares que antes eran inhabitables. “Un techo seguro no solo protege del sol y la lluvia. Protege la dignidad y ofrece paz”, afirma uno de los beneficiarios.
También se ejecutan campañas médicas comunitarias que han llegado a más de 200 personas, con servicios que incluyen prevención, vacunación, consultas médicas y odontológicas. Todo esto forma parte de una red de atención que busca no solo resolver necesidades inmediatas, sino mejorar las condiciones estructurales de vida.
Una red de voluntades solidarias
Actualmente, la Corporación Compartir funciona gracias al trabajo coordinado de 16 personas: administrativos, docentes y auxiliares, además de un equipo de 11 miembros del comité directivo. A esto se suma el aporte valioso de más de 10 voluntarias que imparten clases de religión.
“Cada persona que se une como voluntario, donante o aliado estratégico, transforma una historia. Y queremos que más lo hagan”, invitan desde la organización. Para participar, se puede contribuir con tiempo, recursos económicos o materiales, o incluso servicios especializados.
El desafío futuro: ampliar la escuela, multiplicar los impactos
Entre los sueños que mueven hoy a la Corporación está la ampliación de la Escuela José Kentenich, un proyecto que requerirá el compromiso de nuevos aliados, tanto ciudadanos como empresas con responsabilidad social.
“Queremos que más niños tengan acceso a una educación digna, sin barreras. Para eso, necesitamos que personas de buen corazón se sumen a este propósito”, concluyen.