ONG Sendero azul
ONG. La Fundación Sendero Azul ayuda a través de programas de educación a jóvenes con autismo.Cortesía

Autismo con voz propia: la fundación que transforma vidas desde el amor

La Fundación Sendero Azul brinda apoyo integral a más de 300 beneficiarios con proyectos educativos y terapéuticos

La Fundación Sendero Azul nació de una necesidad sentida y compartida: la de acompañar y empoderar a las familias ecuatorianas que enfrentan el diagnóstico de autismo en uno de sus hijos. Fue en 2018 cuando un grupo de once padres, motivados por el amor, la incertidumbre y las ganas de hacer algo por sus hijos, fundó una organización que hoy transforma vidas. “La Fundación nace el 2018 hecha por padres que tienen hijos con el diagnóstico de autismo”, cuenta Claudia Amat, su fundadora. “Fue una iniciativa desde el corazón, porque necesitábamos entender, apoyar y crear comunidad”.

Desde entonces, Sendero Azul ha sumado a su causa a más de 300 beneficiarios, entre niños, adolescentes y sus familias. La fundación trabaja para asegurar una inclusión real y efectiva en todos los ámbitos de la vida: educación, trabajo, salud, deporte y comunidad. “Tenemos muchos proyectos en marcha”, agrega Amat. “Todos pensados en mejorar la calidad de vida de las personas con autismo y sus familias, derribar barreras, y sensibilizar a la sociedad”.

Educando a las familias y la sociedad

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Uno de los pilares de la fundación es la educación. Por ello, realizan constantes capacitaciones a padres, maestros, profesionales de la salud, e incluso a empresas que desean adaptarse a una cultura inclusiva. La organización colabora con el Ministerio de Educación en procesos de formación y desarrolla campañas de sensibilización dirigidas al público general. Entre sus actividades más significativas están las charlas, los desayunos familiares, y los encuentros para compartir experiencias. También se han realizado caminatas por el autismo y eventos de alto impacto como “Yo vivo la inclusión”, que ya se ha convertido en una tradición anual.

El apoyo emocional y social también está contemplado a través de grupos de apoyo y espacios como el “Club Senderos”, una actividad semanal donde se trabajan habilidades sociales con niños y adolescentes. “Es un espacio donde los chicos pueden jugar, compartir, desarrollar vínculos, y donde las familias también se sienten parte de una comunidad que los entiende”, explica Amat. Este club no solo refuerza aspectos como la comunicación o el trabajo en equipo, sino que también permite organizar paseos recreativos, actividades de integración y sesiones de juegos terapéuticos.

Proyectos innovadores promovidos por la ONG

En cuanto a innovación, Sendero Azul ha emprendido un proyecto pionero: un curso de robótica especialmente diseñado para personas con autismo. “Es una forma de acercarlos al mundo de la tecnología de una manera adaptada a sus capacidades y necesidades”, dice Amat. Este tipo de iniciativas responde a uno de los ejes estratégicos de la fundación: abrir nuevas puertas para el desarrollo personal y profesional de las personas con TEA.

Además, la fundación produce cada semana un programa en línea titulado “Una mirada al autismo”, donde se invita a profesionales para hablar sobre temas clave relacionados con el trastorno. “La idea es que las familias puedan hacer preguntas en vivo, resolver dudas y acceder a información confiable sin salir de casa”, afirma la vocera. Este canal de comunicación ha permitido generar una red de conocimiento y contención que se extiende más allá de Guayaquil.

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Creando espacios inclusivos para personas con autismo

Otros proyectos importantes de Sendero Azul incluyen “La hora silenciosa”, una campaña para crear espacios inclusivos en locales comerciales; el proyecto “Comunícate”, que promueve herramientas de comunicación aumentativa; y celebraciones especiales como el “Día de Reyes”, que llevan alegría a las familias en fechas significativas. Todo esto se sostiene con el apoyo voluntario de psicólogos, terapeutas, nutricionistas y especialistas que se suman a la causa.

Para ser parte de la Fundación, basta con llenar un formulario y adjuntar el diagnóstico de autismo. No hay costos, ni requisitos complejos, lo que facilita el acceso a sus programas. “Queremos que cualquier familia que lo necesite sepa que aquí tiene un lugar”, concluye Amat. Además, la fundación mantiene una activa presencia en redes sociales, donde difunde sus actividades y sensibiliza a la comunidad.

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