Soledad OMS
La OMS advierte que 1 de cada 6 personas sufre soledad, un fenómeno que ya representa una amenaza global para la salud pública.Canva

La soledad masculina: el nuevo desafío de salud pública que ya golpea a los jóvenes

Las redes sociales, la pérdida de comunidad y la ruptura de etapas clave del desarrollo han intensificado el aislamiento

La soledad dejó de ser un sentimiento pasajero para convertirse en un fenómeno global con impacto directo en la salud. La Organización Mundial de la Salud (OMS), en su informe From Loneliness to Social Connection publicado en 2025, advierte que 1 de cada 6 personas en el mundo sufre soledad, lo que equivale a más de 1.200 millones de personas. El organismo incluso estima que este problema silencioso se relaciona con más de 871.000 muertes al año, una cifra que la posiciona como una amenaza comparable a factores de riesgo tradicionales como el tabaquismo o la obesidad.

La dificultad para conectar con otras personas

En Ecuador, este escenario resuena especialmente entre los jóvenes y hombres, un grupo que suele experimentar aislamiento emocional sin buscar ayuda profesional. Así lo explica el psicólogo Luiggi Sáenz de Viteri, quien sostiene que el fenómeno se ha vuelto evidente en los últimos años: “La gente joven está teniendo muchas dificultades para conectar con otros. La salud debería entenderse como algo integral que involucra lo físico, lo mental, pero también lo social”.

El experto enfatiza que la forma de relacionarse cambió radicalmente. “Antes, quizás en nuestra época, conocíamos personas directamente. Si a mí me atraía una chica, tenía que hablarle, pedirle el número… ahora la gente joven mayormente conoce perfiles de redes”, recuerda. Esa interacción digital, explica, no solo es superficial: genera expectativas irreales, inhibición y desánimo. “Lo que se presenta en redes no siempre se corresponde con la realidad. O, al contrario, es tan pulido e inalcanzable que inhibe a la gente”, añade.

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La OMS confirma esa tendencia: los jóvenes son uno de los grupos con mayores tasas de soledad debido al consumo digital, la presión social, la autoimagen y las relaciones basadas en pantallas. Para Sáenz de Viteri, este fenómeno se intensificó tras la pandemia, que interrumpió etapas cruciales del desarrollo social. “Muchas personas perdieron momentos importantísimos de su adolescencia o universidad: salir, cometer errores, aprender a relacionarse. Todo eso quedó mermado”, explica. La ruptura de estas dinámicas generó generaciones enteras con menos habilidades sociales y menor tolerancia a la vulnerabilidad emocional.

Sin embargo, el riesgo va más allá de la tristeza o el desánimo. La OMS señala que la desconexión social incrementa el riesgo de depresión, ansiedad, enfermedades cardiovasculares, deterioro cognitivo e incluso mortalidad prematura. Sáenz de Viteri coincide: “El apoyo social es un factor muy, muy, muy importante como predictor de la salud”.

Pérdida del sentido comunitario en el país

Otro elemento que agrava el aislamiento es la pérdida del sentido de comunidad. “Ya perdimos los barrios donde la gente se conocía. Ahora es cada quien por su lado o sospechar del otro”, afirma el psicólogo. Para él, reconstruir esos lazos es indispensable: la pertenencia, el contacto humano y los espacios colectivos son herramientas fundamentales para enfrentar la epidemia silenciosa de la soledad.

La OMS propone a los gobiernos tomar medidas urgentes, desde políticas de salud pública hasta campañas que promuevan la conexión social y la salud mental. Sáenz de Viteri coincide en la necesidad de intervenir: “Son retos grandes, importantes, pero que requieren atención a niveles cada vez más altos. Sin políticas claras que fomenten la conexión, este aislamiento seguirá creciendo”.

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