
Cinco costumbres diarias que están destrozando el equilibrio hormonal del cuerpo
Descubre lo que daña tu reloj interno. Cinco hábitos alteran el cortisol, afectando el descanso y el metabolismo sin notarlo
Millones de personas están alterando su ritmo circadiano sin saberlo, exponiéndose a cinco rutinas diarias que confunden el reloj interno del cuerpo y descontrolan la producción de la hormona cortisol. Este desajuste, que sucede cada vez que difuminamos la frontera entre el día y la noche, tiene consecuencias directas sobre el metabolismo, el peso y el ciclo del sueño, pues el cuerpo depende de señales externas para sincronizar sus procesos biológicos.
El ritmo circadiano es el reloj maestro que dicta cuándo debemos estar activos y cuándo debemos descansar. Este ciclo de 24 horas regula funciones esenciales, siendo la hormona cortisol su director de orquesta. El cortisol debe ser alto al despertar (para darnos energía) y bajo al dormir (para permitir el descanso). Sin embargo, nuestro estilo de vida moderno sabotea este patrón natural.
1. La ausencia de luz brillante por la mañana
Nuestros ancestros pasaban la mayor parte del día al aire libre, expuestos a la potente luz solar. Hoy, la mayoría pasa las mañanas en interiores con luz artificial. La luz del sol, incluso en un día nublado, es miles de veces más brillante que cualquier iluminación de oficina.
El no exponerse a la luz natural al poco tiempo de levantarse es la primera costumbre que desincroniza el reloj interno. El cerebro necesita la luz brillante matutina como una señal clara de que el día ha comenzado. Sin esa señal, la producción de cortisol se retrasa, lo que resulta en sensación de letargo y dificultad para arrancar la jornada.
2. El exceso de luz artificial por la noche
Si la mañana carece de luz potente, la noche sufre lo contrario. La luz artificial de las pantallas (televisores, tabletas, móviles) o de las bombillas LED brillantes en el hogar inhibe la producción de melatonina (la hormona del sueño) y, al mismo tiempo, prolonga la actividad del cortisol.
El cerebro interpreta esta luz nocturna como una extensión del día, lo que dificulta la transición al descanso profundo. Esto genera lo que se conoce como "jet lag social", donde la calidad del sueño disminuye y el cuerpo se mantiene en un estado de alerta que no necesita.
3. Comidas abundantes o tardías
El reloj circadiano no solo se sincroniza con la luz; también lo hace con la comida. Además del reloj central ubicado en el cerebro, el cuerpo tiene "relojes periféricos" en el hígado y el sistema digestivo. Nuestro sistema digestivo es más eficiente procesando alimentos durante nuestro periodo natural de actividad, es decir, durante el día.
Comer grandes cantidades o, peor aún, hacer la comida más pesada del día justo antes de dormir confunde a estos relojes periféricos. Publicaciones de Vogue España y análisis sobre nutrición destacan que hacer grandes comidas por la noche está directamente relacionado con el aumento de peso y con una peor sincronización de los ritmos metabólicos. El cuerpo debe estar centrado en el descanso, no en la digestión pesada.
4. Mantener una temperatura constante
El ciclo natural del sueño se guía también por la temperatura corporal. Tradicionalmente, la temperatura corporal desciende durante la noche para facilitar el descanso. Mantener la calefacción o el aire acondicionado a una temperatura idéntica durante todo el día y la noche difumina esta señal biológica. Nuestro cuerpo, que durante miles de años durmió en ambientes más frescos, necesita este descenso térmico para entender que es hora de reducir la actividad metabólica y el cortisol.
5. Sedentarismo matutino pro-inflamatorio
La actividad física suave, como una caminata corta matutina, refuerza la señal de que el día ha comenzado. El sedentarismo al inicio del día, en combinación con la falta de luz, envía una señal confusa al organismo. Incorporar movimiento al despertar ayuda a fijar el ritmo circadiano y a modular el cortisol de manera óptima, preparándonos mejor para la jornada.
La mejor estrategia para recuperar el equilibrio hormonal es, paradójicamente, una vuelta a las costumbres ancestrales: priorizar la luz brillante por la mañana, reducir drásticamente la luz artificial al anochecer, concentrar la ingesta calórica en las horas diurnas, y garantizar un entorno de descanso fresco. Reconectar con el ciclo natural es la clave para mejorar el sueño, la energía y la salud metabólica.
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