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Diversidad. En Quito existe la comunidad ciclista que reúne a más de 40 agrupaciones que se mueven por el norte, sur y los valles de distrito.Henry Lapo/ EXPRESO

Quito: rodar para despabilar a la ciudad

Colectivos se organizan para tomarse el espacio público en horas y días inusuales. Ahuyentar la inseguridad y dar alegría a la urbe, entre propósitos

Rodadas con más de un propósito. Luces intermitentes que a lo lejos parecen ninacuros, chalecos reflectivos, cascos y rodilleras. Risas, nervios, consejos y agua panela para compartir. Ese es el ambiente que se vive en algunos sectores de Quito las noches de los jueves, aunque por la acogida se han extendido al martes o miércoles.

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Son los ciclistas y patinadores que, entre otros colectivos ciudadanos, han decidido apoderarse de las calles de la capital para demostrar, dicen, que la ciudad no puede ni debe estar ‘muerta’ cuando cae el sol, y que esa presencia comunitaria en el espacio público puede ser una forma de combatir la inseguridad, pero también la soledad que por momentos puede experimentar una persona.

La noche del jueves 27 de julio una fuerte lluvia, en pleno verano, sorprendió a más de uno, pero no asustó a los integrantes de ‘Jueves de pedal’ que se reúnen en el extremo sur del parque El Ejido. A medida que iba pasando la precipitación iban llegando más ciclistas. Cerca de las 20:00 superaban los 20. Partieron con destino al Museo del Agua y luego cruzaron hacia El Panecillo.

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Tamia Cando coordina este grupo que nació con la pandemia y está a punto de cumplir tres años. Cuando las condiciones climáticas ayudan, pueden superar los 50 participantes y en alguna ocasión, en un evento especial, llegaron a ser unos 400. “Fue una locura”, dice con emoción la joven.

“Este grupo fue conformado por gente que ya ‘cicleaba’ hace años y vimos la necesidad de sacar a otra gente a las rodadas nocturnas. Aquí hay de todo: familias, parejas, niños, profesionales, estudiantes. Eso nos motiva a crecer con esta iniciativa y que se unan más”, agregó.

El grupo de ciclistas ha llegado con sus bicicletas a barrios calificados como ‘peligrosos’ como San Roque, La Roldós, el Comité del Pueblo o Guamaní en el sur. No han tenido malas experiencias con la delincuencia y, más bien, algunos vecinos se han animado a salir para ofrecerles agua, agradecerles y felicitarles por tenerlos en cuenta.

Francisco Guachamín, que es asistente en un estudio jurídico, comentó que al inicio su familia estaba nerviosa de que salga las noches y más cuando se enteraron las rutas que tomaban. “Les expliqué que somos un grupo grande, unido y nos cuidamos. Eso les da tranquilidad”, dijo el ciclista que hoy correrá la versión del Giro de Italia que se celebra en Quito.

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Unos kilómetros más hacia el norte el ruido de las llantas de los patines zumban en el asfalto de las avenidas Amazonas y Naciones Unidas. Ahí se reúnen de hace varios años, incluso antes de la pandemia, los integrantes de Quito Patina. Estefanía Arciniegas es la iniciadora de esta comunidad enfocada en moverse por la ciudad.

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“Los recorridos los hacemos en las noches porque no hay tanto tráfico y ahora es duro constatar que luego de la pandemia, incluso antes de las siete de la noche las calles ya están vacías. Locales que antes cerraban a las nueve de la noche ahora lo hacen seis y media. Nosotros hemos salido hasta 80 personas y lo que queremos es dar alegría y la sensación de seguridad a la ciudad”, señaló Estefanía.

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Confraternidad. Así como los ciclistas, los patinadores han podido recorrer los rincones poco o nada visitados en las noches capitalinas.Cortesía

A este grupo se han unido profesionales, directivos de empresas, estudiantes, hombres, mujeres, niños y adultos de más de 60 años. Cuando se calzan los patines, las rodilleras y los cascos “todos somos iguales, nadie es más ni menos”, puntualiza Arciniegas.

Pero también sirve de terapia. ‘Felipe’, de 37 años, pasó hace casi dos por un proceso de divorcio complejo. Quedó con la estima baja, tenía pocos amigos y la relación con su familia directa estaba desgastada. Eso hacía que por su cabeza pasen ideas de todo tipo y no siempre las mejores.

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Una noche, mientras caminaba sin rumbo, vio a los patinadores, los buscó por redes sociales y a la siguiente cita se incorporó. “Desde ahí no he parado, he mejorado la confianza en mí mismo y hasta las relaciones interpersonales”, dijo.

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Tanto ciclistas como patinadores aplican las mayores normas de seguridad para evitar ser víctimas de un accidente y aunque siente que cada vez hay mayor conciencia y tolerancia ciudadana hacia la movilidad alternativa, también creen que falta aún más para lograr una sociedad armónica.

También hacen un llamado a las autoridades municipales para que faciliten los medios de movilidad alternativa. La semana pasada hubo un evento para hablar del tema y, al menos, en el papel hay el compromiso para generar y ampliar los espacios para este tipo de transporte tanto con iniciativas de la empresa privada como del Municipio de Quito.