Los moradores de la calle Pedro de Valdivia y Jorge Washington, sector La Mariscal, centro norte de Quito no pueden más con la hediondez e insalubridad.

Desde hace más de un año, esta calle se ha convertido en el botadero de basura, refugio de gente de calle, parada de borrachos y de paso en el baño público de todo aquel que pasa y no aguanta la necesidad de ir a un retrete.

Son cerca de 200 metros que cubre esta calle y sobre ella se asientan tiendas de abastos, un restaurante, oficinas y también viviendas. A cada paso que se da, la fetidez de las orines son insoportables e incluso otro tipo de desechos humanos se encuentran a un costado de los árboles que están sobre la acera.

Al filo de la entrada de los inmuebles, la basura también se amontona y como señal de protesta de quienes ahí habitan, un rótulo que indica “Le estamos grabando. Prohibido orinar”, intenta disuadir a los maleducados.

Rosario, propietaria de una tienda de abarrotes decidió poner una puerta corrediza en el acceso a su negocio. Vende comida a más de snacks y otro tipo de artículos de tienda.

Optó por esta solución para darles un ambiente agradable a sus clientes, quienes al menos tras el vidrio ya no perciben el mal olor de la calle.

“No queda más que buscar alternativas. Procuro pasar todo el tiempo con la puerta cerrada porque es fuerte el mal olor. Adentro ya hay ambiental y con eso se pierde la pestilencia. Sería bueno que la empresa de Aseo hiciera algo en esta zona pública, aunque también es culpa de la gente que es cochina”, manifiesta la comerciante.

Como ella, los pocos negocios que están cerca de este foco de suciedad también han colocado las mismas entradas y también se apoyan en productos de limpieza para librar de cualquier suciedad, al menos al frente de sus establecimientos comerciales.