Carlos Andrés Vera | La lealtad es al pueblo

El periodismo honra la confianza de sus audiencias haciendo su trabajo
EXPRESO acaba de publicar una serie amplia, documentada y profesional sobre una gran denuncia de corrupción en el sistema de salud y en el IESS. Es uno de esos trabajos que recuerdan el verdadero rol del periodismo en democracia: equilibrar el poder, ser contrapeso, encender luces cuando desde el Estado se mal emplean fondos públicos.
Desde que tengo memoria, el periodismo ha cumplido con este rol frente a todos los gobiernos. Lo que no encuentro en nuestra historia reciente es a un político que, en lugar de sentirse atacado, entienda que su deber es indagar hacia adentro, verificar la veracidad de las acusaciones y tomar acciones. Eso implica recordar una verdad esencial que parece olvidarse con facilidad: la lealtad del gobernante no es con su equipo, es con la gente.
En Ecuador, con un Estado cooptado y una cultura política tan precaria, es casi inevitable que aparezcan casos de corrupción. Lo importante no es si existen -porque van a existir-, sino cómo se reacciona ante ellos. Y la única forma legítima y eficaz de reaccionar es señalando al verdadero traidor: no al periodista que cumple con su trabajo y su rol en democracia, sino al funcionario que malgastó la confianza que le otorgó el presidente, el ministro o el pueblo.
No son los periodistas quienes traicionan, son los funcionarios corruptos, los familiares corruptos, los políticos corruptos. El periodismo honra la confianza de sus audiencias haciendo su trabajo. El político debe honrar la confianza de sus electores castigando al corrupto. Un funcionario que abusa de la confianza pública traiciona a la autoridad que le confió responsabilidades.
Ojalá quienes hoy ejercen el poder comprendan esta verdad. El espíritu de cuerpo solo desgasta, solo mina la confianza de la ciudadanía. Lo que la gente espera es que se respete su voto y su confianza: en este caso, que se actúe con lealtad hacia el usuario del sistema de salud, hacia el ciudadano que merece respeto y respuestas.
Incluso desde la perspectiva más pragmática de un político que anhela el apoyo ciudadano, el camino es claro: si alguien quiere sostener el poder o el aplauso, debe honrar la confianza del pueblo. La lealtad es, siempre, con el pueblo.