
Paro nacional en Ecuador: el ganador está donde menos lo imaginamos
Análisis| El paro deja un Ecuador dividido, crispado e irreconciliable a las puertas de un proceso constituyente
Los comunicadores políticos de la tuitosfera ecuatoriana debaten sobre el tema del momento: quiénes ganaron y quiénes perdieron en el paro nacional. Según los principios elementales de su pseudociencia, los factores del triunfo y la derrota se miden en función de las posibilidades electorales.
La política, así considerada, es una mezquina carrera por sumar puntos en las encuestas de aprobación o situarse con ventaja de cara al próximo escrutinio. Y la victoria resultante es un valor en sí mismo, con independencia de los desastres y estropicios causados en el camino con el fin de conseguirla.
¿Un paro con ganadores?
Sólo desde ese punto de vista, el de la comunicación política, es lícito afirmar que el gobierno de Daniel Noboa, por su estrategia que combinó control territorial con despliegue de fuerza y “una narrativa de orden público” o lo que fuera, es el ganador del paro nacional.
Si, por el contrario, se entiende la política como una actividad al servicio del bien público, todas estas consideraciones son irrelevantes. Como irrelevante es la pseudociencia de la comunicación política.
No hay ganadores del paro nacional desde la perspectiva del bien público. Y no los hay no por las razones habituales, predecibles y constantemente repetidas: los 70 millones de dólares de pérdidas económicas solamente en la provincia de Imbabura; el perjuicio irrecuperable que sufrieron los sectores ganadero y florícola; la paralización del turismo durante un feriado clave; los 20 mil empleos en riesgo como resultado de todos esos retrocesos…
Esas cuentas son importantes y habrá que hacérselas a los responsables: los violentos que secuestraron la provincia, obligaron a paralizar a quienes no querían plegarse al paro e impusieron su orden a palos. Sobre sus más que probables relaciones con la delincuencia organizada falta mucho por investigar y por aclarar.
Las pérdidas que dejó el paro
Pero no son esos los mayores daños que dejó el paro. Más aún: si el resultado de estos casi 30 días de protestas hubiera sido un diálogo real entre las partes que hubiera conducido a un entendimiento a partir del cual edificar una nueva convivencia (como ocurrió con el gran levantamiento de 1990, el primero de la Conaie), hasta podríamos decir que esos 70 millones de dólares en pérdidas salieron baratos.
¿A cuánto ascendieron las pérdidas del levantamiento del año 90? A nadie le importa. Basta con saber que, gracias a ese paro nacional indígena, se abrió las puertas al diálogo intercultural, se puso sobre la mesa de debate nacional una realidad largamente ocultada y se diseñó un nuevo mapa político que cambió al Ecuador para siempre y para bien. O sea que valió la pena. Este paro, en cambio, como los dos anteriores protagonizados por Leonidas Iza, no dejan otra cosa que una división y una crispación cada vez más incontrolables: una derrota general.
Resulta muy mezquino, en estas circunstancias, ponerse a hacer numeritos con las encuestas de popularidad.
Para empezar, se celebra como una victoria del gobierno la división de la Conaie, la pérdida de autoridad de su presidente y la atomización del movimiento indígena. Y quizá no podría haber peor noticia para el país en las actuales circunstancias. Verdad es que esa crisis de la Conaie es interna y tiene que ver con su captura por parte de una célula marxista (la liderada por Leonidas Iza) que quiso convertirla en agente de la revolución proletaria y acaso pactó con la delincuencia organizada.
La gran pérdida de Noboa
Pero ante esa amenaza, la única respuesta del Estado (y no de ahora sino desde el gobierno anterior) ha sido dividirla, cortarle sus fuentes de financiamiento y echarla en brazos del correísmo oportunista, en lugar de apoyar a quienes desde dentro encabezaban la resistencia al comunismo indoamericano.
Es significativo que Daniel Noboa llegara a la presidencia con el apoyo de los principales dirigentes de la sierra central (opuestos a Iza) y que lo perdiera apenas medio año después. Eso no es un éxito, es un fracaso. El hecho es que la atomización de la Conaie es una pésima noticia para todos. ¿Tendrá que organizar ahora el gobierno una mesa de diálogo por cada comunidad que se levante en su contra, sin la intermediación de una autoridad que las represente a todas?
Ayer (23 de octubre de 2025) Cayambe, hoy Cotacachi, mañana Saraguro. ¿Comprar a los dirigentes será la respuesta de Carondelet? ¿Regalarles tractores? ¿Qué perspectivas tiene esta estrategia al mediano plano?
Ahora tenemos un país a las puertas de un proceso constituyente que acaba de ser pacificado a la fuerza (si tal cosa es posible) por la acción policial y militar, en ocasiones brutal, que incrementa el resentimiento y el discurso de resistencia en las comunidades que la sufrieron.
¿Era necesario atacar las comunas de Saraguro o San Miguel del Común a fuerza de garrote y gases lacrimógenos como si se tratara de objetivos militares? ¿Qué clase de diálogo nacional, indispensable para el pacto cívico que supone la redacción de una nueva constitución, se puede construir sobre esas bases? Parecería que los comunicadores políticos que proclaman el triunfo del gobierno en el paro nacional no consideran la Constituyente más que como una elección que es necesario ganar: mezquindad y miopía prevalecen en semejante visión de la política que hoy es hegemónica en el debate público.
El virtual ganador del paro
Finalmente, si de proclamar ganadores se trata, quizá a nadie le cae mejor ese título que a Leonidas Iza. Primero, porque el fracaso de Vargas en la presidencia de la Conaie ha hecho que muchos dirigentes extrañen su claridad y su liderazgo.
Segundo, porque esta atomización y crisis del movimiento indígena que desde 1990 ha sido un actor fundamental de la política ecuatoriana, a nadie conviene más que a él.
Quizás las posibilidades de rebelión focalizada pero permanente que la división de la Conaie permite ahora y que ya empezaron a concretarse en este paro nacional son, para él, una nueva y prometedora etapa de la revolución proletaria. Quizá Iza esté considerando ahora mismo que la Conaie ya ha sido superada. ¿Que Noboa ganó el paro nacional? Mejor pensémoslo dos veces.
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