Florencio Compte Guerrero | ¿Noche de paz?
Al momento hay casi 170 guerras y conflictos armados en el planeta, la cifra más alta desde la II Guerra Mundial
Si bien en su origen la palabra paz significaba la ausencia de guerra y de violencia, en la actualidad se entiende como “un proceso participativo, positivo y dinámico donde se fomenta el diálogo y los conflictos se resuelven en una atmósfera de mutuo entendimiento y cooperación” (Asamblea General de la ONU), por lo que aún estamos lejos de alcanzarla.
En el año 2024 el aumento de los gastos militares a nivel mundial fue del 9,4 % respecto al 2023, lo que representa el 2,5 % del PIB mundial. Con ese dinero se hubiera podido invertir en salud, alimentación y mejorar las condiciones de vida de millones de personas que sobreviven en condiciones extremas. Al momento hay casi 170 guerras y conflictos armados en el planeta, la cifra más alta desde la Segunda Guerra Mundial, con sesenta países involucrados, entre ellos Ucrania y Rusia, la guerra civil en Sudán y Oriente Medio. Si bien no es posible dar una cifra exacta, son miles los muertos por estos conflictos, ya sea de forma directa, como los militares que mueren en ataques del bando contrario, o las bajas indirectas de civiles, entre ellos muchos niños.
En nuestro país, en el año 2024, el Gobierno declaró el “conflicto armado interno”, aunque sin medidas ni rumbo claro para enfrentarlo. En el 2025 Ecuador es considerado el sexto más peligroso del mundo (el puesto 42 en 2023), con más de 8.200 homicidios intencionales en el año (40 % más respecto a 2024).
Han pasado más de sesenta años y las palabras del papa Juan XXIII tienen más vigencia que nunca: “La consecuencia es clara: los pueblos viven bajo un perpetuo temor, como si les estuviera amenazando una tempestad que en cualquier momento puede desencadenarse con ímpetu horrible. No les falta razón, porque las armas son un hecho. Y si bien parece difícilmente creíble que haya hombres con suficiente osadía para tomar sobre sí la responsabilidad de las muertes y de la asoladora destrucción que acarrearía una guerra, resulta innegable, en cambio, que un hecho cualquiera imprevisible puede de improviso e inesperadamente provocar el incendio bélico” (Pacem in Terris, 1963).