César Febres-Cordero Loyola | Godoy y la AN esperan a los Reyes
No callemos ni permitamos que quienes facilitaron la llegada y permanencia de Godoy salgan ilesos
Llegó la Navidad, pero si en el oficialismo quisieran organizar una pastorela antes de que se acaben las fiestas no habría cómo. El presidente hace rato que no se halla a sí mismo en Carondelet y anda de paseo en paseo. Por su parte, parece que los asambleístas morados han comprado puros paquetes de viaje sin cambio ni reembolso para estas fechas porque no quieren interrumpir sus vacaciones por nada del mundo. Ni si quiera el escándalo nacional desatado por las revelaciones hechas en torno a las presiones y amenazas sufridas por el juez Carlos Serrano han bastado para cambiar los planes de fin de año de los miembros de ADN.
Lo peor es que esa impavidez ha resultado infecciosa, cosa que podemos notar en Mario Godoy, el presidente del Consejo de la Judicatura, situado en el centro de todo el entramado, que se sospecha conspiró para coaccionar al juez Serrano. Resulta que Godoy decidió pedir licencia para preparar su comparecencia ante el pleno de la Asamblea el 5 de enero. ¡Qué comodidad!
Eso sí, antes de irse, Godoy fue despachando algunos temas urgentes: con el voto de sus colegas designó a siete nuevos fiscales provinciales encargados (por recomendación del fiscal general Alarcón, vaya uno a saber bajo qué criterios), retrasó el proceso por error inexcusable contra Ivonne Núñez y, en vez iniciar acciones disciplinarias contra Henry Gaibor, quien sería el ejecutor directo del intento de manipular a Serrano, simplemente le pidió la renuncia. Todo en un buen día de trabajo.
Ojalá que con todo este tiempo que se están dando en la Asamblea para descansar y reflexionar encuentren en su conciencia la entereza para darle al país un proceso de fiscalización a la altura de las circunstancias. Pero no nos fiemos de ello. Mientras tanto, no callemos ni permitamos que quienes facilitaron la llegada y permanencia de Godoy salgan ilesos: José Suing, su nominador; los consejeros de la Liga Azul y Guarderas, que le dieron su primera designación; la mayoría de Fantoni, que le dio la segunda, y con ellos todos los demás que se hicieron de la vista gorda cuando se advirtió por primera vez que Godoy arrastraba consigo un grave conflicto de interés.