Galo Martínez Merchán (+).
Galo Martínez Merchán (+).Bolívar Parra

Galo Martínez Merchán, pasión por la política y el buen periodismo

El 21 de junio de 2022, el fundador de Gráficos Nacionales dejó de existir, pero sus enseñanzas y sus lecciones de vida quedan para la posteridad. Hacemos un repaso por su vida, su lucha y sus enseñanzas 

Galo Eduardo Martínez Merchán amó la imprenta y el quehacer periodístico como ningún otro, desde la adolescencia, cuando aún no tenía decidido la profesión que iba a estudiar en la universidad, ni imaginaba el largo camino que iba a recorrer antes de descubrir que su vida eran los periódicos.

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La primera demostración de su pasión por la comunicación la hizo en el verano de 1947, cuando tenía 16 años y sacó a luz, en la calle Rocafuerte, en el centro de Guayaquil, las pequeñas historias del barrio, que imprimió de forma artesanal en hojas de tamaño oficio.

Jorge Delgado, destacado futbolista y comentarista deportivo, su amigo de la infancia, del barrio y del bachillerato en el colegio Vicente Rocafuerte, recuerda la algarabía que se formó en la cuadra cuando aparecieron pegadas las hojas en los sitios más destacados de las cuatro esquinas: la carnicería del ‘Gordo Lucho’, la botica de Abel Gilbert, el quiosco de sánduches y dulces de Romero y la tienda de abastos de Joaquín Noroña.

Otras puertas sirvieron después de escaparate para el “periodiquito” como empezaron a llamarlo los vecinos. En él, Galo Martínez, con la ayuda de Delgado, relataba las incidencias de los jóvenes de este sector central de Guayaquil, aún con la mayoría de calles lastradas y polvorientas, pero con un boyante comercio.

Galo Martínez era entonces un destacado estudiante del colegio fiscal Vicente Rocafuerte, que se transportaba en tren, nadaba en la piscina municipal, conocida como la de Los Tres Mosqueteros (Malecón y Loja), jugaba a la pelota de trapo en las calles y practicaba béisbol en las canchas del Reed Park (av. Pedro Menéndez Gilbert).

“A Galo le gustaba leer mucho, por lo que íbamos con frecuencia a la librería Janer, ubicada en las calles Pichincha y Aguirre. Un día encontramos allí una cajita de madera con letras de cauchos (tipos) y su correspondiente tinta Empeñamos en 20 sucres nuestras álgebras de Baldor en la carnicería del ‘Gordo Lucho’ para comprarla. Fue así como tuvimos una miniimprenta para imprimir el periodiquito. Imprimíamos tres o cuatro copias; no alcanzaba para más”.

Con su ‘cajita mágica’ -tenía canales para alinear las palabras- Galo Martínez contaba las más diversas historias de amores de la gallada del barrio que se reunía todas las tardes. Integraban el numeroso grupo los cuatro hermanos Lebed -Fernando era el mayor-; los Febres-Cordero Rivadeneira (Nicolás, Agustín y León (Expresidente de la República y exalcalde de Guayaquil).

Don Galo y amigos
Amigos de toda la vida. De izquierda a derecha, Juan Parra, León Febres Cordero, Galo Martínez Merchán, Celim Rodríguez, Enrique Ramos y Pedro San Andrés.Archivo

Sus padres, Mercedes Merchán y Galo Martínez Franco, un liquidador de aduanas, apoyaban sus “travesuras” y sus iniciativas hasta que llegaron las dificultades económicas a la casa. El día que su progenitor enfermó de pleuresía (inflamación de los tejidos de los pulmones y la pared torácica) todo cambió. Galo Martínez se convirtió en el sostén de la familia. El sueldo de 240 sucres, que ganaba como empleado en el banco La Previsora, lo entregaba íntegro a su madre para los gastos médicos y de la casa. Pero no alcanzaban. Y era en esos momentos de extrema angustia y necesidad que acudía al prestamista del barrio, el ‘Gordo Lucho’, para dejarle en prenda sus lentes por cinco o diez sucres. Afortunadamente, su progenitor recuperó su salud y él pudo mirar hacia su futuro con optimismo y la esperanza de culminar su carrera universitaria en la Universidad Estatal de Guayaquil.

Aún no cumplía los 19 años cuando ingresó, en 1949, a la Escuela de Derecho para estudiar ciencias políticas. Pero no abandonó del todo la idea de fundar un periódico. Era su gran sueño y, aunque no tenía los recursos económicos, creyó firmemente en que algún día lo lograría. Secretamente trabajó para conseguir su objetivo.

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Ese inmenso amor por los diarios, desconocido por muchos, lo llevó a inmiscuirse en todas las actividades universitarias que tenían relación con la comunicación, la defensa de los derechos ciudadanos y la política, su otra pasión. Esas ideas y pensamientos lo acompañaron durante el resto de su vida y los puso en práctica en cada una de sus acciones, primero como empleado, después como político y finalmente como empresario y fundador de periódicos. Una vida dedicada a la comunicación.

Galo Martínez Merchán dejó de existir el 21 de junio de 2022, pero su luz seguirá resplandeciendo en el camino de la empresa Gráficos Nacionales S.A. que fundó hace 49 años. Gracias a él, a su constancia y perseverancia, los diarios EXPRESO y EXTRA han logrado un alto sitial en la comunicación y han mantenido informada a la sociedad ecuatoriana. Su legado queda para las futuras generaciones, en las múltiples y nuevas plataformas de las que solo conoció sus nombres, pero que sabía que eran las nuevas vías para seguir haciendo un buen periodismo al servicio de la sociedad, como lo ha sido hasta ahora el papel.

Pocos meses antes de dejar este mundo expresó que sabía que su final estaba cerca, pero que se iba a morir como había practicado la vida: luchando y trabajando por sus sueños e ideales. No admitía quedarse en casa ni dejar de leer. Siguió llegando al Diario, todos los días en las mañanas, con la paz de haber hecho lo que le dictó su corazón y su deseo de luchar por una mayor justicia social en el país, primero desde la política y después desde la industria gráfica y el periodismo.

Sus tres matrimonios y sus cinco hijos

En la vida de Galo Martínez hubo situaciones difíciles y en cada una de ellas, por más complicado y adverso que se mostrara el escenario, él veía una oportunidad para seguir luchando y viviendo la vida como él quiso vivirla, a su manera, tanto en el campo laboral como en el personal. La prudencia era una de sus grandes virtudes, más que nada cuando se trataba de su vida familiar, que guardaba celosamente.

Se casó tres veces. A los 21 años contrajo nupcias, por primera vez, con Daysi Leisker. Con ella procreó a Galo Eduardo e Ingrid Francisca Martínez Leisker, quienes desde jóvenes lo han acompañado en la empresa Gráficos Nacionales S.A. desde diferentes funciones. Ingrid dirigió por años la Revista Semana y Galo Eduardo es el actual vicepresidente Ejecutivo de Granasa y director de Diario EXPRESO.

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La segunda unión marital fue con María Eugenia Jaramillo, madre de sus hijas María José y Pamela Martínez Jaramillo, quienes viven fuera del país. Ambas son profesionales, una en la rama de medicina y la otra en la del derecho. Su última hija es Mariuxi Martínez Constante.

Su tercer y último matrimonio fue con Mercedes Grunauer, con quien no tuvo descendencia.

Don Galo
Liderazgo. Galo Martínez Merchán mostró no solo su preocupación por los problemas nacionales, sino que hizo foros y conversatorios para buscar soluciones.Archivo

La lucha frontal por los derechos y las libertades

La Escuela de Derecho de la Universidad de Guayaquil no solo formó como profesional a Galo Eduardo Martínez Merchán, sino que le marcó el rumbo de su vida en todos los campos. La soltura que tenía para escribir le hizo acreedor a un espacio de opinión en la revista de esa escuela. Sus artículos, que salían con su nombre y una foto en blanco y negro, pronto lo hicieron reconocido en el mundo estudiantil de la Casona Universitaria (Chile y avenida Olmedo). Una promesa juvenil que no perdía oportunidad para crecer como ser humano.

Desde el inicio combinó sus actividades estudiantiles con sus responsabilidades de empleado privado, y después con la de esposo de Daysi Leisker y padre de Galo Eduardo Martínez Leisker, el primer de sus cinco hijos que nació en 1954, cuando él recién se afianzaba en la política universitaria. Su liderazgo se impuso en la Escuela de Derecho, de la que llegó a ser su presidente, en un momento en que el país era gobernado, por tercera ocasión, por quien ocupó cinco veces la presidencia de la República: José María Velasco Ibarra.

Desde la dirigencia estudiantil alzó la voz de protesta contra lo que consideraba injusticias del poder y la oligarquía. Pero fue en 1955 cuando demostró su madera de estratega al liderar, con su amigo de la infancia, Sabino Hernández (presidente de la Federación de Estudiantes Universitarios -FEUE-), una huelga estudiantil.

Ideología. Galo Martínez Merchán, en sus palabras, era un hombre de Izquierda.

El periodista y poeta Fernando Cazón, quien lo ha acompañado por más de 60 años en la actividad periodística, por entonces un estudiante de Ingeniería Agrónoma, que más que a las plantas amaba los libros y la poesía, participó en la llamada Marcha del Silencio. “Protestábamos contra el abuso del poder del presidente, por ordenar una intervención militar en el colegio Juan Montalvo, de Quito. Allí murió un estudiante de sexto curso. Isidro Guerrero se llamaba. Ese nombre se convirtió en la sombra de Velasco Ibarra”.

Sabino Hernández, quien lo conoció desde que eran estudiantes en el colegio San José La Salle, guarda el recorte del periódico que reseñó la reunión en la que se decidió la huelga contra Velasco. En ella, Galo Martínez expresó: “Isidro Guerrero será para nosotros el símbolo que nos unirá para proseguir adelante en las luchas por la libertad y la dignidad estudiantil”.

Aquella protesta social, en la que estudiantes secundarios y universitarios marcharon unidos por las calles de Guayaquil, marcó su vida futura porque contra él y los demás líderes de la huelga, el entonces presidente Velasco Ibarra reaccionó furibundo. Les envió un telegrama, diciéndoles: “… Sediciosos, dedíquense a estudiar en vez de hacer huelgas”.

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Aquel mensaje, en vez de desanimarlo, impulsó a Galo Martínez a seguir en su lucha para exigir el respeto a los derechos humanos y a las libertades constitucionales, que las defendió entonces y las ha defendido durante los casi 50 años de su quehacer periodístico.

Tras graduarse de licenciado en Ciencias Políticas (1956), empezó a trabajar en la campaña presidencial del aspirante del Partido Liberal Radical Ecuatoriano, José Ricardo Chiriboga Villagómez. Aunque su candidato quedó en el último lugar - Camilo Ponce Enríquez (de la derecha) ganó la presidencia-, aquella contienda fue su debut en el campo político.

Amigos Don Galo
Amigo de presidentes. Con León Febres-Cordero y Carlos Julio Arosemena compartió su pasión por la política.Archivo

Jorge Delgado recuerda que el liderazgo demostrado por Galo Martínez lo llevó al año siguiente (1957), con tan solo 26 años, a ser designado secretario ejecutivo de la Comisión de Tránsito del Guayas (CTG). De allí que el auditorio de esa entidad, ahora llamada Comisión de Tránsito del Ecuador (CTE), fuese bautizado con su nombre hace tres años en agradecimiento por el impulso que le impregnó durante su administración.

Ocupó otras funciones en el sector público, entre ellas las de secretario de la Comisión de Terrenos del Municipio de Guayaquil y visitador provincial de la Administración, una especie de supervisor de la Costa, que reportaba al Gobierno central las necesidades que encontraba en sus recorridos.

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El auditorio institucional de la CTE recibe el nombre de Galo Martínez Merchán

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Aquel accionar afianzó sus pasos en el andarivel político que lo llevó, años más tarde, a convertirse en un acérrimo velasquista, sin proponérselo. Fue José María Velasco Ibarra, elegido presidente por cuarta ocasión en 1960, quien había seguido atentamente su desenvolvimiento político y un día lo invitó a su despacho para ofrecerle un ministerio. Martínez aprovechó el encuentro para recordarle lo ocurrido cinco años antes. Con frontalidad y sin tapujos le espetó: “Cómo puede ofrecerme un ministerio si fue usted quien me dijo sedicioso y me mandó a estudiar”.

Velasco Ibarra
José María Velasco Ibarra fue más que su íntimo amigo, fue su guía y maestro. Galo Martínez Merchán lo visitaba en su exilio en Buenos Aires.Archivo

No le aceptó ese cargo, pero sí el de secretario general de la Administración (1960-1961). Fue así como se convirtió en el hombre más joven de la historia del Ecuador en ocupar esas funciones, con tan solo 29 años. A partir de allí, las noticias de sus acciones políticas empezaron a difundirse y pronto sus fotografías, junto a Velasco Ibarra y otros grandes políticos de la época, quedaron inmortalizadas en la historia del cuarto velasquismo que acabó abruptamente en septiembre de 1961, por un golpe militar.

El vicepresidente Carlos Julio Arosemena Monroy, por decisión del Congreso, asumió inmediatamente el mando del país hasta que se eligiera a un nuevo mandatario.

A pesar de la amistad que lo unía al nuevo jefe de Estado, Galo Martínez Merchán sintió que quedarse era traicionar a su ídolo político. Decidió dejar temporalmente la política para volver al campo privado, a pensar en la idea del periódico que quería fundar.

“Periodista que no lee no es periodista”, una enseñanza que no debe dejarse morir

Don Galo
Tres grandes placeres. El café, los cigarrillos y los libros no le podían faltar a Galo Martínez Merchán. Agencia (ag-expreso)Bolivar A. Parra (ag-expreso)

El hábito de leer, el que adquirió desde niño, lo acompañó hasta el final de sus días. No había día en que no lo hiciera. En sus últimos años utilizaba los audiolibros porque su visión cansada le impedía hacerlo de la manera convencional. A veces se quedaba despierto hasta la madrugada con el texto que lo atrapaba. A Galo Martínez Merchán no le gustaban los malos libros, sino los bien escritos, los que ilustraran su intelecto.

Cuando retornaba de algún viaje, más que ropa, traía libros, y no tardaba mucho en leerlos. Dos o tres días bastaban para consumir un ejemplar por más voluminoso que fuese. Pero también los compartía, con el ánimo de inculcar el amor por la lectura, más que nada en los periodistas, porque decía: “Periodista que no lee no es periodista”.

Tenía una forma sútil de decirle a los periodistas que leyeran y esa era, llamándolos a su oficina, en las primeras horas de la mañana, para preguntarles sobre algún tema de interés y, a la salida, les entregaba el libro que él ya había devorado días antes.

Regaló tantos libros como compró, porque también los recibía de quienes conocían de su hábito. Una taza de café, un paquete de cigarrillos y un buen libro no faltaban en su oficina.

Con el afán de incentivar la lectura y entendiendo que no todos tenían los recursos para comprar libros, creó una especie de biblioteca, a la que todos los empleados de la empresa podían acudir para hacerse de un ejemplar. Dispuso la entrega de recursos para comprar todas las unidades que fuesen necesarias porque, repitió sin cansancio, que “periodista que no lee no es periodista”.

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Galo Martínez Merchán.Archivo.

El último adiós al caballero del periodismo

No hubo adversidad que Galo Martínez Merchán no enfrentara y de ella saliera victorioso. En 1961, tras la caída del poder de su maestro e ídolo político, José María Velasco Ibarra (en el exilio), él empezó a trabajar con el empresario guayaquileño Fernando Lebed. En él vio al financista para el diario que quería fundar en Guayaquil. Y así se lo hizo saber a quién a partir de ese momento se convirtió en su maestro para los negocios.

Llevaba 20 años madurando la idea, pero fue en 1964 cuando empezó a cristalizarla. Él sabía que el diario La Prensa, de Pompilio Ulloa, tenía un gran freno de crecimiento porque su rotoplana (maquinaria de impresión) solo podía imprimir ocho páginas. Aquella debilidad, cuenta su hijo Nicolás Ulloa, fue aprovechada por Martínez y Lebed para fundar el vespertino La Razón, a cuya sociedad se unió después otro empresario porteño: Ramón Yulee.

Martínez propuso a Lebed apostar por un sistema de impresión más moderno: una rotativa. Y fue él quien emprendió el viaje a Estados Unidos para buscar una máquina usada, porque el dinero que tenían no alcanzaba para una nueva. En Nueva York (Estados Unidos) encontró la ruta para hacer la compra. Semanalmente, en la Gran Manzana circulaba un folleto sobre las rotativas de segunda mano que estaban en venta. Muchos colegios y universidades neoyorquinas, que tenían sus propios sistemas de impresión, vendían las viejas máquinas para renovarse.

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El Fundador. No fue uno, sino cinco los periódicos que Galo Martínez fundó: La Razón, EXPRESO, EXTRA, El Tiempo y La Hora. Y la revista Amazonas. En la foto, con sus socios y amigos con los que comenzó Granasa: Antonio Parra Gil, Jorge Vivanco, Esther Avilés. Y con su amigo, en la política y el periodismo: Francisco Huerta. Archivo

Con la ayuda de un migrante judío, Ben Shulman, que conoció en la capital del mundo, visitó varios centros educativos hasta que encontró la rotativa que quería. Pero fue Fernando Lebed, con quien viajó después para hacer la negociación y la compra, el que le dio la más grande lección de cómo lograr una negociación exitosa. La adquisición fue hecha a menos de la mitad del monto que inicialmente pedía el estadounidense. Lebed era un genio para los negocios; fue su maestro.

Emocionado por la proeza, Martínez volvió al país para darle forma al nuevo periódico de Guayaquil: La Razón. Aunque su participación en la sociedad era exigua -Lebed y Yulee eran los accionistas mayoritarios-, fue él quien armó la estructura que permitió que el diario viera la luz en 1964. Desde el primer día, el tabloide de crónica roja arrasó en ventas.

El rotundo éxito se convirtió unos años más tarde en su gran preocupación porque al ser solo un socio minoritario, no tenía el poder de decidir sobre las inversiones, y Lebed había perdido el interés por el periódico. Cuando su amigo vendió su participación accionaria, él hizo lo mismo y se fue a vivir a Quito.

Su decisión coincidió con el retorno al país de Velasco Ibarra, para terciar por quinta ocasión por la presidencia de la República. Él le pidió que fuera su director de campaña. El triunfo en las urnas hizo posible el quinto y último velasquismo, que duró desde agosto de 1968 hasta el 15 de febrero de 1972.

Aunque él también obtuvo una diputación por el Guayas en esas elecciones, jamás llegó al Parlamento como tal. Renunció a la curul para ser primero ministro de Previsión Social y Trabajo, y después de otras carteras de Estado: Industrias, Comercio, Recursos Naturales y varias veces de Gobierno y Policía. Faltaban pocos meses para las nuevas elecciones presidenciales cuando, en pleno carnaval, los militares le dieron un golpe de Estado a Velasco Ibarra y asumieron el mando del país.

El fin del Gobierno también puso fin a su carrera política cuando aún no cumplía los 42 años. Pero tuvo que pagar primero el precio de ser el hombre de confianza del depuesto presidente y pasó recluido en el fuerte militar Quinto Guayas, en Guayaquil, que estaba en el mismo lugar donde ahora se encuentra el campus Las Peñas de la Escuela Politécnica del Litoral (Espol). Los militares temían que él y Jaime Nebot Velasco, el padre de Jaime Nebot Saadi (exalcalde de Guayaquil), buscaran el retorno de Velasco Ibarra al poder.

Dentro de la “cárcel militar”, en la que permaneció un mes, Galo Martínez Merchán hizo un profundo repaso de su vida y decidió darle un giro de timón. Movió su mira hacia el periodismo y las artes gráficas que lo habían seducido años antes en Nueva York.

Ahora sí estaba seguro de que podía tener su periódico, sin cometer los errores del pasado. Dedicó las largas noches en una celda para escribir el formato de un diario que fuera la voz de los guayaquileños, porque desde entonces tuvo muy claro que la política y los medios de comunicación no podían ir de la mano. Tenía que dejar de morir una pasión, para darle paso a la otra, que quería aún más.

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Incansable. Llegaba siempre a las 08:00 a su oficina. Lo primero que hacía era agarrar su café y revisar todos los diarios.Archivo

No le asustó que el país estuviese bajo una dictadura militar, la del general Guillermo Rodríguez Lara, y tampoco pensó al inicio en el nombre con que el que saldría a la luz la nueva publicación. Primero definió la estructura de la empresa que quería fundar, no con dos o tres socios como la primera vez, sino con treinta, porque de esa manera, si uno desertaba, los demás quedaban para continuar.

Desoyó todos los pronósticos del fracaso para ejecutar lo que nadie más se atrevía a hacer en esos momentos, más aún cuando sabía el alto riesgo de fundar un periódico, que iba a publicar informaciones incómodas para el gobierno de facto. Logró convencer a treinta personas de Guayaquil para que invirtieran bajo la figura de una sociedad anónima. Aceptaron su propuesta, entre otros, Abelardo García Arrieta, Roberto Dunn Barreiro, Errol Cartwright, Fausto Delgado, Roberto Isaías, Rodrigo Laniado, Otton Wong, José Patiño Ycaza, Esther Avilés, Gabriel Roldós, Antonio Parra Gil... Larga lista.

El segundo paso fue comprar un terreno en el kilómetro 2,5 de la avenida Carlos Julio Arosemena Tola, donde antes funcionaban los Laboratorios Pabil, de propiedad de Esther Avilés y Gabriel Roldós, sus nuevos socios. Tras esta primera adquisición, hizo la segunda, la de la rotativa que puso a la venta el diario El Comercio, que había adquirido un nuevo equipo de impresión.

En aquel predio con pendiente hacia el estero Salado y una vía en expansión hacia el norte, flanqueado por industrias, moteles y hasta casas de citas, estaba la pequeña construcción de dos pisos, en la que la empresa Gráficos Nacionales S.A. inició sus actividades en 1973. Contrató a un jefe de redacción (Fernando Cazón), a los linotipistas y demás empleados que, tras un mes de ensayos, sacaron el número 0 del nuevo diario. EXPRESO vio la luz el 25 de julio de 1973, el mismo día de las fiestas de fundación de Guayaquil, en homenaje a la ciudad que lo vio nacer. Un año más tarde, el 21 de octubre de 1974, fundó el segundo diario, el vespertino EXTRA, que con los años se convirtió en matutino, y hoy es el diario de mayor circulación a nivel nacional.

Jorge Vivanco Mendieta, con quien lo unía una amistad desde el diario La Razón, llegó en 1974 a Granasa para acompañarlo a impulsar su proyecto, al punto que después se convirtió en el subdirector de EXPRESO.

Galo Martínez Merchán había logrado cumplir su sueño de fundar no uno, sino dos nuevos periódicos en tan corto tiempo, pero a partir de ese momento empezó la tarea más difícil de su vida: con ellos servir al país y posicionarlos en el más alto sitial de la comunicación en el Ecuador.

Desde el inicio, el dinero fue escaso, pero aún así logró que sean los mejores periódicos del país. La sociedad, repetía, “tiene el derecho a estar bien informada”.

Teodoro Maldonado Garaicoa, un reconocido internacionalista, fue el primer director de Diario EXPRESO, pero su repentina muerte, unos meses después, hizo que esas funciones pasaran al educador Abelardo García (hasta el 26 de octubre de 1986) y después a Galo Martínez Merchán. En Diario EXTRA, Nicolás Ulloa estuvo en la dirección desde el inicio.

Galo Martínez amaba tanto el diarismo que era de los primeros en llegar en la mañana, a las 08:00, aunque se hubiese ido a su casa en la madrugada, porque no había noticia que dejara de revisar antes de publicarse. Iba a la rotativa tantas veces como fuese necesario.

Muchas veces trabajaba enfermo porque no había nada que detuviera su pasión. Por ello, una madrugada casi pierde la vida. El decaimiento que había sentido durante el día se transformó en la noche en un fuerte dolor en la pierna derecha y, en la madrugada, en un agudo dolor de estómago. Una apendicitis se convirtió en peritonitis. Quien lo salvó de la muerte, según sus propias palabras, fue Marcel Laniado de Wind, el fundador de los bancos Machala y Pacífico, a quien tenía entre sus grandes amigos.

Laniado puso en garantía el Pacífico para que fuese trasladado en un avión ambulancia hacia una clínica en Estados Unidos, donde fue operado. Pasó veintidós días hospitalizado, sin ninguna compañía, y cuando retornó a la ciudad lo golpeó otra mala noticia: la muerte de su padre. Lloró su pérdida, pero no tuvo tiempo para descansar porque la empresa estaba en problemas por la falta de dinero.

FRANCISCO HUERTA (3563869)

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A pesar del dolor que tenía en el alma y de su convalecencia, se presentó primero ante Marcel Laniado para agradecerle por la vida y para preguntarle cómo podía pagarle. Pactaron pagar la deuda en un año. Después fue donde Nicolás Valdano, el entonces gerente del banco La Previsora, para solicitarle un préstamo de un millón de sucres para pagar la nómina.

Pero no fueron los únicos préstamos, hubo muchos más, los que permitieron sostener a una compañía que, con los años y su acertada dirección, empezó a crecer y a posicionarse entre las mejores del país. Hoy, Diario EXTRA es el más vendido del país y EXPRESO, el de mayor prestigio y credibilidad.

También fundó otros medios: la Revista Amazonas, el semanario tabloide El Tiempo y el diario La Hora, que después vendió a la familia Vivanco. De allí, que sea llamado el caballero del periodismo ecuatoriano.

Don Galo
El equipo de béisbol de 1942. De pie, Miguel San Andrés, René Lebed, León Febres-Cordero Ribadeneyra, su hermana Delia y una de sus amigas, Melesio Lascano, Antonio Caamones y Jorge Vivar. En cuclillas, José Luis Rodríguez, Francisco Robles, Roberto Chiriboga, Juan Arzube, Nicolás Fuentes, Nicolás Febres-Cordero, Jorge Delgado y Galo Martínez Merchán.Archivo

"Yo me muero como he practicado la vida"

Decía que no era un ejecutivo brillante ni un técnico especializado, tampoco el hombre más inteligente del mundo, pero hacía uso de lo que siempre recomendaba a sus empleados: el sentido común. Esa fue su gran guía, a la que sumaba su ingenio, fortaleza y pasión para impulsar cada proyecto que ideó. Galo Martínez Merchán fue un visionario, un gran señor.

Al final de sus días hizo suyo el título del libro del poeta chileno Pablo Neruda: “Confieso que he vivido”. Y vivió y murió como quiso. “Yo me muero como he practicado la vida. El que quiera conversar conmigo que venga a verme. Este es mi retiro con dignidad. Yo no busco a nadie, pueden ser los hombres más importantes de la tierra, pero eso a mí no me importa. Me importa lo que estoy dejando a las nuevas generaciones”.

Galo Martínez murió a los 90 años, pero sus acciones quedan en la memoria de todos quienes lo conocieron y trabajaron con él en las diferentes fases de su vida. Su legado es inmenso y sus enseñanzas perdurarán en el tiempo.

Protector. El empleado que entraba a la oficina de Galo Martínez a pedirle ayuda económica o un consejo, jamás salía con las manos vacías.

No hubo crisis que lo asustara. Con las mismas ganas que se atrevió a fundar dos periódicos, en un pequeño inmueble de dos pisos y con una vieja rotativa, empezó pronto con la expansión y el cambio de los formatos de los diarios y la creación de suplementos, como productos agregados. Del tabloide EXPRESO de 44 páginas, y dos secciones, pasó en 1976 al tamaño estándar de 32 páginas, a las que después fue adicionando más con revistas y separatas.

A fines de la década de los 80 también cambió la rotativa. Dejó la Goss Universal, de los inicios, por la Goss Urbanite de 10 unidades que compró directamente a la fabricante con un crédito bancario. La nueva máquina permitió más combinaciones y una banda de color de ocho páginas, convirtiendo así a los diarios EXPRESO y EXTRA en los primeros del país en salir con la mitad de sus páginas a full color.

Bolívar Ramírez, quien ingresó a Granasa en 1974, recuerda que “el licenciado Martínez acudía todos los años a las ferias de artes gráficas de las Américas” para aprender sobre los sistemas de impresión. No escatimaba en gastos para estar al día con la tecnología, siempre a la vanguardia por su interés de mantener bien informado al país.

José Torres

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Rotativa
Nueva rotativa. A Galo Martínez Merchán no le gustaba celebrar su cumpleaños, pero quiso que un 10 de diciembre de 1999 empezara la impresión de diario EXTRA en la nueva rotativa. Y así festejó: trabajando.Archivo

Ramírez, que se jubiló tras 46 años de trabajo en Granasa, cuenta que Galo Martínez hacía todos los esfuerzos para que el periódico tuviese siempre los mejores equipos y los mejores profesionales de cada rama. “Fue un innovador permanente, vehemente, no le gustaba perder tiempo. No admitía esperas y exigía que todo se hiciera de inmediato”.

De esa misma manera contrató el diseño y construcción del edificio central de la empresa, el coliseo Granasa (donde hoy está Grafinpren) y el edificio de seis pisos y la planta de impresión donde se instaló, entre 1997 y 1999, la rotativa Goss Universal 70, que permitió que desde el 10 de diciembre de 1999 se imprimiera a full color todos los productos de Granasa.

Su visión hizo que la empresa pasara a tener la planta de impresión de periódicos más moderna del país y con un valor agregado: era semicomercial. No solo imprimía periódicos sino otros productos comerciales, que generaron ingresos extras que ayudaran al crecimiento de la industria gráfica.

El ingeniero Tomás Hanish, contratado en 1997 para liderar los nuevos procesos de impresión en Granasa, jamás olvidará los consejos de Galo Martínez Merchán, que frecuentemente le decía: “Siempre piense en grande. Las cosas pequeñas no interesan”.

Su pensamiento y lucha diaria eran convertir a los diarios EXPRESO y EXTRA, y a los suplementos que ideó (Siembra, Galería, Expresiones, Memorias Porteñas, Semana, Dominguero...) en los mejores del país. Lo consiguió. Pero siguió luchando como si no hubiese conseguido nada. Pensaba primero en los lectores y en el derecho que tienen de estar bien informados. Contrató a periodistas colombianos, entre ellos Henry Holguín, quien logró ubicar al vespertino EXTRA, hoy matutino, en el periódico más vendido del país. También trajo profesionales de otros países (México, Argentina, Perú, España) para diario EXPRESO.

Cuando advirtió que la impresión editorial y comercial podía crear ataduras, las separó. Creó Grafinpren para que esta empresa se dedicara exclusivamente a la parte comercial, y Granasa, a la producción de diarios. Todas aquellas decisiones las tomó siempre en situaciones económicas difíciles y endeudamientos de los que, sin embargo, salió airoso.

Aunque la economía de la empresa fuese apretada, no escatimó jamás en comprar las mejores cámaras, las mejores computadoras, los mejores sistemas de diseño y contenidos, con el fin de estar siempre a la vanguardia.

La sólida empresa que fundó y dirigió permitió sortear la pandemia del coronavirus y mantener siempre la calidad de los diarios, pero también mirar hacia un futuro menos dependiente del impreso y más apegado a los productos digitales para una sociedad multiplataformas que Galo Martínez no alcanzaba a comprender ni entender, pero que sabía que no seguir esa vía era como avanzar hacia la desaparición.

Galo Martínez durante casi 50 años luchó como un espartano por la sobrevivencia de los diarios de papel, con la misma fuerza y tenacidad con la que empezó la empresa en 1973.

Y jamás, durante esas cinco décadas, se olvidó de sus amigos, a quien apoyó incondicionalmente. Tampoco dejó de luchar para que sus empleados mejoraran su calidad de vida porque, aseguraba, siempre fue un hombre de izquierda, que luchaba por una mayor justicia social.

El 9 de diciembre del 2021, en la víspera de cumplir 90 años, dijo que estaba consciente de que tal vez fuese su último cumpleaños porque sabía que el fin de su vida estaba cerca. Pero estaba en paz porque iba a morir como había vivido: trabajando por un mejor mañana.

Don Galo
La Asociación Ecuatoriana de Editores de Periódicos (Aedep) le entregó el Premio a las Libertades, por su lucha incansable por la libertad de expresión.Archivo

El defensor de la libertad de expresión

El día que Galo Martínez Merchán dejó la política por los medios de comunicación (1972) también decidió alejarse de todo aquello que podía crearle ataduras, limitar su independencia y coartar la libertad de expresión de los periódicos y revistas que fundó entonces y después.

Evitó los encuentros privados y la vida social porque ni siquiera a través de ellos quería crear ni más mínima sospecha de dependencia. Si alguna autoridad local o nacional quería hablar con él, jamás le cerró las puertas de los diarios, pero siempre mantuvo la distancia, con mucha cortesía.

Por su perenne accionar en la dirección de EXPRESO, cuya dirección entregó después a su hijo Galo Martínez Leisker, diversas instituciones le entregaron sendos reconocimientos.

El 9 de octubre de 2008, la Municipalidad de Guayaquil honró a Diario EXPRESO y a su fundador con la presea Municipalidad de Guayaquil.

Jaime Nebot, quien era en esos momentos alcalde de Guayaquil, le entregó la medalla y el diploma en la sesión solemne por las fiestas de fundación de la ciudad. Y le dijo que aquel reconocimiento era por haber “mantenido con innegable esfuerzo los principios universales de la prensa libre”.

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La UEES le entregó la medalla Doctoral Honoris por su lucha por la libertad de expresión.Archivo

La férrea defensa de las libertades humanas, entre ellas, la libertad de expresión, ha sido una de sus más grandes contribuciones por más de 65 años. Y lo seguirá siendo en los años venideros porque sus enseñanzas quedan para las nuevas generaciones.

El Municipio le entregó la presea, además, por su invalorable aporte como ministro de Estado y haber contribuido significativamente al desarrollo y bienestar de Guayaquil, mediante el impulso de una prensa independiente.

En 2016, le otorgaron el ‘Premio Aedep a las Libertades Juan Montalvo’, por su valiosa trayectoria en la Asociación de Editores de Periódicos, de la cual fue su fundador y director en dos ocasiones. En el mismo año recibió, de la Universidad Ecotec, una condecoración “como personaje de la comunicación”. La Universidad Espíritu Santo también se unió a los reconocimientos, entregándole en 2017 el doctorado honoris causa. Un año después llegó la condecoración ‘Toda una vida’, otorgada por la Gobernación del Guayas.

Pero antes de aquellos reconocimientos públicos, hubo otros como la entrega de la Gran Cruz de la Orden Nacional al Mérito, entregada por la Presidencia de la República, por su actividad política; la placa Internacional Jules Dubois, otorgada por la Asociación de Periodistas de Guayaquil (2012); la medalla insignia entregada por el Municipio de Guayaquil por el suplemento semanal ‘Memorias Porteñas’ (2015), que significó un gran aporte del diario a la cultura porteña; y un reconocimiento a su trayectoria periodística por el Círculo de Periodistas del Guayas (2016). Pero el más grande reconocimiento, él que recibió en vida, fue el inmenso cariño y la gran admiración de sus empleados. Su nombre queda escrito en el corazón de quienes trabajaron con él en letras mayúsculas.