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Aquiles Álvarez
Aquiles Álvarez, alcalde de Guayaquil, acudió a la Comisión de Garantías Constitucionales para hablar del Porsche de isla Trinitaria.ÁNGELO CHAMBA | Expreso

Caso Porsche: ADN disimula

Análisis | El escándalo llegó a la Asamblea Nacional y la bancada oficialista hace lo que puede para guardar silencio

El Caso Porsche (por llamar de algún modo al escándalo de la aparición de un lujoso vehículo de Industrial Molinera en la casa de un sospechoso de haber colocado una bomba en la Bahía de Guayaquil) aterrizó en el único lugar de la Asamblea Nacional donde había lugar para recibirlo: la Comisión de Garantías Constitucionales, Derechos Humanos, Derechos Colectivos e Interculturalidad. Concebida por el oficialismo como un territorio de destierro y aislamiento donde los correístas pudieran desgañitarse a gusto sin la menor consecuencia (la totalidad de sus integrantes pertenece a esa tienda política porque ahí los puso la bancada de gobierno para no tener que ocuparse de ellos), esta Comisión lleva meses intentando procesos de fiscalización sin éxito, porque se los quitan. Este lunes propusieron uno nuevo: el caso Porsche. Llamaron a comparecer a varias autoridades de gobierno con la certeza de que no irían: los ministros del Interior, de Defensa, de Gobierno, hasta un representante de Industrial Molinera, entre otros, constaban en el orden del orden del día. Como estaba previsto, ninguno asistió, con excepción del alcalde de Guayaquil, Aquiles Álvarez, y su gerente de la empresa de Seguridad, Álex Anchundia. Eso bastó para sacudir el avispero.

Los hechos son claros: el 3 de junio pasado hubo un atentado con bomba en la Bahía de Guayaquil; un seguimiento con cámaras de seguridad condujo a la detención en flagrancia de Iván Ballesteros, a quien se le encontró en poder de las llaves del Nissan Centra a bordo del cual se movilizaron los autores del atentado y que estaba estacionado en la puerta de su casa, en isla Trinitaria. 35 minutos después del operativo de captura, llegó hasta ese mismo domicilio un Porsche Cayenne que ha sido identificado sin lugar a dudas como de propiedad de Industrial Molinera, una de las empresas del presidente de la República. De ese Porsche se bajó una mujer que negoció largamente con los ocupantes de la casa. Lo que vino a continuación fue la abstención de la Fiscalía de acusar al detenido, a pesar de las evidencias que condujeron a su captura. Iván Ballesteros salió libre y hoy nadie sabe dónde está.

Porsche en Isla Trinitaria

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Álex Anchundia, director de Segura EP, relató esta historia con lujo de detalles. El abogado y excandidato presidencial Pedro Granja, en representación de los barrios de Guayaquil, que llevaron el caso a Fiscalía antes de que lo recogiera un asambleísta correísta, responsabilizó a los fiscales (e insistió en el nombre de uno de ellos: René Astudillo) y aseguró que un Porsche Cayenne como el de esta historia sería incapaz de ingresar en isla Trinitaria sin permiso de los grupos delictivos que gobiernan la zona. Aquiles Álvarez, finalmente, planteó la pregunta clave: ¿quién conducía el Porsche? Prometió que no descansará hasta que el gobierno, Industrial Molinera o quien fuese responda esa pregunta elemental.

“Cada bomba que pongan en Guayaquil -dijo-, ¿saben qué va a pasar en el cerebro de la gente? Se van a acordar del Porsche. Aunque no tenga nada que ver se van a acordar del Porsche”. Más aún: “Ahora dudo de todo -aseguró-. Dudo de cualquier bomba, incluso dudo, con esto , lo de TC Televisión”, refiriéndose al asalto de grupos armados a ese canal de televisión en enero del año pasado y que fue el argumento clave para la declaración del conflicto armado interno sobre el que se basta toda la política de seguridad del gobierno.

Nataly Morillo sale en defensa del sospechoso

A la sesión de la comisión correísta asistió un puñado de asambleístas de la bancada de gobierno que se abstuvo de participar: no lo haría hasta dos horas más tardes, cuando la Comisión de Seguridad, que controlan los oficialistas, sesionó para tratar el tema del coche bomba que estalló la semana pasada frente al Mall del Sol, en Guayaquil. La única legisladora oficialista que se decidió a plantear una pregunta al alcalde fue Nataly Morillo. Y más le hubiera valido quedarse callada, porque quedó pésimo: en medio del debate sobre la sospechosa presencia del Porsche de Industrial Molinera en isla Trinitaria, ella pidió la palabra para saltar, insólitamente, en defensa del sospechoso. Dijo que no había ninguna prueba de que Iván Ballesteros fuera el propietario o conductor del Nissan Centra usado en el atentado y que, simplemente, el vehículo se había encontrado afuera de su casa, “lo que generó esta confusión inicial”, sin tomar en cuenta, como se lo hizo notar el alcalde Álvarez, que las llaves del vehículo se encontraron en su poder. “Aquí estamos hablando del Porsche, no del Nissan”, se le burló el correísta Juan González.

Pero Morillo no había terminado. Todavía le faltaba ser arrastrada aún más por sus antagonistas: “Estoy muy a gusto con mi presidente, que no ha sido señalado por ningún proceso penal ni anda con grillete”, dijo ya a la desesperada para incordiar a Aquiles Álvarez. “¡Porque controla la justicia!”, replicó el alcalde de Guayaquil, justo un minuto antes de estallar contra Morillo y arrastrarla: “No me venga usted a hablar de que el presidente es un angelito cuando el carro de Industrial Molinera estaba en la casa de Iván Ballesteros”. Y se lanzó una larga retahíla sobre el futuro que le espera a gente como Morillo, cuando tenga que responder penalmente por los abusos del gobierno, dijo, mientras Daniel Noboa se habrá mandado a mudar a Nueva York, cambiará el chip de su celular “¡y no les va a contestar sus llamadas nunca!”. “Creen que están defendiendo al Divino Niño”, se burló.

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Luego vino la sesión de la Comisión de Seguridad, presidida por Inés Alarcón y dominada por el oficialismo, a la que Aquiles Álvarez estaba llamado a comparecer y no fue (tampoco lo hizo el ministro del Interior, John Reimberg, que mandó un general de Policía en su reemplazo), y en la que ninguna pregunta importante sobre el atentado terrorista del Mall del Sol fue planteada. Ahí, el asambleísta de gobierno Andrés Castillo despotricó contra lo ocurrido en la reunión previa de la comisión correísta y justificó todos los excesos policiales y militares habidos y por haber en nombre de una razón de Estado que él parecer considerar sagrada y que, de alguna oscura, manera justifica lo incomprensible: la presencia de un Porsche Cayenne de Industrial Molinera en el más sospechoso de los lugares.

  • Sesión. El alcalde Álvarez fue recibido por la Comisión de Garantías Constitucionales, de mayoría correísta. 

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