
Quito: Tumbaco pierde calidad de vida por el descontrol del crecimiento urbano
Según líderes barriales la parroquia pierde carácter rural ante urbanización acelerada. Estos son los problemas
El crecimiento urbano de Tumbaco, una de las parroquias más dinámicas del valle de Quito, avanza a un ritmo que preocupa a sus propios habitantes. Las nuevas urbanizaciones, las construcciones irregulares y la falta de planificación municipal han modificado la vida de las comunidades, dejando al descubierto un desarrollo que, más que progreso, ha traído desequilibrios visibles en infraestructura, servicios y convivencia.
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No a todos los sectores de Tumbaco llegan las obras
Desde la voz de sus líderes barriales, consultados por EXPRESO, se refleja un mismo diagnóstico: la expansión de Tumbaco no ha sido acompañada por una adecuada regularización ni control. Cristina Toapanta, presidenta del barrio San José de Collaquí, sostiene que el desorden urbano es la consecuencia directa de la falta de empoderamiento institucional. “No ha habido una correcta regularización por parte del Municipio ni de las autoridades de turno. Barrios como el nuestro siguen esperando obras básicas, como el servicio de agua, que recién se está concretando después de varios años”, afirma.
La presidenta barrial apunta que el crecimiento desmedido se evidencia también en la movilidad. “No hay proyecciones claras para mejorar el tránsito. La calle Gonzalo Pizarro, que es la principal, no ha recibido mantenimiento; mientras tanto, se intervienen otras vías que ya fueron arregladas. No existen nuevas rutas que descongestionen el tráfico, y la población sigue aumentando sin planificación”, lamenta.
Esa percepción se repite en otros sectores. Isabel Díaz, presidenta de la Comuna Central de Tumbaco, cuestiona la falta de control municipal que ha permitido la proliferación de construcciones ilegales. “En varios sectores no hay veredas ni accesos adecuados.
Las obras no llegan porque no existe línea de fábrica. Es imposible dotar de servicios a zonas donde las casas no están regularizadas ni cuentan con permisos”, sostiene. Díaz advierte, además, que el control municipal se aplica de forma desigual: “A las personas humildes sí se les exige, pero a las grandes constructoras no”.
Oswaldo Guamán, presidente de La Tola Grande, coincide con esa visión. Para él, la falta de reglas claras y de una aplicación real de las ordenanzas ha impulsado un desarrollo urbano caótico que incluso amenaza al entorno natural del Ilaló. “Las urbanizaciones privadas avanzan sin respetar límites ambientales. Hay sectores, como El Arenal, que no tienen agua potable todo el tiempo. ¿Cómo permiten el desarrollo urbano sin servicios básicos? Se debe poner un alto al tráfico de tierras”, cuestiona.
Isabel Díaz
A la preocupación ambiental y de infraestructura se suma la pérdida del carácter rural de la parroquia. Jaime Salazar, presidente del barrio Cochapamba, observa que Tumbaco “dejó de ser una parroquia rural hace tiempo”, sin que la planificación urbana haya seguido el mismo ritmo.
Los problemas de alcantarillado, movilidad y seguridad se multiplican. “Las construcciones ilegales y el desorden urbano no solo afectan al tráfico, también a la calidad de vida. No hay espacios para estacionar y la Policía no abastece la demanda de seguridad. En pleno centro de Tumbaco no existen aceras”, describe.

Crecimiento urbano sin control
La falta de planificación, coinciden los dirigentes, ha deteriorado la convivencia y la imagen del valle. Según una encuesta de percepción ciudadana realizada por Quito Cómo Vamos, el 45 % de los habitantes de Tumbaco considera que la situación de su barrio es “satisfactoria”, pero el 76 % identifica la inseguridad como su principal problema, una cifra que refleja las consecuencias del crecimiento descontrolado y de la presión poblacional.
Jaime Salazar
Los datos técnicos respaldan estas preocupaciones. De acuerdo con el Colegio de Arquitectos de Pichincha, el 70 % de las edificaciones en el Distrito Metropolitano de Quito no cumple con los lineamientos técnicos ni cuenta con aprobación de planos municipales. En Tumbaco, ese porcentaje se traduce en urbanizaciones improvisadas, vías estrechas y servicios deficientes.
Mientras las construcciones avanzan sobre terrenos agrícolas y laderas del Ilaló, los presidentes barriales coinciden en un pedido común: que el Municipio asuma el control y establezca una planificación integral que frene la expansión sin servicios ni normas. “Tumbaco necesita orden antes que más cemento”, resume Toapanta.