
Puembo apuesta por el desarrollo comunitario
Desde 2016 se ha tejido un modelo basado en identidad y participación comunitaria
Lo que empezó en 2016 como una pregunta sobre cómo se sienten los puembeños y cómo quieren verse en el futuro, se ha ido transformando en un proceso comunitario que hoy redefine a esta parroquia del valle de Tumbaco.
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Con organización de los vecinos, voluntariado y apoyo privado, Puembo ha construido un modelo de desarrollo basado en la identidad, cuidado ambiental y tejido social.
En 2016, la Fundación por Puembo impulsó un diagnóstico participativo para escuchar a los moradores. Liz Pereira, quien preside la iniciativa, menciona que había una fuerte presión urbana, poco desarrollo planificado y una fragilidad organizativa evidente. De ese análisis surgió un plan de desarrollo comunitario que marcó el inicio de un camino sostenido.
Ese año ya se hablaba de reconstruir el tejido social y, en 2020, la pandemia puso a prueba a la comunidad. Lejos de frenar el proceso, la crisis se convirtió en una oportunidad. “Decidimos trabajar con un enfoque integral, centrado en proteger todas las formas de vida”, explica Pereira. Fue entonces cuando identificaron un elemento común que los conectaba: el parque central.
Reverdecer el parque central
La recuperación de este espacio partió desde la identidad. En Quito, el geranio es una flor emblemática y, en Puembo, se convirtió en símbolo de unión. Los primeros 300 geranios llegaron como donación y fueron sembrados en una minga comunitaria. Hoy suman más de 7.000.
“Cuando algo le pasa a una planta o a una maceta, la comunidad se alerta. Se apropiaron del espacio”, dice Pereira. El parque dejó de ser “de nadie” para convertirse en responsabilidad de todos.
De esa experiencia nació el colectivo Las flores hablan, integrado principalmente por mujeres. En plena pandemia impulsaron una feria de emprendimientos que comenzó en diciembre de 2020 con 10 participantes.

En 2025 se realizó la edición número 11, con 100 emprendedores seleccionados entre más de 300 postulantes; la mitad son de Puembo. La regla es que los productos sean elaborados por sus propios creadores, con calidad, precio justo y cuidado ambiental. El eslogan lo resume todo: “En Puembo pasan cosas lindas”.
Escuela de liderazgo
El fortalecimiento comunitario también se tradujo en formación. En 2020 se creó la Escuela de Liderazgo, que en año y medio capacitó a 40 personas. Hoy cuenta con tres ediciones, 80 graduados y una malla curricular enfocada en desarrollo humano, políticas públicas y gestión comunitaria.
Los facilitadores son voluntarios, muchos de ellos formados en la misma escuela. De allí surgieron proyectos barriales con capital semilla y nuevas iniciativas juveniles, como la Red de Jóvenes por el Chaquiñán, donde el muralismo se convirtió en una herramienta de identidad.
Cuidado de El Chaquiñán
El eje ambiental es otro pilar. Desde 2021, bajo un modelo de apadrinamiento, la comunidad restauró ocho kilómetros del Chaquiñán, desde los Arrayanes hasta Oyambarillo.
Con cinco viveros comunitarios se han recuperado 50 especies nativas y sembrado alrededor de 200.000 plantas, entre árboles, arbustos y cubresuelos, con la meta de crear corredores ecológicos. “Antes había tramos abandonados convertidos en botaderos de basura. En la primera minga sacamos tres volquetas de desechos”, recuerda Rubén Oñate, coordinador de esa iniciativa. Hoy la limpieza es continua, hay más seguridad y mayor afluencia de caminantes.
En 2024 se sumó el proyecto 18.000 árboles, 18.000 puembeños, enfocado en el arbolado urbano. La meta es sembrar ese número de especies para reverdecer el centro parroquial y conectar con las quebradas y el Chaquiñán. En un año se han plantado más de 2.000 árboles con mingas y donaciones privadas. “Si yo lo siembro, yo lo cuido”, resume Viviana Yánez, voluntaria que hoy es parte del proyecto.
Detrás de los números hay historias. María Huarush lleva cuatro años sembrando y cuidando geranios y árboles. Aprendió en el camino y hoy sostiene a sus hijos gracias a este trabajo. Johanna Mocha se unió cuando no tenía empleo y era madre soltera; ahora embellece Puembo junto a su madre, ambas parte de la iniciativa.

Impulso a la lectura
El componente cultural y educativo completa el proceso comunitario. Desde 2020 funciona la biblioteca comunitaria de Puembo Centro y, desde 2023, la de Mangahuantag, a las que se suman seis minibibliotecas distribuidas a lo largo del Chaquiñán.
Con libros donados y el apoyo de voluntarios, estos espacios ofrecen talleres gratuitos, actividades de lectura, música y juegos. Este 2025 han atendido a 7.690 usuarios, una cifra que representa el 43 % de la población de la parroquia. “Es un espacio de encuentro y aprendizaje”, señala Isabel Vivero, responsable del proyecto.

La acogida ha sido diversa y constante. María del Carmen Mosquera, encargada de la biblioteca comunitaria de Mangahuantag y de las minibibliotecas, explica que los públicos varían según el sector. Por ejemplo, en Mangahuantag asiste un grupo de unos 30 niños; en Santa Martha llegan adolescentes acompañados de sus mamás. Para Mosquera, estos espacios ofrecen una forma diferente de estimular la lectura.
Vivero, que también forma parte del colectivo Las flores hablan, destaca el crecimiento del voluntariado. Desde la apertura han participado más de 300; solo en 2025 se registraron 104, quienes impulsaron 29 talleres. Además, cada año se organizan cursos vacacionales de verano, en los que jóvenes de los barrios se suman y multiplican el alcance de las actividades culturales y educativas.
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