
El uso abusivo del agua afecta a parroquias rurales de Quito
Mientras en zonas bajas y urbanas el agua se desperdicia, en las altas y rurales escasea en verano. Es tiempo de ahorrar.
La temperatura en Quito en estos días llega hasta los 27 grados. El calor arrecia y, por ello, la necesidad de consumir agua aumenta para sus habitantes. Pero esta sensación térmica, sumada a los cielos azules y despejados y a los altos niveles de radiación solar, también aleja a las lluvias, que son necesarias para alimentar el sistema que abastece del líquido vital a todo el Distrito Metropolitano.
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De acuerdo con la Empresa Metropolitana de Agua Potable y Saneamiento (Epmaps), parroquias rurales como Calderón, San Antonio de Pichincha, Alangasí y Píntag son las que más sufren por el desabastecimiento del recurso hídrico.
Pero estas no son las únicas zonas. En Guayllabamba, por ejemplo, la cantidad de agua en los últimos días ha bajado. Aunque no existen cortes, este se ha vuelto un problema recurrente y afecta, por ejemplo, al momento de tomar una ducha, porque no alcanza a llegar a los pisos superiores de la casa, cuenta Rosanna Morales.
La subgerente de la Epmaps, María Fernanda Villavicencio, explica que en estas poblaciones se trabaja en proyectos para proveer del servicio de forma regular. Mientras tanto, en ciertos sectores el agua llega de forma racionada, por horas, y se informa a la población sobre el cronograma cada mes.
La población que habita en esos barrios, generalmente altos, es la que más sufre las consecuencias de la época seca del año. Pero no todo se relaciona con el sol, el viento y la falta de lluvias. La actividad humana tiene gran parte de responsabilidad con la escasez del líquido para una parte de los habitantes.
Blanca Ríos-Touma
Villavicencio señala que entre los principales problemas detectados está el riego en Nayón (valle) y las conexiones clandestinas. Asegura que habitualmente la empresa inspecciona, para levantar ese tipo de tuberías en cuanto las detectan. Actualmente hay un proyecto en marcha para ofrecer una alternativa a las personas que mantienen viveros de flores ornamentales en la parroquia Nayón.
Ayer EXPRESO realizó un recorrido por los sectores de la Ajaví y de Santa Rita, en el sur de la capital. Allí encontró al menos 35 lavadoras de vehículos en calles como la Toacazo, Mantense, Sozoranga, Oe5H, Cusubamba y Alberto Spencer.
Pocas son grandes y forman parte de vulcanizadoras. En su mayoría son pequeñas y solo tienen mangueras o un par de hidrolavadoras en la vereda. Sus operadores ondean una franela en la calle para atraer a los clientes y cuando alguno llega se estaciona en la calle para recibir el servicio.

Mientras en una lavadora formal el trabajo cuesta desde 5 dólares en adelante, allí se puede obtener un lavado de auto desde los 3,50. Ríos de espuma y de agua corren sin control por esas calles, cuando apenas la semana pasada los vecinos de esos barrios recibieron nuevamente el servicio luego de dos semanas sin agua, por el deslizamiento de tierra en el sector de La Mica, en el Antisana.
Según Villavicencio, en el sur, en el sector de Buenaventura, hasta el año pasado hubo serios problemas de abastecimiento del líquido y fue necesario realizar trabajos de mejoramiento para que se abastezca. Pero nada es suficiente si la ciudadanía y las empresas no hacen un uso responsable del recurso hídrico.
Blanca Ríos-Touma, docente investigadora de la Universidad San Francisco de Quito, señala que en la capital se consume entre el 40 y el 48 % más de lo recomendado per cápita por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
“Entre 90 y 100 litros de agua potable por persona al día es suficiente, pero en Quito consumen de 140 a 148 litros. Esto se incrementa en verano, cuando hay más escasez. Un ciudadano responsable diría ‘voy a consumir menos’, en lugar de ‘voy a consumir más’”, menciona.
Por otro lado, la experta, quien es ecóloga de ríos, indica que una de las causas más importantes de pérdidas de agua es la fuga desde los sistemas de distribución, tanto municipales como domiciliarios.
Revela que de acuerdo con datos de 2020, en Quito se fugaba hasta el 35 % de agua, mientras que ahora, según el Cabildo, el 10 %. “Se habla de más de 14.000 fugas atendidas” y por ello considera que los ciudadanos sí pueden aportar, al estar pendientes de roturas en baños y tuberías.
María Fernanda Villavicencio
Además sugiere que el riego de jardines se realice durante las noches y que quienes tengan posibilidades instalen sistemas de riego eficientes. También es importante reutilizar el agua con estrategias como recolectar el líquido de la ducha en un balde hasta que se caliente, para esta actividad.
“Un problema de la capital es que al no depurar el agua residual, no puede usarla. En otras ciudades esa agua se usa para regar el arbolado urbano”, dice. La especialista considera que el uso abusivo de este recurso podría frenarse si el agua y las sanciones costasen más.
Para ella, la Alcaldía debe garantizar el servicio para todos hasta los 100 litros de agua al día por persona. Pero “tiene que haber un sistema de cobro cuando se sobrepasa lo recomendado por la OMS, se debería subir al doble o al triple por el consumo. Si el valor es mucho más alto, se evitaría el uso clandestino del agua”, plantea.
Por otro lado, si entidades regulatorias (como la Agencia Metropolitana de Control) sancionan una vez por esa razón, cada vez que se repita la infracción debería ser más alta la multa. Así nadie estaría dispuesto a reincidir.
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