
Emprendedores calculan las pérdidas por el corte de agua en Quito
En restaurantes, panaderías y peluquerías, las ventas bajaron por la crisis. Reportan hasta un 50 % menos de consumo.
Más allá de la evidente afectación familiar y personal que causaron los cortes de agua en el sur de Quito por el deslizamiento de tierra en La Mica, desde el pasado miércoles 9 de julio, pequeños emprendedores de la zona ya calculan el impacto del incidente natural en sus negocios.
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EXPRESO visitó seis establecimientos, cuyos propietarios y trabajadores contaban los minutos para recuperar su rutina. Hasta ayer, el servicio era inestable y la Empresa Pública Metropolitana de Agua Potable (Epmaps) informó que los tanques aún no se han llenado totalmente, porque “no están haciendo el uso responsable” del líquido vital.
Había sectores donde el suministro se restableció por momentos; en otros, a cuentagotas; y en algunos, ni eso. Cada negocio, grande o pequeño, tuvo que hacer un espacio para ahí colocar botellones, canecas y baldes para almacenar el agua que necesitaban para sus labores diarias.
Los negocios, a pérdida
En la comercial avenida Martha Bucaram de Roldós, por ejemplo, se encuentra el restaurante Las 5 Potencias, que abrió hace cuatro meses. Saúl Zambrano, quien trabaja allí, contó que llegaron desde Esmeraldas hace algo más de un año.
Esta crisis fue su primer gran reto. Para cocinar y limpiar su local dispusieron del agua que les entregaban el Cuerpo de Bomberos, un tanquero, un amigo... Antes del daño en la tubería en el páramo del Antisana, vendía a diario entre 50 y 70 almuerzos, pero ahora la demanda ha bajado a la mitad.
El jueves no caía ni una gota por el grifo, así que no había esperanzas todavía de recuperar sus ventas. Esperaba que para este fin de semana la situación se normalizara, porque en el anterior no pudieron preparar sus platos estrella: caldo de manguera, encocado y otras especialidades con mariscos, que requieren de mucha agua, con la que no han contado por más de dos semanas.
En la misma avenida está Food House, el restaurante de Wilson Chasi, quien cuenta que hasta el 8 de julio vendía en promedio unos 150 dólares diarios, pero ahora no supera los 100 dólares. Pero dijo que en ese sector, denominado barrio El Cisne, la incomodidad por la falta del servicio no se ha convertido en reclamos, sino en solidaridad.
La presidenta barrial hizo gestiones para tener una cisterna que les ayude, y gente como él prefirió dejar los tanqueros para quienes lo necesiten más. Chasi tomó su auto y se puso de acuerdo con un conocido del barrio Manuelita Sáenz para traer agua en su vehículo. Le pagará el excedente de su planilla de agua potable cuando salga el valor. “Había gente que necesitaba un poco más que yo. Para mí era más fácil ir a recoger”, manifestó.
Sus palabras denotaron solidaridad, resignación y comprensión, pero esperaba que las cosas se solucionen pronto. “(El corte) Es algo que no se podía prever, porque fue por un desastre. En realidad, a mi modo de ver, se ha solucionado rápido y (los técnicos) se han movido de una manera bastante aceptable. Veo gente que ya tiene agua y ya va volviendo. En el sector hemos comprendido”.
Cerca está Guapos Peluquería, que funciona desde hace seis años. Su propietario, Bryan Cifuentes, señaló que no tienen clientela fija, pues cada día varía según la necesidad de la gente. Pero calculó que si antes en una semana iban unas 200 personas a atenderse, en los últimos quince días solo llegó la mitad. El problema, comentó, es que a los vecinos del sector les preocupaba más abastecerse de agua que cortarse el cabello o hacerse la manicura, por ejemplo.
Quienes sí acudieron preguntaban si tenía agua, y a él y sus tres empleados les tomaba más tiempo atenderlos, pues debían calentar el líquido aparte y no en la ducha que está instalada para lavar el cabello de sus clientes.
Para las panaderías, las madrugadas fueron diferentes: antes de comenzar a amasar, debían acarrear agua. Esa era la tarea de Paulina Moreno, quien trabaja desde hace dos años en La Italiana, en el barrio Nuevos Horizontes, en La Ecuatoriana.
Mencionó que allí el agua no se fue del todo, pero escaseaba. Así que, a primera hora, recolectaban lo que podían en los recipientes que tenían a mano. Cuando se cortaba, completaban el resto con el líquido de los tanqueros. Las ventas bajaron en un 40 %, más o menos. Si antes comercializaban cinco coches (portalatas de pan), en esos días salían tres o, con suerte, cuatro. Curiosamente, lo que no dejó de venderse fueron las pastas y otras golosinas.
En El Rocío de Guamaní, en cambio, las ventas de pan no bajaron, aunque sí hubo complicaciones para producir en la panadería Kelly, indicó Cristina Atupaña. Los dueños del local traían agua de Cutuglagua, donde reside su hermano.
Ella no sufrió de escasez porque su casa está en el barrio José Peralta, en una zona más alta que El Rocío. Allí el servicio llega desde otra red y este sitio se convirtió en proveedor del recurso para sectores vecinos.
El restablecimiento del servicio
Según la Epmaps, el 92 % del servicio de agua potable ya había sido restituido hasta la mañana de ayer en las parroquias afectadas del sur de la capital. No obstante, el Municipio, a través de sus redes sociales, ha solicitado a la ciudadanía que consuma responsablemente el líquido vital.
En un recorrido realizado por este Diario se constató que la gente no seguía del todo esas recomendaciones. Entre los consejos de las autoridades estaba evitar lavar autos, por ejemplo, pero varias personas lo hacían, lo que implica un alto uso de agua.
En algunos casos, se trataba de vehículos personales, pero también fue posible observar unos cinco negocios que se dedicaban a ese trabajo, uno junto al otro, en una calle del sector de Chillogallo. La entidad municipal ha remarcado que para que el agua cubra el nivel de los tanques, se estabilice y llegue a todos los barrios, es necesaria la corresponsabilidad ciudadana.
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